La imponencia de la Dra. Parker subida a sus enormísimos tacones frente al gigoló Fioravante |
Los que me leen ya saben que soy una fan incondicional
de Woody Allen. Haga lo que haga, y sea como sea, apenas se estrena alguna
peli, salgo más rápido que ligero a verla. En este caso, no se trata de un
filme dirigido por él- lo aclaro- sino actuado. El director esta vez es John Turturro, que actúa también y encarna al personaje del “casi gigoló” o “aprendiz de
gigoló”- me gusta más este segundo título- y lo hace fantásticamente bien. Sin
embargo, lo hace “al modo” de Woody Allen, por eso titulé esta nota: “el gigoló
de Woody” porque eso es lo que es. Woody actúa
con total eficacia en el papel de proxeneta y sus diálogos son –como
siempre- absurdamente graciosos. El
argumento es sencillo, Murray (Woody Allen) va a una dermatóloga que le ha preguntado si
conoce a alguien con quien hacer un “mènage
à trois”, y a él no se le ocurre nada mejor que proponérselo a su amigo. Lógicamente,
será por dinero, porque si bien “Fioravante”- nombre de fantasía que esgrimirá
el aprendiz de gigoló- no tiene tantos problemas económicos como Murray tampoco
nada en la abundancia. Es o parece ser
un “Siete oficios”-como se denominaba a las personas con habilidades para
desempeñarse en varias tareas- al parecer plomero y electricista, pero se destaca en los arreglos de plantas y
flores que dispone hábilmente en forma
artística. Ese arte lo usará para satisfacer los caprichos de las mujeres. La Dra. Parker, la dermatóloga de Murray, es
la actriz Sharon Stone, y su amiga Selima,- con la que conformará el trío
sexual -es Sofía Vergara. Dos
despampanantes y ricas mujeres maduras, muy bien dispuestas a tener nuevas experiencias en el plano
sexual. Al principio la Dra. Parker tiene un encuentro a solas con Fioravante y
es evidente que se desempeña muy bien, tan bien que recibe una propina de 500
dólares, por lo cual se nota que cumplió
con creces con las exigencias de su
clienta.
Murray-"Dan Bongo" y "Fioravante, Virgil Howard" cambiando ideas sobre el "negocio" |
Otra clienta especial será la viuda de un rabino, Avigal, (Vanessa
Paradís) una judía
ortodoxa con seis hijos.
También se nota
el “contagio” del estilo de Woody cuando aparece el entorno en donde se llevan
a cabo los encuentros: un barrio judío de Brooklyn, Nueva York que hasta tiene
protección privada. Obviamente, los judíos se ven por todos lados, en la calle,
en los comercios, con sus rulos y sus kipás
–el gorrito con el que se cubren parte del cráneo-. La viuda, lleva-a la
usanza tradicional- el cabello cubierto con
una peluca, cuando sale a la
calle, o por un turbante cuando está en la casa. También-y de acuerdo con la
tradición- no da la mano ni acepta ningún contacto físico con extraños. Sus
hijos acostumbrados a dedicarse a los estudios, no juegan al béisbol, (hasta
que Murray-también apodado “Dan Bongo” para su papel de proxeneta- los saca un
día a practicar con los de su mujer- que para agregar más pimienta son de raza negra-como lo es ella misma). La
diversión, en esta comunidad judía de ficción, aparece excluida, distorsionada
o evitada; y el sexo- el más divertido y entretenido de los juegos- también.
Se nota que todas las mujeres que requieren “los
servicios” de Fioravante son de una u
otra manera, mujeres solitarias, las ricas que quieren el trío, tienen dinero,
pero no entretenimiento. La judía viuda es la que está más sola. Fioravante-“Virgil
Horward”- prepara para ella un “consultorio” con una camilla de masajes y por
ahí comenzará la relación de tacto. Ella se acuesta de espaldas-se queda con
una bata abotonada por atrás, él se la desprende y con delicadeza le hace
masajes en la espalda. Tan inconmensurable es la soledad de esta mujer, que las
caricias le provocarán llanto, y
Fioravante- el mago de las solitarias-, le acercará-con inusitada suavidad
comprensiva, un vaso de agua. La relación que establecen es tiernamente
delicada, hay miradas, gestos de complicidad, sonrisas-que nunca se habían
visto antes en ella-. (Así lo dice el “tercero” en discordia, personaje que
hace el actor Liev Schreiber, enamorado de la viuda desde siempre, que la sigue
a todos lados para ver qué es lo que
hace y con quién está.)
John Turturro no es George Clooney, pero tiene lo suyo ¿No? |
Avigal, después de su “aventura” con Fioravante,
volverá a su cárcel de barrotes dorados. No se animará a dar el salto para
liberarse ni de las tradiciones, ni de las obligaciones impuestas por una religión notoriamente machista. ¿Y qué hará
Fioravante, enamorado de la viuda? ¡Vayan y vean la película! Así, comprobarán
que no es cualquier gigoló: es el gigoló de Woody.
Con todos estos componentes, a los que también podemos
agregar el estilo de la música seleccionada, la
película tiene rasgos muy parecidos a los del mejor Allen. Sin embargo, me parece que John
Turturro no es un torpe imitador. Imita sí, eso es cierto, pero estoy segura de
que en cualquier momento se va a
“despegar” y nos dará películas absolutamente memorables. Hay que tener en cuenta el tercer
consejo del Decálogo del Perfecto
Cuentista de Horacio Quiroga que dice así:
“Resiste
cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más
que ninguna otra cosa, el desarrollo de
la personalidad es una larga paciencia.”
John Turturro tiene talento; “la larga paciencia”, sin
lugar a dudas, le aportará notorios y merecidos éxitos.
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