viernes, 25 de septiembre de 2020

BORGEN: LO PÚBLICO Y LO PRIVADO

 

“Arriesgarse es perder el equilibrio momentáneamente, no arriesgarse es perderse a uno mismo.”

Soreng Kierkegaard

Esta serie danesa, me atrapó a los pocos episodios porque trata de temas que tienen que ver con una realidad que no siempre se interpreta como se debe.

Por una parte, tenemos a  una de las protagonistas que lucha por ser  política pero, a su vez, tiene un hogar, un marido e hijos que atender. Es la clásica división del poder entre el trabajo y la casa.

Todo se resiente cuando se milita porque nunca se logran conciliar totalmente dos ámbitos comprometidos y, en el caso de la mujer, que ha llegado tarde a los centros de poder, las diferencias son notorias.

Esta protagonista lucha en un ámbito indudablemente masculino; donde el mando lo ejercen—con su estilo— los machos. También los machos compiten por el poder. No siempre de manera transparente.  El que manda, dirige y decide. La mujer tiene un arma poderosa en el sexo. No es irreal. En la vida real también suele ocurrir.  Algunas lo esgrimen para llegar a lo que aspiran.

Un aspecto muy difícil es el maternal ¿cómo  hay que desdoblarse  para atender a un hijo con dificultades? ¿Dónde se  lo interna? ¿Ámbito público o privado?  ¿Cómo le cobran sus rivales políticos los deslices en aspectos no laborables? Los periodistas los siguen hasta debajo de las camas; leen los papeles que sacan de la basura (para ver si hay algo comprometedor), y no hay ninguna  franja que no se revise minuciosamente para buscar alguna zona oscura —que siempre se puede encontrar o inventar— para sacarla a la luz y perjudicar a más no poder.

Al mismo tiempo, los aspectos políticos se proyectan en un mundo bastante caótico.  A Birgitte se le complica la vida desde  que trabaja para la postulación. El marido se queda para ayudar en las tareas hogareñas, pero al poco tiempo se pudre. No es lo de él. Están los aspectos de las realizaciones personales que no se cumplen en un hogar. La infidelidad aparece. No es el único caso. Los otros, también delinquen.

Uno de los temas que me llamó la atención es el tratamiento de la prostitución. Por un lado, hay una tendencia a aceptar que es uno de los oficios más viejos del mundo, pero hay otros sectores de la sociedad que   condenan esa vieja ocupación. Hay preguntas urticantes sobre si se usó (o no) el “servicio” de alguna prostituta. Uno declara que sí. Lo expresa naturalmente  como un “servicio social”. Y arde Troya.

Otro aspecto que me resultó interesante es el uso de epígrafes que van abriéndonos a la temática que tratará tal o cual episodio. Fueron inteligentemente elegidos y dan para pensar mucho, como el del filósofo danés—padre del existencialismo— que puse al principio del texto. Lo estudié hace siglos y sigue provocándome angustia cada vez que lo leo: Soreng Kierkegaard. Sus dichos son irrevocables. Es cierto que si uno no se arriesga la vida lo lleva por delante y se pierde a sí mismo, pero también es cierto que al arriesgarse se corre el peligro de precipitarse al vacío. No hay ser humano que en alguna circunstancia de la vida no haya pasado por una situación límite y haya tenido que decidir que sí o sí. Con el consabido riesgo de perder todo en un segundo.

¿Qué pasa en una pareja cuando ella quiere tener hijos y él no o viceversa? Indudablemente hay que negociar/ conciliar. Se trata de la felicidad de los dos, y es una decisión sumamente difícil. Queda en juego la vida de un niño que llega al mundo con inocencia; y también la de los padres que decidieron enfrentarse a un destino siempre desconocido.

Otro epígrafe sugerente:

“Puedes engañar a todos un tiempo y a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todos todo el tiempo”. Abraham Lincoln

La política danesa  es diferente a la nuestra, pero los tejes y manejes son similares. “Hay de todo en la viña del Señor”. Se buscan y concretan alianzas inverosímiles, se hace futurología, se especula, se desacredita a los rivales, se socavan las existencias, se sacan todos los trapitos al sol. Incluso los que son más privados, como el homosexualismo encubierto de alguno. No queda nada tapado. Y hay que salir a dar batalla con las armas que se tengan en el momento.

 Esta serie danesa da para mucho más pero en un blog los textos no deben ser kilométricos porque nadie los lee. Lo cierto es que hay que verla; vale la pena.

 

 


viernes, 11 de septiembre de 2020

A PROPÓSITO DE NADA WOODY ALLEN UNA DE LAS MEJORES DIANE KEATON


 

Indudablemente Diane Keaton fue una de las mejores.

 En el libro es recordada con gratitud—y sobre todo, afirma que recurre a ella cuando se trata de tener una opinión confiable—.

 

 Diane estuvo aquejada de un mal frecuente en las mujeres que quieren mantener la delgadez—y lo logran, pero a costa de su salud— Nada de eso sabía Woody Allen quien se enteró décadas después.

 Un hecho llamativo: no aparece  rencor en ningún comentario. Diane Keaton es recordada por su afición a comer toneladas de alimentos—marcada por la enfermedad—

“Por supuesto que comía como Primo Carnera. Jamás vi a nadie, fuera de un campamento de leñadores, zamparse tanta comida como ella.” P197).

 

 Pero salvo el toque humorístico, no hay más nada que nos haga sospechar de un sentimiento negativo hacia la persona de Diane. Me pareció de su parte, un acto de enorme generosidad. No la recuerda por sus errores, ni por sus desaciertos, tampoco por sus diferencias,  sino por todo lo que le brindó su compañía. No es nada fácil mantener una amistad así, después de haberse revolcado gozosamente y, haberse dejado. Quizás, —diría— habría una percepción de su persona como “joven desgarbada”—cuando entra al estudio, en su primera entrevista, en su deseo de impresionar bien, en su marcada tendencia a pedir disculpas por todo, pero eso  no es  nada extraño en una joven “fabulosa, adorable, graciosa, con un estilo totalmente original, natural, fresca”.

 El ático frente al Central Park fue una disfrutada elección, y la convivencia tuvo sus buenos momentos:

“como sea, al regresar a Nueva York, le entregué a Keaton una llave de mi ático, y ahí estábamos los dos cretinos, como decía ella, viviendo entre pijos, en un piso alto delante de Central Park desde donde, si uno se paraba en la sala, tenía un panorama despejado de toda la ciudad, desde el World Trade Center hasta el puente de George Whashington”. (p 200/201)

(…) Guardo los mejores recuerdos de esa época”. (p 203).

Sí. Indudablemente fue una de las mejores.

Nada de rencores, ni de reproches— que cansan a más no poder; sobre todo cuando cada uno ha tomado una posición diferente—. Sin embargo—casi un milagro— permanece en su memoria  con nitidez y agradecimiento.

 

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