jueves, 30 de enero de 2020

CURÁNDOSE EN SALUD


Este verano, debido a varios cambios forzosos  que tuve que efectuar, me quedó más tiempo disponible. Después de las lecturas, Netflix es una buena opción de entretenimiento.

Sirve para incorporarse sin enormes esfuerzos

  Además de las docuseries interesantes, he visto desde sus comienzos Grace and Frankie. Las primeras entregas me resultaron amenas, jocosas y livianas. La sexta temporada es bastante más ácida. Explota más el humor negro con respecto a lo que por acá llaman “los adultos mayores” o los “de la tercera edad”. Obviamente que los protagonistas son octogenarios y septuagenarios; a excepción del “nuevo” marido de Grace que tiene alguna década menos, pero todos ellos se destacan por tener un buen sentido del humor por momentos hilarante, que, de todos modos, deja hilos que nos llevan a pensar que la vida es así; que por más que nos cuidemos y que los médicos nos receten esto o lo otro, llega un momento en que las articulaciones nos cobran los años vividos y no nos  dan lo que se espera de ellas.
Evita romperse la crisma

 En una comedia vi a un marido explotar una debilidad de su esposa: le apretó todos los frascos de la cocina de manera tan efectiva  que no los podía abrir de ninguna manera (la  obvia solución era: perdonarlo y llamarlo para que la auxiliara). Yo también me curé en salud en ese aspecto: tengo pinzas de todo tipo que pueden abrir cualquier cosa. Me falta conseguir que los clavos se mantengan en su sitio sin romper las paredes.
 A mí siempre me gustó bailar. En un crucero que hice, se armaban grupos de baile con instructores. Las que íbamos “sueltas” siempre teníamos a mano a alguno de los danzarines. A mí me tocó uno joven, ágil, que daba las vueltas como un trompo. Lamentablemente pese a todos los esfuerzos que hice  no lo pude seguir. Mis giros eran muchísimo más lentos. Primera comprobación de que los sesenta/setenta no son los quince.
 Después de mis ejercicios de Taichí, voy a desayunar a un conocido lugar de plaza. Los que vamos después de las once,  somos todos veteranos. Todo  privilegio tiene sus oscuridades: vi a uno de los más avanzados en edad, pedir ayuda para poder incorporarse. Lo miré aterrada y me curé en salud. Me siento cerca de algún lugar que me pueda servir de apoyo en caso de necesidad.
Inclinarse, sentarse, y pararse han pasado a ser palabras mayores.
Yo, con la misma idea, ya tengo un calzador largo para los zapatos.
El artefacto, me evita tener que agacharme demasiado con el consabido dolor de cintura o espalda. 
Con los ejercicios de gimnasia me pasa lo mismo.  Fui dejando los que me fueron resultando excesivos y  traumáticos, y me quedé con los de Taichí; además, hago únicamente los  que puedo hacer. Los de equilibrio ya me cuestan mucho, así que los practico arrimada a una columna o pared. Es probable que en breve, tampoco los pueda hacer. Hay varias que se hicieron esguinces y se quebraron brazos. La edad trae también más fragilidad. No es lo mismo curar un esguince a los veinte que a los setenta. Puedo asegurarlo.
Otro peligro inminente en estas edades son las bañeras altas. Hay que subirse a ellas con sumo cuidado, tratando de agarrarse de donde sea para no resbalar y romperse la crisma.
Con respecto a los inventos de Grace y Frankie, creo que el  último  no lo necesito. Ya me las ingenié para ese menester lo mejor que pude, a juzgar por las fotos.
De todas maneras, sigo atentamente la serie. No sea que encuentre  otros menesteres que me vengan bien.
Levanta-cortinas eléctrico. Evita el enorme esfuerzo

Con la edad falla la vista, las rodillas,  la memoria, el equilibrio. Lo único que nos queda es “curarnos en salud”. A medida que se envejece, hay que  ir buscando sucedáneos que nos hagan la vida soportable.
También me  queda la cada vez más  peregrina idea de que Keanu Reeves, aparezca por mi casa. No puede demorarse mucho. Tiene 55. En breve será un sexagenario.
Arte macabro: El vendedor de cerillas( Otto Dix).
Una obra que me resultó muy patética. Un vendedor de fósforos, lisiado. La gente
huye  y hasta el perro está espantado. 

martes, 21 de enero de 2020

TRANSPORTE EN PATINETA: SINIESTRO PELIGRO PARA PEATONES

Siniestro peligro en dos ruedas 


Hace   un  tiempo  se puso de moda el uso de monopatines sobre la vereda. Son compañías extranjeras. Tengo entendido que una ya se retiró. El  negocio se ve que no fue rentable. Lamentablemente para las personas mayores (como yo) no son nada  aconsejables. No únicamente para andar, sino para esquivarlas. Conozco varios casos de personas que terminaron lisiadas por haber sido atropelladas por una patineta largada a toda velocidad por la vereda.
Por esa, razón y otras de la misma índole, me parece una brutalidad más en una ciudad donde nadie respeta nada.
He leído de parte de autoridades zonales el total beneplácito con esos medios de transporte. El argumento: todos tenemos el derecho a disfrutar de la ciudad. Por supuesto, siempre que  nuestra felicidad no nuble para siempre la de otros. Sé del caso de una mujer  que fue atropellada en la vereda de la rambla. Su vida no volvió a ser nunca igual después de las lesiones que experimentó. En su caso fue una bicicleta-por la vereda, por supuesto-  a una velocidad vertiginosa.
Las veredas son para los peatones. Es un derecho.  Que no se nos olvide.



sábado, 11 de enero de 2020

EL PEPE DE KUSTURICA

´Foto tomada de Internet para ilustrar al Pepe de Kusturica

Dicharachero, alevoso, sabandija, a veces  simpático, transgresor, zaparrastroso y de pocas pulgas, así se presenta por todas partes cosechando  aplausos y críticas. Para nosotros y para el  mundo es “el Pepe Mujica”, y así se catalogaron todas las cosas que propició: desde las viviendas populares “para los pobres más pobres” hasta el asado—de calidad más o menos—que también fue “el asado del Pepe”.
Los periodistas que lo entrevistan, no siempre están de acuerdo con él, y muchos ciudadanos tampoco. Lo encuentran burdo, tosco, con las uñas mugrientas, desaliñado, sucio.  A él le importa un bledo que así sea. Estuvo  sometido a las humillaciones más burdas del universo, sufrió oprobios horrorosos,  no tiene porqué ser de otra manera. Y no lo es.

Otra foto de Internet: Es el Pepe, siempre. 


El documental de Emir Kusturica no escapa a los lugares comunes: El Pepe que  ceba mate, escupe el primero a un costado, le da el siguiente a tomar, —con cara de pícaro y gran divertimento— (porque Kusturica, como muchos extranjeros no sabe que hay que sorber hasta la última gota  y hacerlo sonar); la plaza Independencia; segmentos de la peli “Estado de sitio” de Costa Gravas; fragmentos de charlas con Rosencof y Fernández Huidobro, sus compañeros de batallas y de guerra. Cada uno con su estilo inconfundible. Cuando Kusturica le pregunta si se arrepiente de algo, él,  pese a haber sido un líder guerrillero, de lo único que se arrepiente es de no haber tenido hijos.
Mauricio Rosencof, el escritor y dramaturgo,   mantiene su empaque y actitud, fue un joven de buen ver, que participó de la lucha armada tupamara y no muestra arrepentimiento en ningún momento ni de ninguna manera.
Eleuterio Fernández Huidobro, el apodado “Ñato”,  falleció. En el documental se pueden apreciar sus juicios sobre sí mismo y sobre los rehenes —que fueron nueve—
Sin embargo, el Pepe de Kusturica, no es de ninguna manera el único. El verdadero Pepe tiene otras facetas que le ha grabado la vida a cachetazo limpio, por aquello de que — “como te digo una cosa, te digo la otra”—.
Si bien hay algún momento donde recibe  los improperios de un contra, me parece  que se mandó más de una barrabasada que habría sido digna de recordar, porque  el verdadero Pepe nunca se anduvo con chiquitas. Hasta ahora, dos por tres insulta hasta a sus propios compañeros de partido. Y más de una vez ha tenido que recular “porque se le fue la boca”
A mí me quedó grabado uno de sus despropósitos geniales: cuando le dijo al periodista Néber Araújo: “¡No sea nabo! “Y lo descolocó. No fue la única. Hubo muchas más. Pero no fueron—evidentemente— del interés de Kusturica, al que le interesó más el Pepe del cual habla todo el mundo: el Presidente más pobre del planeta, el que vive—según sus propias palabras: “como vive la mayoría”.  
 La música está poblada de tangos argentinos, que el Pepe y Lucía incluso  tararean. Por suerte, el cantante  Julio Sosa era uruguayo. Una pena, porque hubo grandes compositores uruguayos que habrían merecido andar entreverados por ahí. Pintín Castellanos, por ejemplo.
  La mayoría—tanto en Uruguay como en el extranjero— admira al viejo guerrillero, con  su forma de vivir acorde con una filosofía que lo ha caracterizado: la de la austeridad, la de  que cuanto menos tenés es mejor, y que no se necesita más de lo que él tiene.
Acorde con esa filosofía, que llama la atención a todo el mundo, no  vive en un palacio ni mucho menos. No es una granja es un rancho paupérrimo, con las paredes descascaradas. Tampoco usa pijama—sería un lujo— sino calzoncillos y camisa. Engancha sus chancletas y se levanta así nomás. Va a la carnicería personalmente a buscar carne picada. Comenta que Manuela le sale más cara que un chancho. (La película llevó su tiempo,  fue hecha antes de la muerte de Manuela). Al volver a su rancho, se lo ve en plena tarea, preparándole la comida, mientras Manuela se lame y lo observa como si fuera un dios. Y para ella, — y para muchos— lo fue y lo es. Sin lugar a dudas. Parecería que para Kusturica también—a juzgar por el documental—. Al menos, lo mira con devoción y picardía. Y sus adeptos también. Pero, insisto,  no es la única campana. Hay otras que habrían merecido algún tañido para que la película no fuera la apología que es, ya que  resalta la figura del Pepe pobre, el solidario, el que vive en un rancho, con la mujer que eligió para compañera. El mismo que dice  que el amor es el mejor refugio. Y quizás lo sea, por cierto. Pero faltan matices que  los uruguayos sabemos que están por ahí. El héroe también puede y tiene sus caídas, sus desmayos, sus falencias. Y también lo sabe. Y tampoco le importa. Pero, decíamos, este Pepe es el “Pepe de Kusturica”. Así se puede ver y también discutir y polemizar. Total  a él, le importa un rábano.

  “VIEJO BARRIO QUE TE VAS ”   Desde que vivo en Punta Carretas, el barrio se fue transformando en forma lamentable. Hay construccione...