Actividad 1) Carnaval
Foto en el teatro de verano, Propaganda de Antel
Desde hace
muchos años soy abonada del Teatro de Verano Ramón Collazo. Y paso el carnaval
mirando los grupos que compiten.
Este año, me dediqué más a observar a las murgas, que
siempre han llevado la batuta en cuanto a la crítica política y social. Por
supuesto que los temas principales rondan todos los aconteceres donde hubo
errores de todo tipo. Y los comentarios son muy mordaces.
Me entretienen, pero al mismo tiempo, me hartan. “Más
de lo mismo” termina pudriéndome a más no poder. Sin embargo, miro con interés
cuando la crítica está bien dirigida y se puede aceptar sin reparos. Dos
murgas- hasta el momento vistas- son las que se llevan las palmas: una es “La
Gran Muñeca” con una impecable actuación de Aldo Martínez que es un verdadero
artista y hace todo bien. También me gustó mucho “Nos obligan a salir”, otra
murga con críticas mordaces, pero llenas de sentido. Las dos Jimes se llevan
todas las palmas. Sin lugar a dudas.
De todas maneras en el Teatro de Verano hay dos
aspectos que me siguen perturbando: Uno, es el sonido altísimo que le dan a los
conjuntos; lo soluciono con tapones para
los oídos, que atenúan el rigor del
impacto. Y el otro, es la tirada de papelitos, que, desde un sitio de
privilegio son precipitados con máquinas mortíferas, en momentos adecuados,
cuando estamos absortos mirando el espectáculo. Como las tiradas son sin previo
aviso, pueden asustar a cualquiera.
Además, los niños los recogen del piso,
con la consabida mugre que eso ocasiona.
Actividad 2) Lectura
"Escribir un silencio". El libro en cuestión
Otra actividad que tiene lo suyo es la lectura. Hace
poco me regalaron un libro de Claudia Piñeiro: “Escribir un silencio”; es una interesante recopilación de textos
que publicó separados en otros medios. Uno de ellos me llamó mucho la atención
porque lo he sufrido en persona. Hace años, iba a un gimnasio a practicar
taichí. Me llevó muchos años aprender figuras y series sencillas, y, durante
mucho tiempo, fui feliz. Ahora, debido a una artrosis galopante que me tiene la
rodilla derecha a mal traer, no lo puedo practicar más porque cuando se ve desde
afuera parece una coreografía, pero, en
la realidad, es un arte marcial. Algunos
movimientos, pueden ser defensivos y su agresividad puede lastimar al oponente.
Dentro de los múltiples deportes que se ofrecen para
practicar, está “el spinning”, en los gimnasios de Uruguay, que se
lleva a cabo en unas bicicletas fijas, con un instructor que da las
indicaciones adecuadas y los participantes se empeñan en seguirlos. Con una
música de fondo, bastante alta también, se “suben cuestas”-hay que pedalear con
más fuerza- y sirve para ejercitar la musculatura de las piernas. Tengo amigas
que lo practican y salen muy remachadas
pero con la convicción de haber hecho lo debido para bajar de peso y mantener
las piernas y el resto del esqueleto, en
buen estado.
Precisamente, en el libro de Claudia Piñeiro, encontré
un texto referido a este asunto. Ella lo tituló: “La secta de la bicicleta indoor”. Está escrito con su maestría
increíble, despliega toda su sagacidad para contar sus experiencias en este
mundo que abordó-como yo- ya crecidita. El afán –el mismo que el mío- es “hacer
ejercicio”. Se sabe que es una necesidad y nos anotamos, casi siempre, sin pensar si es adecuado o no a nuestros
físicos. El texto de Claudia Piñeiro me
llevó a reflexionar sobre las actividades del verano, que no siempre se adecuan
a nuestros físicos o a nuestras edades, pero que tratamos de llevar a cabo para
sentirnos más o menos bien.
Si lo logramos o no, no depende absolutamente de
nosotros, sino de las múltiples circunstancias de la existencia.
¡Mucha suerte!