En estos tiempos que corren,
se estableció una verdadera y perversa persecución a las gordas.
En siglos anteriores, las redondas campeábamos como las
mejores. Yo recuerdo a mi abuela de crianza, dándome consejos para que
engordara, porque, según ella, nadie me
iba a invitar a salir y mucho menos a bailar si no ganaba unos cuantos kilos de
peso y me redondeaba convenientemente. Eso no ocurrió en mi juventud, siempre
fui una flaca perchenta, pero, llegados los años maduros, me empecé a redondear
como quería la nona. Ocurrió sin darme cuenta. Ya conté en otro artículo, la
sorpresa que me llevé cuando me vi en el shopping en una televisión que captaba
a los paseantes. Me había convertido en una gorda infame y no me reconocí-azorada
por completo- en la gordinflona que
veía. Fue catastrófico. Lo mismo me pasa
cuando me veo en fotos actuales. No importa que ropa haya elegido para ponerme.
Me convertí sin lugar a dudas, en la
encarnación de Pochita Morfoni, y, de yapa, sin adecuada movilidad en las
piernas.
Hace años, me había concientizado y me puse a dieta con una
especialista/ acupunturista. Tuve éxito, adelgacé 15 kilos, pero después dejé
el programa de tratamiento, que, por cierto era bastante severo, y volví a
recuperar los kilos perdidos y aún más.
Hoy, revisando fotos viejas, me puse melancólica. Se me dio
por pensar que le erré al tiempo de
vida, porque en el siglo diecinueve, habría sido cotizadísima, como lo fue
Emilia Pardo Bazán, o, sin ir más lejos, Carlota Ferreira, que cuando la vemos
ahora, pensamos que habría sido muy bueno que perdiera unos cuantos kilos para
que, por lo menos, le bajara la papada enorme que tenía. Esa gorda sin remedio,
sin embargo, con esa papada kilométrica que vemos ahora, en el
retrato que le hizo Blanes padre, tuvo en jaque, a Blanes padre, a Blanes hijo,
y al mismo Horacio Quiroga que se había enamorado de la madre y de la hija. Además
de otros tantos que deambularon locos de
amor por la rellena. Por eso, reitero: le erré a la época. Debí nacer en ese
tiempo.
Pero, como no fue así, me tengo que conformar con lo que
tengo actualmente y, quizás algún día vuelva la moda para las gordas sin
remedio como yo. Entonces, y solo entonces, todos los kilos demás que tengo, se
volverán providenciales.