"Pinchaglobos, anticipador de desgracias, "radio cicuta" |
Sri Sri Ravi Shankar, el fundador de la ONG “El arte de vivir” vino a Uruguay.
Como ya saben la mayoría de mis lectores, el año pasado hice el cursillo y escribí algunas impresiones en mi blog. Vuelvo a repetir algunos conceptos en forma breve: ningún cursillo nos devuelve al ser querido que perdimos, ni nos quita el pesar, ni nos devuelve la felicidad. En mi caso, se trató de mi querido esposo, mi compañero de ruta, mi “todoterreno”, el sol de mi vida, mi otra mitad, con quien llevábamos más de cuarenta y cuatro años de matrimonio. En los tiempos que corren, no es poca cosa una unión tan duradera. Por otra parte, los que nos conocieron, saben que éramos el uno para el otro. No es una mera frase. Es la verdad.
El cursillo tuvo la virtud de vincularme con personas que estaban buscando lo mismo que yo: alguna alternativa para combatir la tentación de abrir la llave del gas para pasar lisa y llanamente para “el otro lado”, y, -en cambio- volver a encontrarle sentido a la vida. A través de los ejercicios de respiración de los cuales varios (y varias porque las tenemos a ellas también) periodistas del país se han burlado hasta el infinito, y con prácticas estratégicas, yo logré una especie de “mejoría” o, por lo menos, una visión diferente a la que llevaba antes de empezar. Además, desde ese momento, tengo un “angelito”. (Un vínculo nuevo con una persona desconocida que se establece para hacer las prácticas). Nos convertimos en amigas, nos acordamos del cursillo y nos seguimos comunicando.
Una de las prácticas de convivencia que me pareció más efectiva para lograr un entorno armónico es-indudablemente- “no pincharle el globo a los demás”. ¿Es nueva? NO. NO ES NUEVA. Pilar Sordo, la psicóloga chilena cuyo libro ¡Viva la diferencia! la catapultó a la fama, publicó el libro largamente anunciado: Bienvenido dolor donde después de una investigación sobre la felicidad, brinda ideas para aprender a situarse frente a las circunstancias dolorosas. “La llegada del dolor es inevitable-manifiesta- pero la elección por el sufrimiento depende enteramente de nosotros.”
En ese libro, nos describe a este personaje del cual tenemos que huir despavoridos. Ella le llama: “el anticipador de desgracias”. En el cursillo El arte de vivir, lo llamaban el “pinchaglobos”; y el consejo que había que poner en práctica era: “No le pinches el globo a nadie, porque apoyar el entusiasmo es apoyar la vida.” “El pinchaglobos”, o el “anticipador de desgracias”, es esa infaltable “persona” que cuando le planteamos algo que vamos a hacer, o algo que nos hace ilusión, o simplemente le comentamos una noticia o una situación, no encuentra mejor cosa que mortificarnos:
“Extrañamente, cuando una mujer está embarazada es cuando peores noticias recibe sobre embarazos malos y partos complicados. Nunca falta una “amiga” que en forma cariñosa empieza a contarnos que “la Gloria tuvo el bebé con el cordón umbilical enrollado, casi se muere, la presión la tuvo en veinticinco, el bebé nació porque Dios es grande, pero tú te has sentido bien, ¿cierto?”
Este ejemplo que “la Pili” plantea con su gracejo chileno, nos lleva al meollo del tema que hoy voy a tratar.
No voy a hablar de las “bondades” de “El arte de vivir” ni voy a discutir si el Guruji es un “chanta” o un charlatán. Que cada cual juzgue según su real saber y entender, si es un santón aprovechador y o si será-como también lo fueron los profetas bíblicos-, algún ser más adelantado que otros que propone un “modo” de vida un poco mejor que el que tenemos en Occidente. Tengo a medio escribir una crónica más extensa sobre el dolor y las posibilidades para sobrellevarlo, pero no lo voy a hacer en este momento. Ahora quiero referirme a estos “pinchaglobos” o “anticipadores de desgracias”.
Yo les elegí otro nombre: “RADIO CICUTA”, porque cada vez que hablan escupen veneno. Son “mala onda”, y profundamente negativos. Hay variantes de estos personajes, como algunos que la superstición popular asegura que atraen a la “yeta”-palabra coloquial rioplatense que significa “mala suerte”-. Esta idea no se ha desarrollado únicamente en el Río de la Plata. En un interesante libro de conversaciones entre Plinio Apuleyo Mendoza y Gabriel García Márquez, aparece el calificativo “pavoso”. (En Venezuela- el lugar donde lo aprendieron- llaman “la pava” al efecto maléfico que pueden tener actitudes, cosas y seres.) Y como Gabriel García Márquez lo cree a pies juntillas les huye como a la peste cuando los reconoce:
Le pregunta Plinio: “¿Qué haces cuando encuentras a una persona así?”
Y Gabriel García Márquez le contesta: “La evito. Sobre todo no duermo en el mismo lugar que ella. Hace algunos años, recuerdo, alquilamos con Mercedes un apartamento en un pueblo de la Costa Brava. Descubrimos de pronto que una vecina- una señora que vino a saludarnos- tenía “pava”. Yo me negué a dormir en aquel sitio. De día estaba allí, pero no de noche. De noche me iba a dormir al apartamento de un amigo, Mercedes llegó a molestarse por eso, pero yo no podía hacer otra cosa.” (El olor de la guayaba Editorial Oveja Negra 1983)
Lo malo es que las personalidades negativas nos quitan el buen humor y nos producen malestar. En sus versiones más “livianas” son esos conocidos que nos encontramos en la calle y que nos cuentan con pelos y señales episodios que han tenido que ver con su salud, con la salud de sus allegados o con la de su mascota y nos cuentan todas sus peripecias. En sus versiones “pesadas” son como los que describe Pilar Sordo. Todos conocemos alguno.
Saquémosle el cuerpo a los pinchaglobos, a los anticipadores de desgracias, a los seres pavosos. Busquémosle un sentido positivo a la vida. No nos vinculemos ni nos enredemos con seres negativos, busquemos-en cambio- a los que nos alientan a seguir adelante en el camino. ¡Afuera los “radio cicuta”!
Ma sí, hai ragione, Alfa. Ci sono dei tipi che vedono solamente la cosa negativa. Los eternos insatisfechos,los miedosos. Hay un chiste bellisimo, pero decididamente un " pò spinto", si dice in italiano.No me atrevo a publicarlo acá. Pero estoy segurísimo que si te lo contara de viva voz te reiría como me reí yo y como hago reír a las personas que me escuchan( quizás porque son siempre mujeres).
ResponderEliminarSon esos tipos o tipas que tienen siempre la cara amargada del empleado de funeraria y que merecen ser cornudos toda la vida.
Ciao, bella. He conseguido un restaurantito-taguara en Montevideo cerca del Montevideo Shopping, que preparan una arepa venezolana exquisita, la Reina Pepiá...Si quieres y no me consideras demasiado viejo para acompañarte me gustaría invitarte. Vienes? Ciao.
Yo les llamo a esas personas, "mala vibra", y también trato de alejarme de ellas o si no tengo más remedio que estar cerca, me recubro de "mi huevo"....es como que me protejo metiéndome en un huevo imaginario que me aísla y evita que sus ondas negativas me lleguen.
ResponderEliminar¡Sí, Juani! ¡ Hay que "conminarlos"-como dice Puglia- a que estén lo más lejos posible de nosotros y si no podemos alejarlos, tenemos que envolvernos en el "huevito propio"!
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