lunes, 22 de julio de 2019

"VOLARE" ¡AY, AY, AY!

La verdad, prefiero uno así y no el de verdad


Uno de los mayores dilemas  que experimentamos los- que ahora somos llamados-  adultos mayores para viajar, son los servicios en los aviones de algunas compañías.
Hace unos años, después de una  muy mala experiencia con una agencia de plaza que me prometió el oro y el moro y no cumplió, decidí que no iba a viajar más así. A mí no me interesa hacer veinte ciudades en diez días y ver lugares turísticos a vuelo de pájaro con guías que no me brindan atención personalizada y que me llevan corriendo de un lugar a otro con una apretadísima agenda que no le sirve a nadie.
Por eso, esta vez, me planifiqué para hacer lo que yo quería.
Una ciudad, para recorrer sus puntos principales con un guía personalizado. Un paquete VIP para un concierto, y, de acuerdo a lo que pude conseguir en ese paquete, una visita al estudio de grabación.
Así lo hice.
Pero, lamentablemente, le compré los pasajes a una agencia que me recomendó una amiga. Y esa agencia me compró unos pasajes por la línea Air Europa.
Yo no leí las evaluaciones ni nada. Confié en que la dueña de la agencia sabía lo que hacía y me conseguiría lo mejor. Pero no fue así. La aerolínea – de acuerdo a los comentarios que leí a la vuelta- no tenía  un buen comportamiento con sus pasajeros, porque  no les brindaba un buen servicio. Y lo pude comprobar en vivo y en directo.
Los pasajes los pagué contado en el mes de diciembre para viajar en julio. La combinación que me dieron fue: Montevideo- Madrid- Madrid- Bruselas- (Y de Bruselas a Maastricht en ómnibus o van o taxi). Yo sé que cuando se pide asistencia en los  aeropuertos, no se permite comprar los “asientos especiales”- es decir los que les dan a las madres con niños, que están al lado de la puerta de emergencia y tal. Por eso,  lo único que solicité fue que me dieran un asiento en el pasillo, porque en un vuelo de doce horas, necesito poder mover las piernas y también ir al baño. En un principio, la mujer me dijo que no, bastante perentoriamente- ya le había pagado-  que eso lo tenía que solicitar yo. Yo insistí porque al fin y al cabo era lo único que le pedía. Si bien viajo con asistencia, y sé que por ese motivo no puedo comprar asientos preferenciales, supuse que no habría inconveniente en obtener un asiento de pasillo. Al principio me dijo que no, y después, al final, lo consiguió, para la ida. El vuelo era extenso porque además, tenía que hacer traslado para volar a Bruselas. Así se hizo. En Bruselas, le pedí a la asistente que me dejara en una parada de taxis. Viajar de Bruselas a Maastricht  en taxi no es barato pero tampoco imposible de pagar, así que lo hice y llegué a la vivienda alquilada en perfectas condiciones. Cansada pero bien. Allí me encontré con la simpática anfitriona.
Todo lo demás, positivo,  lo narraré en otras oportunidades. Sigo con esta crónica sobre los vuelos.
A la vuelta, volví a contactar a la agencia de viajes que me había vendido los pasajes. También en forma poco amable,  me dijo que “los gestionara” yo por internet. Porque al haber pedido “asistencia en aeropuertos”, no cabía la posibilidad que yo requería. Es decir: me sacó al obol.
Estar en el extranjero, con un paquete Antel- Internet- Viaje y que no funcione es lo peor de lo peor. Fue catastrófico. Cuando conseguía comunicación,  un insistente disquito me repetía que “todos los operadores estaban ocupados”- total mentira porque insistí a horas absolutamente insólitas como las tres o cuatro de la mañana- Así fueron las cosas. No pude obtener comunicación. Tampoco me dio resultado pedirle a un empleado de la línea- en Madrid, a la vuelta de Bruselas- que me gestionara el asiento pasillo. Me contestó que lo hiciera por Internet- No hubo caso tampoco. Por lo tanto, hice lo que me indicaron que se hace en esos casos. Me fui al Aeropuerto, tres horas antes. Me hicieron hacer una cola general- más de una hora de pie- para llegar a alguno de los mostradores. Cuando lo logré, ¡oh, sorpresa! ¡No estaba en la lista para salir esa noche, sino en “stand by”. Esto significa que no me habían puesto para el vuelo de esa noche, y que, debía, quedarme otra noche más en Madrid. Chillé como un mono herido, durante más de media hora. Finalmente, me pusieron en un avión destartalado, que voló porque Dios es grande. En las turbulencias crujía como un desgraciado y me tuvo durante todo el vuelo, encomendándome a todos los santos. La comida fue una porquería de fideos recocidos en una pegajosa salsa de tomates, absolutamente incomible. Tampoco nos dieron desayuno. Vi que muchas personas se paraban, iban hasta las cabinas, y volvían con un jugo de naranja y un refuerzo. Eso fue el desayuno para los que se avivaron- quizás ya habían viajado en Air Europa antes-. Lo cierto es que el viaje de regreso fue de terror.
Durante las largas esperas pude conversar con otros pasajeros sumidos en el mismo mal trato. Algunos, inclusive, con pasajes de primera clase tuvieron que quedarse en tierra. También me comentaron que no era la primera vez que les pasaba.
Me prometí a mi misma no viajar más en esas pésimas condiciones. Ahorraré en millas o en dólares para conseguir pasaje de primera y - sobre todo- trataré de viajar en líneas de comportamiento normal.
Y acá les dejo posibles ideas para no viajar más como sardina en lata.

1)   Consiga pasaje y asiento con anterioridad. Si le dicen que “tal vez, o que no se puede”: desista. Búsquese quien le diga que sí. No sea papafrita como yo; el que busca, encuentra.
2)    
3)   Alquile por Airbnb  o similar. Mire bien lo que va a alquilar. Yo alquilé un apartamento pequeño, lindo acogedor, bien atendido. Pero tenía escalera, y a mí me cuesta mucho subir y bajar. Me dijeron que en Holanda las casas son así: angostas y de tres pisos, por escalera. Busque. “When there is a will, there is a way”.

4)   Contrate un “guía personalizado”. En algunos lugares los llaman “walking tour”. No se deje engañar. Yo me lo contraté y lo pasé bomba. Con Johanssen nos entendimos en inglés. Amorosiento.  Si lo quiere para usted solita, páguele lo que corresponda y tómeselo para usted. En grupos de veinte personas la arrastrarán de un lado para otro como si fuera ganado.


5)   Hágase una lista de los lugares que quiere visitar/conocer. No hay otra manera de hacer lo que una quiere. No a todo el mundo le interesa lo mismo. Insista en que sus gustos son personales y que hace unos años que viaja sola por todo el mundo, haciendo lo que quiere y cuando quiere. Se sorprenderán, indudablemente, pero harán lo que usted sugiere.

6)   Asegúrese su cuota de “güifi”. Si sale del país, será necesario que tenga acceso a internet. Hay que estar comunicado con la familia, con las amistades. En Europa no hay güifi en todos lados y muchas veces quedamos incomunicados por falta de experiencia.

Por último, tómese una buena dosis de Avivol, y otra buena de Optimistic. Dosis absolutamente imprescindibles. Los imponderables, existen en todos los viajes. ¡Ay, ay, ay!





lunes, 1 de julio de 2019

DE PERFUMES

Marcó época en el siglo pasado


A mí me  gustaron siempre.
 Uno de los predilectos de mi madre era el Chanel Nº 5. Probablemente porque según tengo entendido, la diva de los 50,  Marilyn Monroe, había dicho que dormía desnuda, “solo con unas gotas de ese perfume”,  y con esa declaración había dejado boqueando a más de uno.
Fue un perfume que marcó toda una época. El que tengo es antiguo, y ya no tiene el mismo aroma, pero cuando recién lo compré me traía a mi madre, vestida con elegancia, de trajecito, tacos altos, cartera— haciendo juego con los zapatos y los correspondientes guantes—. Siempre la recuerdo bien vestida, incluso  con su ropa de fajina: túnica almidonada, gorro y  zapatos de taco. Todo blanco.
La ropa quedaba, almidonada y planchada   en una percha y, a la mañana, muy temprano, se duchaba, vestía y perfumaba. Dejaba una clara estela de su presencia cuando se iba.
Cuando se preparaba para salir de paseo, hacía un show que  me encantaba. Se maquillaba con mucho  esmero y naturalidad: labios bien rojos y uñas al tono. Se sacaba el exceso de rouge con una servilleta de papel que dejaba impresa con sus labios, y se observaba, muy coqueta, en el espejo. Invariablemente al final, iban las gotas de perfume atrás del lóbulo de las orejas, y en las muñecas.
Otro, que usaba con frecuencia, se llamaba “Maderas de Oriente”. Traía en su interior, un pedacito de madera, que, supongo, representaba el nombre del mismo. Efectivamente era una fragancia “amaderada”, que mi madre sabía llevar con su elegancia habitual.
En mi adolescencia y juventud, tuve varios favoritos, según las circunstancias.
De mis años mozos, recuerdo el perfume  Ô (de Lancome). Embriagador y persistente.
Hubo dos más  que marcaron mi juventud y  estilo: Arpège y Lou Lou,  con características similares.  Sin embargo, el que más me gustó y usé por bastante tiempo, mientras fui novia de uno que trabajaba en el aeropuerto, —él,  se lo compraba a  las azafatas viajeras y tenía el prestigio de venir de París, con su aroma francés—, se llama (o llamaba porque no lo usé más), Ma Griffe. Me lo regalaba con los cartones de   cigarrillos mentolados Salem que yo fumaba sin ningún remordimiento.

  ¿Dónde quedaron esos perfumes de antaño—como el Ma Griffe— que recuerdo con tanta precisión como las primeras medias negras cancán que tuve en mi vida?

Irresistibles


Después, paulatinamente,  me fui mudando   a otros perfumes, —siempre buscando que fueran persistentes—.
Últimamente me he quedado con tres: Extravagance, Giorgio y Charly. Cuando se tiene una cita, no hay nada más aconsejable que usar uno de ellos: si el tipo llega a tener algún compromiso, deberá bañarse antes de irse— porque son sumamente perceptibles para todas las mujeres—conejo—. Por lo tanto,  no se pueden escapar de ninguna manera. Por otra parte, si lo que se quiso es “marcar presencia”, si no se logra con alguno de ellos, se pueden ir olvidando del susodicho. No lo atraerán nunca más con ningún otro aroma. Demostraron ser inamovibles. Pero si la atracción se produce, es decir, si se relaciona el aroma con la mujer que lo lleva, aún mareados hasta el vértigo, no se irán más. Eso, denlo por seguro. Totalmente.

Pero eso sí: hay que lograrlo. Inténtelo con Giorgio. Después me cuentan. 


  “VIEJO BARRIO QUE TE VAS ”   Desde que vivo en Punta Carretas, el barrio se fue transformando en forma lamentable. Hay construccione...