La clásica posta del Machu Picchu, lo único novedoso es que la saqué yo |
Anduve dando vueltas y más vueltas para ponerle título a esta crónica. En un principio me había gustado mucho: “Perú, vale un Perú” pero al “googlear” para ver si estaba o no utilizado el título, constaté que hay una página web de lineamiento turístico que se llama así, por lo tanto, ni modo.
Al final, no muy conforme del todo me decidí por “Perú por siempre Perú”. La razón es que fui por segunda vez y me he dado cuenta de que no se agota en un paseíto turístico estándar realizado por una agencia. Perú tiene valores culturales extraordinarios y deberíamos pasar más de quince días en cada lugar para decir que conocimos algo.
AQUÍ VAN LOS CONSEJOS COMENTADOS:
En primer lugar: como los aviones son tan incómodos, hay que elegir alguna compañía con “vuelo directo”. El año pasado fui exitosamente por TACA. Este año fui por LAN y –lamentablemente- al hacer conexión con Santiago de Chile, el viaje- sobre todo el de la vuelta- se volvió interminable. Además, es absolutamente necesario lograr los asientos más adecuados. Los “air bus” son eso: “ómnibus del aire” por lo cual se viaja como en los susodichos de tierra: apretados como sardinas en lata, con el agravante de no poder moverse ni para ir al baño porque los capitanes, con el asunto de que hay que atravesar la cordillera y los avioncitos se mueven como cocteleras, se encargan de mantenernos atados a los asientos durante toda la travesía. Lo mejor es viajar en asientos que den al pasillo, porque en alguna distracción del capitán y/ o azafatas, se puede hacer una escapadita al baño. Los peores son los asientos que dan a las ventanillas porque como están alineados de a tres, para salir hay que molestar a dos personas. Lo ideal es viajar con otros- de a tres, claro- y lograr que nos complazcan y nos pongan juntos. Hay asientos “preferenciales”. Son los que están en la puerta de emergencia, y los primeros después de la clase “A”. Es difícil conseguirlos, pero no imposible. El arreglo tiene que hacerse ANTES de pagar porque después no hay remedio. Insistan. Tampoco se dejen engatusar con la idea de que “los ponen unas horas de espera para la conexión en la sala VIP” porque la VIP de VIP no tiene nada, salvo comida y bebida, y ustedes no son seres para carnear. Además no es nada aconsejable comer como bestia antes de viajar. Vi a unos cuantos vomitando en las consabidas bolsitas de papel por haberse atragantado desaforadamente con todo lo que había en la VIP. Las sillas VIP son cuadradas y te dejan el queteconté ídem, además si intentás estirarte en alguna, una empleada con cara de pocos amigos te dirá que no se permite echarse en las poltronas, que te dirijas a la sala donde hay apoyapiés. Cierto. Hay sala con apoyapiés, sí, con las mismas incómodas poltronas cuadradotas pero tan helada que cualquier ser humano sensible desiste de inmediato el placer de poner las patitas para arriba.
Si el guía acompañante se pone medio impertinente y se empecina en no dejarte usar el baño en el momento apropiado- es decir cuando tenés necesidad- no le hagas caso. Andá cuando lo necesites, y, además, decile que ESO no se debe ni puede prohibir de ninguna manera. Imponete. Es cuestión de salud.
Los trámites de migración son –para variar- sumamente burocráticos. Hay que exhibir en cada uno de los hoteles el famoso papelito con el sellito de entrada y la cédula o el pasaporte que serán fotocopiados rigurosamente cada vez que te muevas. Entre hotel y hotel perdí el papelito. La transportista me hizo el trámite, pagué la multa y después anduve “atada” durante todo el viaje a la documentación; reclamaba su devolución apenas era fotocopiada. Ojito: No basta con haber entrado; en cada hotel se certifica que una es turista y que se queda durante tantos o cuantos días con X excursión.
Muchos hoteles tienen restaurante pero son “tempraneros”, así que si por alguna circunstancia después de un paseo se llega tarde, -como nos pasó a la vuelta de Machu Picchu-, es conveniente traerse algo para comer en la habitación porque de lo contrario, habrá que salir a buscar algo para hacer boca.
Otro interesante arreglo a realizar con respecto a los hoteles es obtener la posibilidad de un late checking out. De esa manera se evitará tener que quedarse un montón de horas sin derecho al uso de la habitación. ¿Por qué? Porque “despachan” a las 9 de la mañana- con mucha suerte a las 10- pero vienen a buscar a las 15 horas. Un verdadero disparate. Para el que quisiera, mediante el pago de un importe adicional, habría que asegurarle el uso de la habitación hasta-por lo menos- un par de horas antes de salir. El año pasado lo logré. Este año, no. Por eso lo enfatizo ahora en estos consejos.
Después de llegar y tomar posesión –en todos los sentidos- de la habitación en el hotel- hay que sortear otro inconveniente: NO HAY BIDÉLcopio textual lo que dice la RAE:
Del fr. bidet, caballito).
1. m. Recipiente ovalado instalado en el cuarto de baño que recibe el agua de un grifo y que sirve para el aseo de las partes pudendas.
¡Clarito! ¿No? Mi padrino que trabajó en la construcción, recién llegado de Italia, fue uno de los primeros en instalarlos en Uruguay. Según él, como nadie los había visto antes, se empezaron a instalar con las canillas contra la pared, pero él, que sabía lo de “caballito”, pensó siempre que la forma de instalarlo debería haber sido al revés: con las canillas “a mano”-para manejarlas con comodidad y no desde atrás- y, para usarlos montados-precisamente “a caballito”. Lo cierto es que el adminículo para nosotros, los rioplatenses, es de rigor. Por algún lado leí que hay otras culturas que no lo usan porque consideran que el chorro de agua tibia puede ser excitante para las mujeres. Yo confieso que nunca lo usé con esos torvos y malignos fines y sigo sin entender que se prescinda de ellos en sofisticados hoteles 4 o 5 estrellas. En algunos he visto que ponen una perversa ducha manual. No la adjetivo así porque pueda ser excitante-aunque quizás lo sea, en este mundo donde Alessandra Rampolla exhibe impúdicamente tantos chichitos sexuales nunca se sabe- sino porque cada vez que se la intenta usar, la muy hija de puta hace lo que quiere. Tiene y actúa con vida propia. Te moja la ropa, el pelo, el reloj, los lentes, las toallas, la ropa interior que dejaste en el perchero, el cepillo y la pasta de dientes, el secador de pelo, la jabonera, todo. Menos el culo.
¿Solución? Toallitas húmedas de bebé. Absorbentes, delicadas, perfumadas. “No es lo mismo aserrín que pan rallado”, pero ayudan.
También pueden plantearse otros inconvenientes, como el de que la caldera del hotel se rompa y te tengas que bañar con agua helada en la congeladísima mañana o noche cusqueña. El guía acompañante que llevaste de Montevideo, no te dará pelota y te dirá que “las calderas se rompen”. Así nomás, por lo tanto, las mismas toallitas húmedas que solucionaron tu problema de “falta de bidé” también te auxiliarán cuando te resistas a una ducha helada. Todo sea por Perú, que bien vale la pena.
Después de estas pequeñeces, -al fin y al cabo, a estas alturas, tenés que saber que los cronopios NO viajan sin inconvenientes-, dedicate a disfrutar de Perú, que tiene tanto para mostrarte.
Los city tour son todos interesantes, pero estoy segura de que el Museo Larco Herrera acaparará tu atención con una extraordinaria colección de objetos de oro y plata del Perú, pero sobre todo por la apabullante colección de arte erótico. Allí verás con ojos asombrados que en materia de sexo, no hay nada nuevo bajo el sol. Los Incas lo sabían muy bien. La guía te dirá que las esculturas se refieren a la fertilidad, y tú la escucharás con mucha atención tratando de que tu semblante no exhiba ninguna muestra de incredulidad o protesta enmascarada, como: “¡Qué fertilidad ni fertilidad eso es sexo anal!”
Otra cosa buena de este museo es que pude usar -adecuadamente- el correspondiente gabinete higiénico femenino. En otros lugares, me metí al baño masculino por confusión con algún sofisticado y ambiguo símbolo indicador. Acá estaban bien claritos. No me cupieron dudas.
Cuando vayas a Cusco tendrás que aclimatarte convenientemente a la altura. Lo mejor es tomar té de coca, -no en ayunas por favor- llevar agua para tomar durante los paseos, y comer liviano. Hay muchas tentaciones en las comidas y bebidas, pero la discreción y no salir en exceso de lo habitual te librará de retorcijones y otros malestares digestivos. A la noche, en la cena, podrás pedirte el trago estrella del Perú y cenar con él: UN pisco sour. UNO SOLO. Si cometés la imprudencia de tomarte dos o tres te irás,-lamentablemente- gateando hasta tu habitación. Además, a cada uno de los de la excursión que te encuentres por los pasillos le tendrás que explicar con cara de circunstancias que la exposición al sol durante el día te puso roja como un tomate. Por favor: no vayas a confesar que son los dos o tres pisquitos que tenés entre pecho y espalda.
De Cusco se dice que es un “museo al aire libre” y es verdad. Todas las obras que quedaron de los incas son asombrosas. El guía local te va a dar muchas explicaciones que son más bien suposiciones. Vos mirá, deleitate con lo que ves, admirá la extraordinaria labor de inteligentes seres humanos que existieron antes que vos, y pensá por un momento en lo vano de todas nuestras estúpidas preocupaciones sin sentido.
Para ir a Machu Picchu no te recomiendo-de ninguna manera- el tren EXPEDITION- que fue el que nos llevó a nosotros-, porque está bastante destartalado. Al punto de que a dos compañeras se les mancharon los gabanes con grasa de máquina que había sobre las mesas y posa brazos. La verdad es que por ese accidente, como compensación, nos dejaron volver en el tren VISTADOME- que no está tan venido a menos-donde ofrecen una merienda presentable, bailes y un entretenido show de modelos. Ese es el tren que tenés que elegir. Lo mejor es que lo tomes en la estación Poroy-que queda a unos 20 minutos del Cusco-no desde Ollantaytambo, por favor, porque queda mucho más lejos y hay que hacer una hora y media en el incómodo y trastabillante micrito, más otra hora y media de tren. En el VISTADOM saliendo de Poroy, la travesía dura tres horas, pero es cómoda, entretenida, placentera, y con un paisaje inigualable para ir fotografiando. No te dejes engañar. Acordate: VISTADOME desde Poroy. ¿Ta?
En el VISTADOME con el Saxra o Sajra-"diablo cascarrabias"- |
Como en el tren no te dejan viajar con una maleta grande y solo te permiten un pequeño bolso de viaje, tenés que seleccionar en Cusco, cuidadosamente, la ropa que vas a llevar. Yo cometí la estupidez de llevar únicamente los pantalones que tenía puestos. Como el hotel de Aguas Calientes, quedaba en un bajío, me los embarré completamente, los tuve que lavar, y pagar para que me los secaran. Como resultado, tuve que estar en paños menores en la habitación hasta que la empleada- con el connotativo nombre de Milagros- me trajo la prenda seca. Obviamente por este inconveniente me perdí el pisco sour de bienvenida y una vuelta por el pueblo de Aguas Calientes. Cronopio, cronopio, buenas salenas, baila tregua y catala.
Machu Picchu es indescriptible. Además de la energía que se respira, es un lugar de ensueño. Bien vale la pena sufrir estos inconvenientes. Así se aprende a viajar. Algún día lo haré por mi propia cuenta, con más conocimiento de causa, sin más intermediarios que los necesarios, seleccionando cuidadosamente destinos, hoteles y paseos.
Perú, por siempre Perú.