lunes, 1 de octubre de 2012

LAS TORTAS FRITAS

Suculentos manjares dorados
Las tormentas de los últimos días han llevado a  mi alma de gorda a acordarse  de las gloriosas tortas fritas-emblema de los días lluviosos-
Cuando tenía nueve años, mi padre “me reclamó”-como decían mis tíos- y allá fui a dar con unos pocos bártulos  a una casa con colchonería- el “negocio” que mi padre había montado para sobrevivir él con su familia en “la villa La Paz”-. Ahí fui  perdiendo  poco a poco mis empaques de falsa burguesita: las  lecciones de piano, de inglés, de ballet,  y el colegio de monjas, fueron abruptamente cambiados por obligaciones como secar la losa al mediodía y a la noche; lavar y planchar mi ropa, limpiar el dormitorio y  sacar al perro Cacique a dar sus paseos de evacuación. Obviamente que la escuela privada también fue “suprimida” y fui  a la escuela pública y mixta de cabeza.
 Pocas cosas dulcificaban mi horrorosa amargura por la pérdida de mi madre y el cambio de  mi placentera vida en Montevideo. Una de ellas eran las exquisitas tortas fritas que hacía La Mangacha. Las hacía tan bien  que más de una vecina aparecía bajo el influjo del olorcito característico que  salía  en las tardes lluviosas por el garaje de la colchonería y se desparramaba por todo el barrio. Al menor amago de lluvia, La Mangacha sacaba su preciado instrumental: una olla renegrida de freír que se limpiaba únicamente con papel de estraza, el palote de amasar, la grasa, la sal y la harina. Con esos pocos elementos obraba las maravillas doradas. El negro Pinela nos había fabricado “un lujo”-como llamaba  a cualquier cosa que no fuera absolutamente necesaria- se trataba de un palito de ceibo que servía para enganchar del correspondiente agujerito a la torta frita recién sacada de la grasa humeante. Cada miembro de la familia tenía el suyo. Así se podía comer el manjar crujiente sin ningún peligro de achicharrarse los dedos.
Los tortafriteros de Punta Carretas URUGUAY- no quedan dudas-¿no?

Yo no sé si  las tortas fritas son uruguayas o argentinas, porque  todos somos conscientes de que cada vez que nos hacemos un nudo con las “pertenencias” empleamos el adjetivo: “rioplatense” para solucionarlo y lo aplicamos a diestra y siniestra: Florencio Sánchez y Horacio Quiroga-por poner dos ejemplos contundentes- eran “rioplatenses” porque nacieron en Uruguay, pero lograron fama cuando “cruzaron el charco”. Incluso hace un tiempo en fútbol, circulaba una especie de chiste que decía que “los mejores jugadores argentinos eran uruguayos”. En fin, no es de la nacionalidad de lo que quiero escribir, sino de las tortas fritas y de  los tortafriteros-sus  expertos hacedores- Ya recordé a la “tortafritera” de mi infancia,  -Mangacha de “Villa La Paz”-,  que las hacía tan   exquisitas que tuvieron el don inigualable de reconciliarme con la vida.  
En Punta Carretas hay varias formas y lugares para adquirirlas porque hay “tortafriteros” ambulantes y  también establecidos. Sí, leyeron bien: “establecidos”, es decir que  tienen local, están adheridos -incluso- a un sindicato. El cartel anunciador da como una  especie de garantía de la calidad del producto que venden. ¿Cómo los encontré? Obviamente, todos los que hayan probado estas delicias, saben que  las tortas fritas despiden un olorcito inconfundible y en los días lluviosos-no como el temporal del 19 de septiembre, sino esas tardecitas que comienzan con una tímida llovizna que permite desplazarse sin mayores problemas- es suficiente dejarse guiar por la nariz.  La mía, experta desde la infancia en olfatear aromas “rioplatenses” inconfundibles como los de las  tortas fritas, los de los  “pan con grasa” recién horneados,  el asado, las morcillitas y los choricitos a las brasas, me llevó solita, un día  que andaba caminando por el barrio. Y no vayan a creer que soy la única. Vienen muchas personas tanto a pie como en auto que esperan con increíble paciencia su turno para llevarse a mordiscón limpio  los deleites crujientes.
La que amasa las delicias

El local está a la vuelta de mi casa, en la calle Joaquín Nuñez entre Ellauri y Miñones. Les recomiendo que  de vez en cuando se olviden del colesterol y de la maldad de la grasa. La vida es muy poca cosa y no tiene sentido si no nos damos un gusto de vez en cuando. Acérquense y pruébenlas. Son delis, delis y saben hacer “crunch, crunch, crunch”.
Debajo de la bandera uruguaya: "El Sindi"..... ¿Qué tal?

4 comentarios:

  1. Se parecen a lo que en España llamamos "tortas de aceite". Aquí siempre creí que el origen era Sevilla (Andalucía).

    Saludos desde España

    ResponderEliminar
  2. Gracias por elcomentario. Por acá se hacían en el campo- hasta los gauchos amasaban las suyas- . Las de Uruguay, llevan un chorro de grasa tibia en la masa, y se fríen en grasa vacuna también. Hay recetas con levadura, con polvo de hornear, dulces-pero las "de verdad" no lleva nada de eso sino harina, el chorro de grasa tibia, agua con sal derretida y un buen amasado-. (Así las hacía-con una mano excelente- mi madrastra Mangacha).
    El origen es discutible. Yo me inclino por pensar que sea español, pero también los árabes y los alemanes las hacían-con otros nombres- y acá estamos constituidos por un crisol de razas con diferentes costumbres y deliciosas comidas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Probablemente tengan origen árabe como tantos dulces de aquí, con variaciones según la zona, los gustos y el tiempo. Las de allí tal vez también tengan algo de árabes o alemanas, que tambien son muy buenos reposteros. A mí las sevillanas de aceite me gusta mucho tomarlas con te, son finas y ligeras. Las que hacen en otros lugares son más pesadas, como las de chicharrones para tomar de merienda.

      Aquí no puedo comprarlas recién hechas, sólo envasadas en supermercados. En cambio en Alemania si se pueden comprar en tiendas que hacen dulces pero no las he probado. En junio si puedo ir a ver a mi hermana a Dusseldorf a ver si las puedo probar.

      Eliminar
  3. Acá con los chicharrones de grasa hacemos roscas- obviamente hay que olvidarse del colesterol para comerlas,pero son deliciosas- Las tortas fritas, se pueden comprar en puestos establecidos,-como el de la foto de mi blog-. En las casas-donde quedan cocineras o cocineros, "especie en extinción"- se hacen-es una costumbre- los días lluviosos. Las originales son redondas y grandecitas- del tamaño de un plato y se les hace un agujero al medio, que favorece la fritura pareja. "Torta frita sin agujero, no es torta frita" se decía en mi casa. Ojalá que puedas probar las tortas fritas alemanas en Dusseldorf. Luego me cuentas

    ResponderEliminar

  “VIEJO BARRIO QUE TE VAS ”   Desde que vivo en Punta Carretas, el barrio se fue transformando en forma lamentable. Hay construccione...