sábado, 1 de febrero de 2014

DE LA DOCENCIA: LA MALDITA EVALUACIÓN

Instrucciones  para corregir exámenes internacionales de español y literatura
EXÁMENES
Pedro Miguel Obligado
Siempre sueño que estoy por dar exámenes
y se va a descubrir mi insuficiencia
que acosado por preguntas sin clemencia
no sabré contestar cuando me llamen.

Sufro como un artista en su certamen
como un preso que espera su sentencia
como todos, durante la existencia
pendientes de una prueba y un dictamen

Quizás siento al soñar, que está en mi mismo
la sombra de la noche circundante,
y temo cual luz sobre el abismo.

Luego cuando despierto cada día
veo que sigo siendo un estudiante
y debo dar examen, todavía.


Hay muchas tareas  que tenemos que hacer durante nuestro  ejercicio docente.  Una de las más difíciles es EVALUAR.  Sea con el sistema que sea, la evaluación es siempre una tarea compleja. No importa si usamos  números, letras o juicios. Queremos “ser justos”, pero no siempre lo logramos.  En el sistema americano, hay números que equivalen a letras, y –además- el alumno y sus padres o tutores tienen bastante a menudo una idea de cómo van sus calificaciones. Cada poco tiempo hay lo que se llama en inglés un “progres report”, que no es la calificación “oficial”, la que va a ir al supuesto “carné” que tampoco es  un carné sino una hoja de evaluación periódica-.  El “PR” es una idea aproximada de cómo “va el aprendizaje”, es decir  cómo “rinde” el estudiante.  Para la evaluación hay que tomar  en cuenta todas las  actividades, los escritos, los orales, los proyectos y todo lo que se  haya “marcado” para ser evaluado con su correspondiente porcentaje. Las notas van desde la mínima -que se señala con la letra “D” y numéricamente va del  60 al 69-. Es nota de pase pero nadie se alegra porque es la calificación más pobre. Le sigue la “C”-del 70 al 79, también considerada “pobre”, y luego viene la “B” y la ansiada “A”.  Los planos intermedios se señalan con el signo de menos o el signo de más.  Por ejemplo: si un alumno tiene 85 es una “B” –sin más y sin menos- pero si tiene 88 es una “B+” y si tiene 82 es una “B-“. Lo más difícil son esos pasajes de la B+ a la ansiada “A, que también puede ser “más o menos”.
Corregir pruebas escritas es –quizás- lo más complejo. A mí siempre me pareció una broma de mal gusto que digan que los profesores trabajamos menos horas y tenemos cantidad de días de vacaciones, porque no únicamente estamos en clase las horas reglamentarias, sino que tenemos que prepararlas y corregir  pilas- y aquí me refiero literalmente a los “montones” de escritos que se nos vienen encima cuando tenemos grupos numerosos- Además tenemos que seguir preparándonos para cumplir en forma eficiente nuestra labor, por aquello de que “camarón que se duerme se lo lleva la corriente”.  En las pruebas del programa Advanced Placement (que quiere decir Posición Adelantada,) se evalúa según criterios establecidos por especialistas. Yo fui varias veces a corregir exámenes de Español y de Literatura a Estados Unidos. Allí-además de haber enseñado durante mis veinte años de permanencia en el UAS, esos cursos- recibía/mos un “training” (entrenamiento) especial. Esos exámenes no son corregidos por un único evaluador, sino que se dividen en “partes” y cada evaluador corrige la suya. Finalmente –reunidas las partes que corresponden a un mismo examen- una mesa especial –“jefa”  asigna la calificación final. “La posición adelantada” significa que según la calificación que obtenga cada estudiante en las distintas materias, puede “adelantar” sus estudios universitarios por medio del sistema de “créditos”.  Un  estudiante que haya logrado buenas calificaciones en varias áreas, puede “saltar” un año de estudios universitarios y comenzar a cursar el segundo año, en lugar del primero. ¿Difícil?  Quizás. Pero no es imposible. Hubo varios estudiantes que lo lograron. 
Mientras el estudiante se prepara para su futuro universitario y va dando los exámenes que le darán más posibilidades de acuerdo a sus inclinaciones, hay que evaluarlo con firmeza. Si  se le evalúa así, comprende que ya no está en la escuela donde  una maestra le daba todas las materias y le ponía en los cuadernos: “¡Adelante!” En la Secundaria el “impulso” principal para progresar es  la perseverancia. No se necesita ser un genio para concluir un bachillerato, pero hay que poner esfuerzo. Si está preparándose para los exámenes internacionales, hay que calificarlo acorde a ese régimen para que no reciba “sorpresas” cuando  venga de Estados Unidos la calificación final.
Yo hice todos los cursos de evaluación que me propusieron y además procuré no ser agresiva. Una quiere que el estudiante aprenda, por lo cual de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia se le debe humillar o censurar. Corregir escritos me llevaba mucho tiempo.  Me pasaba fines de semana enteros sin asomarme al exterior leyendo y anotando en una hoja los distintos errores o enmiendas para presentarlos como ejemplos.
Apenas me veían llegar me salían al encuentro preguntándome “¿Qué saqué?” Pero fueron comprendiendo que además de la calificación tenían que aprender a lidiar con la evaluación en otras “asignaturas” vitales. Esa instancia no iba a ser la única.  Somos  “evaluados” durante toda la vida, -como lo señala el poema de Pedro Miguel Obligado que solía llevar a clase para que lo tuvieran en cuenta-.  Hay que preparar/se para ser "evaluados" constantemente, en todas las áreas de la existencia. 
Procuré ser lo  más cuidadosa  posible a la hora de plantear las mejoras en la expresión escrita. Nunca  le dije a un estudiante: “mirá que estupidez lo que escribiste”.  En uno de los tantos cursos que me mandaron a hacer,  aprendí a hacer “presentaciones colectivas”. Planteaba los errores en clase, -sin decir en qué escrito los había encontrado-, y cuando eran garrafales los presentaba con el nombre de “perlas” al final de la corrección.  Con esas “perlas”,  les aseguro que si hubiera querido podría haber escrito varios libros como los del maestro Firpo.
Ninguno me llegó a escribir que “los indios eran muy penetrantes” ni “qué porquería es el glóbulo”, pero  sí tuve  alguno  que  al final del escrito me puso:
“Profesora hice lo que pude;  después de “sexudos” estudios, aquí tiene el resultado.”
Otra perla-muy recordable- fue en un escrito sobre  Hamlet en uno de los liceos públicos. Yo les había recomendado que –en lo posible- memorizaran alguna frase para intercalar en su  comentario. (-Una manera como otra cualquier de verificar si habían leído el texto-)  El alumno-, lo recuerdo perfectamente- intentó escribir una frase “contundente”,  pero no sé si por traición de su memoria o de sus hormonas, refiriéndose a una frase que Hamlet le dijo a Ofelia escribió:

        “FRIGIDEZ, TU NOMBRE ES DE MUJER.”

¿Cómo se puede hacer para corregir sin herir susceptibilidades?  Como ya expresé “las perlas”  las presentaba en forma colectiva, -sin decir el nombre del que la había creado- la escribí en el pizarrón, les dije que la frase no era la correcta, si querían corregirla y decir realmente cuál  era la “verdadera”, la que correspondía. La mayoría sabía que la palabra era FRAGILIDAD, pero no sabían qué era FRIGIDEZ, y para eso había siempre un “mataburros” a mano.  Los más suspicaces captaron que el significado  no era el adecuado. Hamlet no había querido decirle a Ofelia que era fría o que carecía de deseo sexual.
Sé,- porque después de mayor me lo encontré en algún recodo de la vida-,  que el  hombre adulto, no confundió nunca más en su vida esas dos palabras. Es un médico brillante, buen lector, que se acuerda hasta hoy de Hamlet, pero más que nada de la fragilidad / frigidez de Ofelia.

3 comentarios:

  1. Me siento muy identificada!!!!!!

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  2. ¡Me suponía que sí, Mabel! Nuestra tarea es gratificante, pero la maldita evaluación es incómoda y muchas veces no dejamos conformes a nuestros alumnos. Sobre todo en la expresión escrita. ¡Les cuesta mucho! Les parece que si reproducen las notas que tomaron en clase- sin ton ni son, si armar nada- ya es suficiente para que les pongas una "A"- y cuando se encuentran con una nota más baja comentan: ¡pero yo te puse todo lo que vos dijiste! ¿No te ha pasado?

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  3. Muy interesante tu punto de vista. No estuve cerca de la docencia (ni lo estaré) pero me has dejado pensando en lo difícil que es "ajustar" a números y a letras a otro ser humano. ¡Tarea de Titanes! Gracias.

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