Indudablemente
Diane Keaton fue una de las mejores.
En el libro es recordada con gratitud—y sobre
todo, afirma que recurre a ella cuando se trata de tener una opinión confiable—.
Diane estuvo aquejada de un mal frecuente en
las mujeres que quieren mantener la delgadez—y lo logran, pero a costa de su
salud— Nada de eso sabía Woody Allen quien se enteró décadas después.
Un hecho llamativo: no aparece rencor en ningún comentario. Diane Keaton es
recordada por su afición a comer toneladas de alimentos—marcada por la
enfermedad—
“Por supuesto que comía como
Primo Carnera. Jamás vi a nadie, fuera de un campamento de leñadores, zamparse
tanta comida como ella.” P197).
Pero salvo el toque humorístico, no hay más
nada que nos haga sospechar de un sentimiento negativo hacia la persona de
Diane. Me pareció de su parte, un acto de enorme generosidad. No la recuerda
por sus errores, ni por sus desaciertos, tampoco por sus diferencias, sino por todo lo que le brindó su compañía. No
es nada fácil mantener una amistad así, después de haberse revolcado
gozosamente y, haberse dejado. Quizás, —diría— habría una percepción de su
persona como “joven desgarbada”—cuando entra al estudio, en su primera
entrevista, en su deseo de impresionar bien, en su marcada tendencia a pedir
disculpas por todo, pero eso no es nada extraño en una joven “fabulosa, adorable,
graciosa, con un estilo totalmente original, natural, fresca”.
El ático frente al Central Park fue una
disfrutada elección, y la convivencia tuvo sus buenos momentos:
“como sea, al regresar a
Nueva York, le entregué a Keaton una llave de mi ático, y ahí estábamos los dos
cretinos, como decía ella, viviendo entre pijos, en un piso alto delante de
Central Park desde donde, si uno se paraba en la sala, tenía un panorama
despejado de toda la ciudad, desde el World Trade Center hasta el puente de
George Whashington”. (p 200/201)
(…) Guardo los mejores
recuerdos de esa época”. (p 203).
Sí. Indudablemente fue una
de las mejores.
Nada de rencores, ni de
reproches— que cansan a más no poder; sobre todo cuando cada uno ha tomado una
posición diferente—. Sin embargo—casi un milagro— permanece en su memoria con nitidez y agradecimiento.
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