miércoles, 15 de febrero de 2023

KILOS DEMÁS

                                      Con la gorda chica; rumbo a tomar un helado en Luciano


E
n estos tiempos que corren, se estableció una verdadera y perversa persecución a las gordas.

En siglos anteriores, las redondas campeábamos como las mejores. Yo recuerdo a mi abuela de crianza, dándome consejos para que engordara, porque, según ella,  nadie me iba a invitar a salir y mucho menos a bailar si no ganaba unos cuantos kilos de peso y me redondeaba convenientemente. Eso no ocurrió en mi juventud, siempre fui una flaca perchenta, pero, llegados los años maduros, me empecé a redondear como quería la nona. Ocurrió sin darme cuenta. Ya conté en otro artículo, la sorpresa que me llevé cuando me vi en el shopping en una televisión que captaba a los paseantes. Me había convertido en una gorda infame y no me reconocí-azorada por completo-  en la gordinflona que veía.  Fue catastrófico. Lo mismo me pasa cuando me veo en fotos actuales. No importa que ropa haya elegido para ponerme. Me convertí  sin lugar a dudas, en la encarnación de Pochita Morfoni, y, de yapa, sin adecuada movilidad en las piernas.

Hace años, me había concientizado y me puse a dieta con una especialista/ acupunturista. Tuve éxito, adelgacé 15 kilos, pero después dejé el programa de tratamiento, que, por cierto era bastante severo, y volví a recuperar los kilos perdidos y aún más.

Hoy, revisando fotos viejas, me puse melancólica. Se me dio por pensar que le erré al  tiempo de vida, porque en el siglo diecinueve, habría sido cotizadísima, como lo fue Emilia Pardo Bazán, o, sin ir más lejos, Carlota Ferreira, que cuando la vemos ahora, pensamos que habría sido muy bueno que perdiera unos cuantos kilos para que, por lo menos, le bajara la papada enorme que tenía. Esa gorda sin remedio, sin embargo,  con esa  papada kilométrica que vemos ahora, en el retrato que le hizo Blanes padre, tuvo en jaque, a Blanes padre, a Blanes hijo, y al mismo Horacio Quiroga que se había enamorado de la madre y de la hija. Además de otros tantos que deambularon  locos de amor por la rellena. Por eso, reitero: le erré a la época. Debí nacer en ese tiempo.

Pero, como no fue así, me tengo que conformar con lo que tengo actualmente y, quizás algún día vuelva la moda para las gordas sin remedio como yo. Entonces, y solo entonces, todos los kilos demás que tengo, se volverán providenciales.

 

 

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