jueves, 24 de enero de 2019

Marie Kondo y su magia del orden

Ordenando la casa y la vida con Marie Kondo 



Como se puso tan de moda el método de ordenamiento de Marie Kondo, me compré uno de  sus libros en Buenos Aires. Si bien hay muchos videos en youtube, pensé que sería mejor leerlo para ver cuál era la filosofía de guardar/ descartar.
Pero la moda “Marie Kondo” continuó, al punto de que Netflix subió una serie en la cual Marie Kondo, respaldada por una traductora, visita las casas de diversos  estadounidenses hambrientos de organización. Los hay muy variados. Desde parejas, hasta viudas que acongojadas,  no pueden resolver de qué  y cómo deshacerse  de los enseres de sus maridos fallecidos. Ese capítulo fue para mí uno de los más conmovedores. Yo también tuve que luchar (y aún lucho) con las pertenencias de mi esposo fallecido. No me fue fácil deshacerme de  algunas cosas de valor sentimental. Y lo hice-y lo sigo haciendo-  en etapas. Primero la ropa- que se llevó el hermano, sin importar si le servía o no- luego los libros- que se llevaron sus colegas  abogados- y por último lo de valor sentimental. (Aún  tengo objetos de los cuales no me desprendí: sus títulos universitarios; sus cartas, sus dibujos alusivos a diferentes circunstancias de la vida.) Sé que algún día tendré que deshacerme de TODO- o lo tirarán todo a la basura, mis deudos-  pero ¡luchó tanto por esos títulos! ¡Fue tan amoroso como esposo! Los objetos sentimentales no tienen ningún valor económico; es muy probable que sea lo primero que tiren los deudos cuando me muera, y, sin embargo, yo los mantengo en una caja que compré con ese propósito. En fin. Ya veremos Marie Kondo si te hago caso  o  no.

En las redes sociales he leído de todo: desde entusiastas expresiones de agradecimiento, hasta las más mordaces (y procaces) expresiones de denostación. En realidad, en las redes, está el método “KonMari” explicado por las personas más heterogéneas. Más o menos todos hemos captado el asunto de guardar la ropa en “rollitos”- resulta práctico hasta para armar una valija-.También es práctico deshacerse de las cosas que no usamos y que pueden servir a otras personas. La  japonesa hace una especie de oración para “saludar a la casa” y también despide a las cosas “con alegría”- quedándose únicamente con las que despiertan “felicidad”. Lo difícil del procedimiento es darse cuenta de cuáles son los   sentimientos que provocan los objetos. Yo lo he resuelto como he podido y lo sigo resolviendo de la misma manera. Me despierta alegría lo que me sirve, y me disgusta lo que me queda chico porque me recuerda que tuve tiempos mejores. Así de sencillo. No guardo nada que me quede chico. No creo que tenga voluntad para bajar treinta kilos que me hagan volver al peso de mi juventud. Lo único que lavé y guardé, es una blusa que supo ser blanca-talle 46-  y que la usé  cuando me casé. En la actualidad parece la blusa de una niña, pero la llevé cuando tenía veintiún años y pesaba sesenta kilos. Más bien me produce  “nostalgia de los tiempos que han pasado”,-como dice el tango SUR-  pero no me dio el coraje para descartarla. En realidad, no me despierta alegría sino azoramiento (¿cómo pude caber en esto tan chiquito?), y me retrotrae a remotas épocas- de cuando era feliz a más no poder y no me daba cuenta.
No me pude desprender de ella. Ahí está viendo pasar el tiempo

Según Kondo, hay que elegir meticulosamente lo que se desecha y lo que queda. Así ha sido siempre. A la japonesa hay que felicitarla, porque puso en marcha una industria: va a las casas, las saluda,  fabrica cajitas para archivar, señala como descartar, como doblar, como ordenar y se va siempre con una sonrisa. Al fin y al cabo, todos tenemos que hacer lo que podamos  con los cachivaches. ¿Se puede lograr un ordenamiento mejor? Sí, se puede. Además,  se puede prescindir de más de un objeto obsoleto perdido entre los placares. Es un esfuerzo que vale la pena.
Orden  estilo Marie Kondo- la verdad es que se ocupa mucho menos espacio-


Las críticas mordaces se detienen en la meticulosidad del excesivo descarte. Por ejemplo, yo,  por ahora, no puedo quedarme con nada más que  treinta libros. El año pasado descarté todos los de docencia, pero aún así tengo más de dos mil ejemplares. Muchos tienen conmigo un profundo arraigo sentimental. Me los buscaron y regalaron personas queridas.  Están dedicados, señalados, escritos, y  llevan parte de mi alma. Así que ahí se quedan, como mudos compañeros de vida.
  –Como señalaba Cortázar:
 “Los libros van siendo el único  lugar de la casa donde todavía se puede estar tranquilo”.   







jueves, 10 de enero de 2019

SUPERCHERÍAS

Túmulo en el "Valle del hilo de la vida" ¿tumba indígena o monumento religioso?

La foto que ilustra esta nota es del “Valle del hilo la vida”. Una zona en Minas, donde se encuentran estos montículos. La mayoría asegura que fueron erigidos por los indígenas y que tenían sentido religioso; otros van más allá en las teorías y afirman que pueden haber sido tumbas de cementerios de indios. Sin embargo, el señor que nos recibió nos dijo que nunca se encontraron cadáveres, únicamente esas extrañas formaciones de piedra que quedaron como testimonios de algo que aún no se sabe a ciencia cierta que es. Como el tema se relaciona con las supercherías me pareció una foto por demás alusiva a una realidad que dista mucho de ser lo que parece, porque no se sabe realmente su objetivo, ni por qué fueron erigidos. Ahí están. Silenciosos, en un paisaje de ensueño en medio de las serranías.
Hace un tiempo me contactó por Facebook, una persona que decía conocerme y que no sabía español. Iniciamos un chateo en inglés- no me vino mal porque el mío se estaba anquilosando por falta de uso-. Sin embargo, en ningún momento pude entender de dónde me conocía. No me pareció raro, porque al haber trabajado tantos años en un colegio internacional donde muchos docentes  son  contratados por un período de tiempo, podía haber sido alguno de ellos. Recuerdo a muchos de los contratados, pero, estimo que hubo algunos que trabajaron pocos meses y se me podían haber perdido en los recovecos de la memoria.
 Se presentó como un viudo de sesenta años,  que había estado profundamente enamorado de su esposa, religioso, y de profesión ingeniero-trabajaba independiente. En  Facebook había puesto una foto de un gordito con cara simpática. En el  chateo,    me comentaba de cantantes, seleccionaba y me mandaba canciones de su gusto. De libros comentábamos poco, porque manifestó que le gustaba mucho leer pero no tenía tiempo.  Su trabajo lo absorbía día y noche. Estaba a punto de firmar un contrato muy productivo que lo iba a parar para el resto de la vida. Un día se me ocurrió hacer un rastreo por Google para ver a qué universidad había concurrido, si había trabajado para alguna empresa, - porque según él, era independiente hacía algunos años-y dónde estaba radicado. No encontré ningún dato. Encontré personas   con el mismo nombre, pero las fotos no coincidían. Lo extraño era que no tenía skype, ni ninguna forma de chatear “en vivo y en directo”- es decir que nunca lo vi en persona.
Las conversaciones eran normales. Lo único extraño era esa comunicación a ciegas, como los amigos de antes que no tenían otras posibilidades de contacto.
La amistad nos llevó a charlar por teléfono dos o tres veces por semana. Insistió en ese contrato a punto de firmar que iba a ser tan productivo para él.
Al tiempo, se destapó el tarro. Me pidió 5.000 dólares para  pagar los gastos de los abogados. Me los devolvería a la brevedad. Etc. Etc. Etc. Obviamente que le dije que no; que recurriera  a un préstamo bancario, y que realizara todas las gestiones necesarias para obtenerlo a la brevedad. Nunca más me llamó ni me requirió más nada. Después, en los comentarios de algunas redes sociales, me enteré de que hay una cantidad de -scammers- así se  llaman en inglés- es decir estafadores que se dedican a maniobras fraudulentas para obtener dinero de viejas – y no tan viejas- incautas.
Un factor importante que tienen en cuenta para contactar es la soledad de sus víctimas: casi todas son personas de edad, que viven o están solas, que tienen un pasar, y que supuestamente querrían compañía. Eso es lo que ofrecen y las caídas se dan sin remedio. Vi varias que daban pena. Una, incluso, había estado relacionada con un estafador durante más de tres años.
Empiezan así como éste. Detectan un perfil que les interesa, se ponen en contacto con alguna mentira, adoptan un perfil falso, se hacen pasar por alguien que no corresponde-incluso pueden adoptar la identidad de un famoso-(No se preocupen; éste no era Keanu Reeves-.) y luego, de una u otra manera piden dinero para sufragar algún gasto. En este caso, era para “pagar a los abogados” pero las mentiras pueden ser de todo tipo y tenor: para una hija que está enferma, para pagar medicamentos, en fin. Múltiples y soberanas mentiras. El ingenio es descomunal.

Usan – por ejemplo- perfiles de soldados- Todos están en misiones peligrosas, en Afganistán- por lo menos- y las incautas caen como chorlitos.
Hoy verifiqué alguno de esos perfiles, e indagué cómo detectarlos. No es fácil, porque “hecha la ley, hecha la trampa”, pero algunos tutoriales me convencieron.
La fuente de recursos está en youtube. Google también los tiene. En fin. “Más vale prevenir, que curar”.



  “VIEJO BARRIO QUE TE VAS ”   Desde que vivo en Punta Carretas, el barrio se fue transformando en forma lamentable. Hay construccione...