viernes, 6 de enero de 2012

De recién casada en " El Dedalito"

Hace unos días vi la lista  de una pareja que se está por casar. Realmente me sorprendió  muchísimo la extensión y la cantidad de objetos que los jóvenes anotaron  porque en el caso de unos cuantos, ni siquiera sé ni que son ni para qué sirven.
Yo recuerdo que cuando  estaba en esas mismas circunstancias, mi lista cabía en una pequeña hoja de libreta.  Y era más o menos así:
Juego de dormitorio (cama,  ropero, cómoda y mesitas de luz con tapa de mármol)
Juego de comedor de cármica: aparador, mesa y cuatro sillas
Una heladera Ferrosmalt- (no había freezer aún)
Cocinilla a gas Manzanares con garrafita de repuesto.
Un calefón Tem.
Para la cocina: dos ollas, una sartén, un juego de platos, un juego de vasos, un juego de cubiertos.
Ropa blanca: Ropa de cama confeccionada con una pieza de crea blanca  que daba exactamente para dos juegos de sábanas con sus correspondientes fundas.
2 toallones,  4 toallas de mano, 4 repasadores.
Por supuesto, que mi tía, me decía que ella se había casado con mucho menos, y lógicamente, yo no le creía. ¡Cómo que se había casado con menos! Ahora sí, en vista de la inverosímil lista que vi hace poco,  soy yo la que  digo  lo mismo que me dijeron a mí: ¡Por  Dios, yo me casé con mucho menos!
El televisor fue un aparato que demoró en llegar.  Si había algo de mucho interés-como fue la famosa llegada del hombre a la luna en 1969-, la Sra. Barrios nos  invitaba a su casa y compartía el espectáculo en su tv. En realidad, como al poco tiempo reanudamos los estudios- nos habían quedado materias pendientes del famoso “Preparatorios” nocturno-  y nos inscribimos para asistir nuevamente a clases reglamentadas, en lugar de preparar exámenes libres- el tiempo disponible, incluidos los fines de semana, se empleaba para estudiar.  Teníamos una pequeña radio portátil que  comía con nosotros en la mesa del comedor. Escuchábamos algún informativo tempranero,-preferentemente el de la radio Sarandí con el estupendo Julio Villegas que marcó toda una época- y música en distintas “estaciones”. Nuestro máximo entretenimiento de invierno era ir al cine y en verano, íbamos a la playa en nuestra moto Suzuki- la Zanellita se había cambiado por la Suzuki que era  de mayor potencia- y al regreso nos tomábamos un delicioso helado en la  legendaria heladería Biscardi de la calle Justicia.  No precisábamos más para ser felices. Éramos jóvenes, trabajábamos y estudiábamos. Todo parecía sonreírnos. Pero hubo cambios siniestros en el país. La situación política y social se enrareció en una forma tan  brutal que desembocó en la dictadura que nos asoló hasta 1985. Quedamos-como tantos otros- en el llamado “insilio”. (Adentro del país pero privados de derechos y a merced del oleaje repentino.) Como éramos una pareja de jóvenes, y, además, mi esposo “era bancario”-en nuestra adolescencia una ventaja,  pero ya casados, se había transformado en una carga difícil de sobrellevar porque los bancarios resistieron  a la dictadura con denuedo-  por eso, lógicamente- los “muchachos” nos visitaban a cada rato. Es decir, “nos allanaban”- era el verbo que se empleaba-. Realmente, era una situación muy peculiar. Ya les conté sobre el mobiliario y los enseres que teníamos, pero no les describí el apartamentito que habíamos alquilado. Era nuevo, -lo estrenamos nosotros- lo apodamos  “el dedalito”. La casita de muñecas tenía: un dormitorio, una cocinita, un pequeño living con una mínima estufita a leña-ahí instalé mi comedorcito de cármica que era también minúsculo-, y un baño que- como gran lujo- contaba con una preciosa bañera. El apartamentito formaba parte de una estructura de cuatro  que el arquitecto Óscar Barrios, había construido en un terreno que tenía al fondo de su casa en la calle Petain. Pensar que en esa miniatura podía ocultarse “material subversivo” era impensable, pero la extrema juventud siempre despertó sospechas. Por lo tanto, venían bastante a menudo. En uno de los allanamientos en la época de la  extensa  huelga bancaria (1969)  yo había regresado de trabajar y estaba sola, porque  mi esposo “andaba a campo”- en realidad ningún bancario que sostuviera la huelga  “estaba” y tampoco comunicaban a sus familiares dónde se alojaban para no comprometer ni a la familia ni a los que los escondían-, un soldado tocó el interior de la estufita y me miró con cara de “¡ah, te agarré!”. De inmediato le gritó a su superior: “¡Acá puede haber material subversivo, mi teniente!”
Yo estaba paralizada, sentada en una silla del comedor- porque no me dejaban mover-, y  muy asustada porque nunca hubo nada que me horripilara más que la prepotencia que podían desplegar porque sí. Levanté la cabeza para ver qué era lo que sacaba del agujero de la chimeneíta-vuelvo a repetir que era minúscula, acorde con la  casita de juguete- y aparecieron  ¡hojas de diarios viejos que yo ponía en invierno para que no se colara el frío!  Todavía puedo “ver” con qué fruición leían hoja por hoja para ver si encontraban algo “sospechoso” para  llevarme “en averiguaciones”. No había nada. Se fueron con rabia por el fracaso. Al rato apareció el arquitecto Barrios-muy solidario- con su acostumbrado: “¿Todo bien, flaca?” (¡Sí, yo pesaba treinta kilos menos, believe it or not!) ) Esas manos amigas, tan solidarias, me ayudaron a sobrellevar esos primeros  tiempos ennegrecidos por las circunstancias del país.
Se afirma que dado el crecimiento poblacional los apartamentos y casas de tamaño reducido-como mi primer “dedalito”-  son una solución que ya se está practicando. La tecnología ha avanzado tanto  que ya hay  parejas en preparativos “armando su nido” como una  casita domótica, -aquí les dejo algún ejemplo-
¡Pero –al menos por ahora- no he visto ningún ejemplo domótico con  una estufita como la que yo tuve con sospechas de ocultar  “material subversivo”!  




2 comentarios:

  1. hola, que tal, buscando de todo un poco x aca, me encontre con esta linda historia q casualmente habla de donde vivo y de mi abuelo al que lamentablemente no conoci,pero del q me cuentan muchas historias, el arquitecto oscar barrios.

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    1. Por si volvés a entrar te respondo: tu abuelo nos ayudó muchísimo en épocas muy difíciles. Fue muy apreciado él y toda su familia. Los recuerdo a todos con mucho cariño.
      Gracias por tu comentario.

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