A punto para "el escrache"
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Pago una TV cable de tipo “básico”. Me convencí de que por más que pagara lo único que iba a lograr era “más de lo mismo”. En esta época del año, las promociones para adherir a incautos en las “estupendas” ofertas de diferentes cables son “belicosas”: por mail, por teléfono, por la puerta. Hay que hacer un enormísimo esfuerzo de voluntad para evadirse de los “call centers” y sus “fantásticas” ofertas. Si es por teléfono, lo primero que observo es la hora, porque mis familiares y amistades se abstienen de llamarme medio temprano ya que saben que constituye un violento atentado a mis neuronas. Los llamados agresivos empiezan alrededor de las nueve de la mañana. Entonces me preparo. Levanto el tubo y recibo la primera perorata:
-“Buenos días, me llamo Fabiana, o Viviana o Julieta- o alguno de los otros nombres usuales en gente menor de treinta- ¿usted es la “señora de la casa”? Acto seguido, esta “señora de la casa” –que ya está preparada-contesta que sí, que es eso, pero que no le interesa ningún “producto” que le puedan ofrecer de ningún modo y a ningún precio. En la casa, ya hay y es más que suficiente para lo que se usa. No se necesita ninguna “expansión del “producto”. La niña insiste, porque se ha preparado para pesetear- que como indica el diccionario del español del Uruguay, en cierta forma es “prepotear”: -“¿No le interesa conocer nuestra oferta?” ¡NO! ¡NO ME INTERESA! ¡GRACIAS! (Las mayúsculas en este caso, tratan de trasmitir la firmeza de mi contestación.) Este episodio no es único, ya que recibo muchos día y noche, con “ofertas”, “pedidos” o “mangas” de todo tipo, y, sobre todo, después de las 20 horas, -supuestamente- una hora propicia para molestar más y mejor a la pobre “señora de la casa” que llega con la “guardia baja”, fundida del laburo. ¡No hay que “bajar la guardia” nunca!
Al fin y al cabo, como he podido comprobar que no es mucho lo que me atrae de la programación y me gusta mucho cocinar, miro asiduamente los programas culinarios. Si es algo que nunca vi preparar lo sigo con interés, porque siempre se aprende algo, aunque las más de las veces termino riéndome a mandíbula batiente porque lo que me muestran es lo que hacían mi nona, mi vieja o mi tití Estela, todas expertas en aprovechar lo que había quedado en la heladera o en el canasto de la verdura. Se convirtió en una “astucia culinaria” de los famosos, usar todo lo que quedó. Así veo a Narda, a Máximo, a Ariel-por nombrar a tres conocidos de la pantalla chica-, por esas cocinas de Dios, conociendo y aprovechando los requeches a los que les suman ingredientes exóticos del lugar.
Una de estas noches, seguí con interés a Francis Mallmann. Es ameno, y con frecuencia hace alusión a sus incursiones en París. En Argentina, en cambio, lo veo cocinar en hermosos lugares desolados. Me han comentado-los que han ido con gran novelería a degustar sus platos- que lo que sí se trajo de París-sin lugar a dudas- son los altísimos precios. Esta vez no estaba en Pueblo Garzón, en Uruguay, sino en Bahía Bustamante, un pueblo alguero de- la Patagonia. Suele utilizar como toque personal, antiguos utensilios que yo conocí acá en el campo de Treinta y Tres-los pagos de mi viejo-: cocina económica, fuego a leña, ollas y sartenes de hierro ennegrecidas por el uso y productos lugareños. ¿Qué hacía de rico esta vez, en ese lugar helado? Algo muy sencillo y que en mi casa se hacía de noche con lo que quedaba en la heladera y en el canasto verdulero-como ya comenté- unos “huevos escrachados”. No un revuelto de huevos, -porque en ese caso los huevos se rompen y a veces se baten para amalgamarlos con los otros ingredientes, sino “escrachados”. ¿Qué significa esto? En el diccionario del español del Uruguay, encontré esta definición para “escrachar/se” (del italiano scaracchiare gargajear,tr. esp.”hacerse bolsa”) 2) golpear con violencia//3) Fotografiar a una persona.
También hallé “escrache” -con la definición de “Manifestación pública y airada de denuncia”-, y “escracho”,- con el significado de “Persona muy fea”-(muy usual para referirse a mujeres feas como rodada en bajada.)
En el diccionario del lenguaje rioplatense de Juan Carlos Guarnieri las acepciones son similares aunque la palabra que citan como de origen italiano es: schiacciare en español: romper, aplastar, destrozar, chocar con gran violencia y estrépito. (Una acepción muy usada para referirse a persona y/ o auto que sufrió daños en un accidente.)
En cuanto a la acepción de “fotografiar a una persona” yo habría agregado que es una expresión habitual en los prontuarios policiales. El “escrachado” es el delincuente de la foto. No es una expresión que –salvo con intención jocosa- se emplee para una pareja de novios que contrae enlace, porque no sería adecuada o apropiada para la ocasión. Salvo, vuelvo a repetir, que hubiera una intención bromista se podría poner a pie de foto: Miguel y Lucía, “escrachados” el día de su boda por Estudio La Foto Sincera.
Algo de “golpear o reventar o hacer bolsa” tiene la sencilla comida que hizo Mallmann en su ennegrecida plancha de hierro. Los ingredientes que utilizó fueron: manteca, panceta, zucchini, arvejas, huevos y, en la ensalada,- el touch oriundo del lugar- una especie de “pasto salado” que se llama “salicornia”. En su comida, los huevitos permanecen enteros, hasta que cuajan, haciéndose en la gordura que se le puso a la plancha o sartén-en su caso unos socotrocos-pedazos grandes, dice el mencionado diccionario- de panceta ahumada y manteca-. Al final, se “escrachan” los huevos, es decir se “golpean” o “se rompen” o “se hacen bolsa”-para que se extiendan sobre los otros ingredientes-.
Otra variedad a punto del escrache |
Mencioné que esta comida se hacía en mi casa sin tanta alharaca-y sin cobrar los fabulosos precios de Mallmann- con los “requeches”, es decir con las sobras. Mi familia tenía quintas, por eso no faltaba nunca alguna cebollita gustosa, ají morrón, papas, boniatos, arvejas, berenjenas, brócoli-si intervenía la nona, con seguridad que le ponía ajo, y unos buenos socotrocos de tocino, en lugar de panceta. Los huevos eran caseros ¡faltaba más! Y la nona, le ponía uno o dos a cada comensal. Mallmann puso 7 para él solito,-yo no vi a nadie más salvo una perra muy obediente que tiene cama propia y responde al nombre de “Luna”-. Para mí y para todas las mujeres que me enseñaron a cocinar 7 huevos para una sola persona es un verdadero disparate. Con 2, alcanza perfectamente bien. Lo cierto es que con estos ricos platos muchos cocineros profesionales “curran” de lo lindo, escriben libros, -otro “curro” más -y han amasado grandes fortunas. ¡Nona, viviste en el siglo equivocado! ¡Si cocinaras en este siglo XXI habrías adquirido fama y fortuna! ¡Recuerdo con verdadero deleite tus comidas caseras! ¡Sabrosísimos los escrachados de siempre!
Ya escrachados y listos para servir y degustar |