sábado, 11 de enero de 2020

EL PEPE DE KUSTURICA

´Foto tomada de Internet para ilustrar al Pepe de Kusturica

Dicharachero, alevoso, sabandija, a veces  simpático, transgresor, zaparrastroso y de pocas pulgas, así se presenta por todas partes cosechando  aplausos y críticas. Para nosotros y para el  mundo es “el Pepe Mujica”, y así se catalogaron todas las cosas que propició: desde las viviendas populares “para los pobres más pobres” hasta el asado—de calidad más o menos—que también fue “el asado del Pepe”.
Los periodistas que lo entrevistan, no siempre están de acuerdo con él, y muchos ciudadanos tampoco. Lo encuentran burdo, tosco, con las uñas mugrientas, desaliñado, sucio.  A él le importa un bledo que así sea. Estuvo  sometido a las humillaciones más burdas del universo, sufrió oprobios horrorosos,  no tiene porqué ser de otra manera. Y no lo es.

Otra foto de Internet: Es el Pepe, siempre. 


El documental de Emir Kusturica no escapa a los lugares comunes: El Pepe que  ceba mate, escupe el primero a un costado, le da el siguiente a tomar, —con cara de pícaro y gran divertimento— (porque Kusturica, como muchos extranjeros no sabe que hay que sorber hasta la última gota  y hacerlo sonar); la plaza Independencia; segmentos de la peli “Estado de sitio” de Costa Gravas; fragmentos de charlas con Rosencof y Fernández Huidobro, sus compañeros de batallas y de guerra. Cada uno con su estilo inconfundible. Cuando Kusturica le pregunta si se arrepiente de algo, él,  pese a haber sido un líder guerrillero, de lo único que se arrepiente es de no haber tenido hijos.
Mauricio Rosencof, el escritor y dramaturgo,   mantiene su empaque y actitud, fue un joven de buen ver, que participó de la lucha armada tupamara y no muestra arrepentimiento en ningún momento ni de ninguna manera.
Eleuterio Fernández Huidobro, el apodado “Ñato”,  falleció. En el documental se pueden apreciar sus juicios sobre sí mismo y sobre los rehenes —que fueron nueve—
Sin embargo, el Pepe de Kusturica, no es de ninguna manera el único. El verdadero Pepe tiene otras facetas que le ha grabado la vida a cachetazo limpio, por aquello de que — “como te digo una cosa, te digo la otra”—.
Si bien hay algún momento donde recibe  los improperios de un contra, me parece  que se mandó más de una barrabasada que habría sido digna de recordar, porque  el verdadero Pepe nunca se anduvo con chiquitas. Hasta ahora, dos por tres insulta hasta a sus propios compañeros de partido. Y más de una vez ha tenido que recular “porque se le fue la boca”
A mí me quedó grabado uno de sus despropósitos geniales: cuando le dijo al periodista Néber Araújo: “¡No sea nabo! “Y lo descolocó. No fue la única. Hubo muchas más. Pero no fueron—evidentemente— del interés de Kusturica, al que le interesó más el Pepe del cual habla todo el mundo: el Presidente más pobre del planeta, el que vive—según sus propias palabras: “como vive la mayoría”.  
 La música está poblada de tangos argentinos, que el Pepe y Lucía incluso  tararean. Por suerte, el cantante  Julio Sosa era uruguayo. Una pena, porque hubo grandes compositores uruguayos que habrían merecido andar entreverados por ahí. Pintín Castellanos, por ejemplo.
  La mayoría—tanto en Uruguay como en el extranjero— admira al viejo guerrillero, con  su forma de vivir acorde con una filosofía que lo ha caracterizado: la de la austeridad, la de  que cuanto menos tenés es mejor, y que no se necesita más de lo que él tiene.
Acorde con esa filosofía, que llama la atención a todo el mundo, no  vive en un palacio ni mucho menos. No es una granja es un rancho paupérrimo, con las paredes descascaradas. Tampoco usa pijama—sería un lujo— sino calzoncillos y camisa. Engancha sus chancletas y se levanta así nomás. Va a la carnicería personalmente a buscar carne picada. Comenta que Manuela le sale más cara que un chancho. (La película llevó su tiempo,  fue hecha antes de la muerte de Manuela). Al volver a su rancho, se lo ve en plena tarea, preparándole la comida, mientras Manuela se lame y lo observa como si fuera un dios. Y para ella, — y para muchos— lo fue y lo es. Sin lugar a dudas. Parecería que para Kusturica también—a juzgar por el documental—. Al menos, lo mira con devoción y picardía. Y sus adeptos también. Pero, insisto,  no es la única campana. Hay otras que habrían merecido algún tañido para que la película no fuera la apología que es, ya que  resalta la figura del Pepe pobre, el solidario, el que vive en un rancho, con la mujer que eligió para compañera. El mismo que dice  que el amor es el mejor refugio. Y quizás lo sea, por cierto. Pero faltan matices que  los uruguayos sabemos que están por ahí. El héroe también puede y tiene sus caídas, sus desmayos, sus falencias. Y también lo sabe. Y tampoco le importa. Pero, decíamos, este Pepe es el “Pepe de Kusturica”. Así se puede ver y también discutir y polemizar. Total  a él, le importa un rábano.

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