lunes, 11 de junio de 2012

VIAJE AL NORTE ARGENTINO Cómo lograr que un buen mozo se siente en tu falda

El sonriente morocho en cuestión tratando de incorporarse con hidalguía



Al guía coordinador Carlos, con mucho cariño le dedico esta humorada.

En la crónica anterior me referí a olvidos y extravíos. Los que les conté no fueron los únicos. Uno de nuestros compañeros perdió un hermoso anillo de oro-diseñado por él mismo- y, lamentablemente, no lo encontró.
Los viajes sirven para muchas cosas, no únicamente para conocer lugares y personas “diferentes”. ¿No me creen? Sigan leyendo.
Ya les comenté que la mayoría de los viajeros éramos de edad provecta. Es decir con más años que Matusalén. Entusiastas, eso sí, como el que perdió el anillo que tenía algo así como 87, andaba casi todo el día  de bastón y jadeaba e incordiaba a su pareja cuando subía al ómnibus, pero apenas sonaba alguna música  largaba el palo auxiliar  y bailaba como un trompo- lógicamente con bailarinas jóvenes- Más difícil es lograr lo del título. ¿No?
Porque salvo que seas Susana Jiménez o Moria Casán- dos vetes que son famosísimas por tener perros espantosos que portan en bolsos ídem pero carísimos(los perrillos y los bolsos)  y-además- unos acompañantes esplendorosamente jóvenes y divinos, vos no vas a poder conseguir lo mismo que ellas así nomás. Al que generalmente tienen de  turno, lo llaman “toy-boy”  algo así como “chiche-niño””.  En realidad, se pueden dar el lujo de tener todos los “chiches” que se les cante. Aunque a vos te parezca que están viejas, gordas y  recauchutadas a más no poder son famosas y adineradas.”Por la plata baila el mono” y- el “chiche”-. ¿Entendés?  ¿Quién les va a decir que no? Por cierto que más de una vez, “los chiches” cobran vida y junto con la vida les “cobran” también sus buenos dineros por los servicios prestados durante “x” tiempo de relación. Pero, repito, salvo que seas una de ellas, vos no tenés esas opciones. Por lo tanto te invito a que sigas mis consejos.
Lo primero es lo primero:
·        Elegí una agencia de viajes que tenga algún guía coordinador que esté potable. Es un poco difícil que lo consigas soltero, pero un divorciado de alrededor de cuarenta años, no es un imposible. Muchos más años no, porque ya viene con muchas mañas. Asegurate que ese y no el otro petiso pelado y  chueco será el designado  para ir en el viaje que vos elegiste.
·        Acto seguido, señá un pasaje en el primer asiento del ómnibus. Hacelo con tiempo, porque otras “sexalentes”  van a tratar de hacer lo mismo que vos y si no te apurás corrés el riesgo de perder el privilegio, querida. Te aconsejo que reserves el  número 2, que da al pasillo. No elijas el de la  ventanilla porque no va a servir para tus propósitos. El asiento 2, sí. Es útil en más de un aspecto. Por ejemplo, cuando paran con la intención de que el pasaje use los baños de los paradores, estás en condiciones de saltar lo más raudamente que te lo permitan tus patitas para ser la primera en llegar. Eso provocará una envidia masiva en el resto del pasaje, que al igual que tú tiene la vejiga a reventar. Además, cuando el guía -que elegiste cuidadosamente, no te olvides- vaya a utilizar el micrófono que está escondido en el portaequipajes-del primer asiento, obvio- tú tendrás el privilegio de oírlo y contemplarlo muy bien, aún sin micrófono. Hasta podrás sentir su perfume-si usa- y si no usa, por lo menos le podrás sentir el rico desodorante. Porque él-al principio- va bien bañadito y fresquito, y se va a bambolear-para hablar, aclaro- frente a ti. ¡Estupendo espectáculo, dear!  
·         Al cabo de unos cuantos días, después de atender los pedidos demandantes de treinta y cuatro pasajeros rompehuevos,  que han perdido de todo, que se han sentido  mal, que se han caído, etc. poco a poco, el guía prolijito del comienzo, empezará a perder paulatinamente su estupendo equilibrio. En los primeros días hará todo bien. Sacará el micrófono, lo enchufará enérgicamente con precisión;  cuando no le funcione, hablará sin él y  le dará el humor para hacerlo arreglar en la primera localidad y regresar al día siguiente con el artefacto en condiciones y  con una estupenda sonrisa.  Pero al sexto o séptimo día, ese guía meticuloso, servicial y eficiente se-  va- a- ir-lentamente- “desplanchando”-. Verás que le han salido unas tremendas ojeras-le quedan divinas, al morocho- y toda su eficacia quedará reducida a un balbuceo tembloroso. El pobrecito intentará cumplir con todas sus funciones, pero ya no da más. Sus camisas celestes están desvaídas, sus pantalones oscuros lucen arrugados, - ya pasó a usar unos “cargo” con la camisa por afuera - y ya no saca el micrófono con autoridad. De todos modos, con gran experiencia en el manejo de situaciones de esta índole, seguirá balbuceando sus recomendaciones.
·        ¡Está llegando tu oportunidad! ¡Ya no tiene  la estabilidad que lo ha caracterizado durante casi todo el trayecto!
·        Llegará un momento, -tendrás que estar bien atenta- en que en un leve barquinazo de ese ómnibus-casa que los llevó y los está trayendo- trastabillará, forcejeará desesperado para no caerse- y ¡zás!  ¡Ahí estarás tú,  sentada en ese segundo asiento de posición privilegiada para recibirlo en tu falda! ¡Intentará levantarse! ¡No te preocupes! ¡No podrá! ¡Está extenuado; hace más de diez días que está sin sus afectos!(Es divorciado, pero no bobo)  ¡Sujetalo con firmeza! ¡Inmovilizalo! ¡Es tu momento de gloria!
·        ¡ Pedile a algún otro pasajero-si es varón mejor- porque el resto de las mujeres jóvenes, de mediana edad y viejas, estarán verdes de envidia- que te saque una foto con el morocho en la falda! ¡Te la mereces!

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