domingo, 12 de octubre de 2014

"FRAGILIDAD TU NOMBRE ES DE MUJER"


Imagen final de la película "Tan frágil como un segundo" - (Todas las imágenes las tomé de Internet)


Yo recomendaba a mis estudiantes que recordaran alguna frase  del texto a comentar, y que la incluyeran con la interpretación. Antes de Google e Internet, era una modalidad para  explorar si habían leído o no el capítulo o fragmento encomendado y si éste había llegado a ser entendido. No creo que esta táctica sirva ya  para nada, en vista de la cantidad de información que se puede  encontrar en lugares como “El rincón del vago”-excelentísimo para evitar la lectura exhaustiva-. En general, me hacían caso y me ponían alguna que otra cosita. Durante un tiempo coleccioné disparates graciosos como los que dieron lugar a los libros del maestro Firpo, pero después, cuando vi que la literatura ya no tenía la importancia curricular de antaño, tiré la selección al canasto, ya que en caso de quererla publicar, no serían muchos los que supieran de qué se trataba. De todas maneras, de vez en cuando me acuerdo de alguna “perla” memorable y me vuelvo a reír como si la estuviera leyendo por primera vez. A raíz del tema que hoy me convoca me acordé de una. Se trataba de comentar la relación de Hamlet y Ofelia. No siempre se conocen los usos de la época, por lo cual más de una vez, la clase de literatura tenía –necesariamente- que incluir explicaciones históricas sobre usos y  costumbres. La utilización de jovencitos para hacer el papel de las damiselas-por ejemplo- porque no era aún común que actuaran las mujeres- y que se puede percibir en el comentario que le hace Hamlet,  sobre el asomo de  barba,  a un  actor jovencito que ya estaba en la etapa de convertirse en un hombre. También expliqué el desprecio que se manifestaba por las mujeres que antes del matrimonio perdían la virginidad. Algo así se podría interpretar en algunas palabras de Hamlet a Ofelia: “Go to the convent!”- lugar donde internaban a las pecadoras-(evidentemente no la mandaba a rezar, sino a purgar sus pecados)   Un alumno quiso reproducirme otras palabras de Hamlet pero-desafortunadamente- no eligió la palabra adecuada y me escribió al parecer absolutamente convencido:
“FRIGIDEZ, TU NOMBRE ES DE MUJER”-
 -cuando correspondía
 “FRAGILIDAD, TU NOMBRE ES DE MUJER”-.
 Algo bastante diferente.
 La condición de “frágil”, que es lo que destaca Hamlet,   a su vez, puede variar de matices según el contexto pero casi siempre revela   situaciones de debilidad,  inconsistencia, endeblez, delicadeza o, vulnerabilidad.
 En la  película que fui a ver: Tan frágil como un segundo, aparece  en forma desgarradora,  la vulnerabilidad juvenil femenina.

Berenice Perciballe como Julieta 

La obra la realizó el equipo de cine DODECÁ con la participación  de excelentes representantes nacionales. (Todos sin excepción.)  El tema principal es la trata de mujeres, pero también se manifiestan otras podredumbres humanas de la sociedad en la que estamos inmersos.
Se señala que está basada en hechos reales, y de eso no caben dudas porque todos sabemos que la explotación sexual es una realidad nacional y universal. 
Programa del pre-estreno "Tan frágil como un segundo" 

Si bien el argumento se centra en las historias de Julieta y Sofía- jóvenes  de clases sociales diferentes-, es posible apreciar puntos de contacto en sus conflictos: las dos tienen aspectos donde se percibe la fragilidad: No hay una familia contenedora. Julieta, del interior, tiene madre y hermanos más chicos. A la madre le interesa el aporte económico que consigue prostituyéndose. El principal organizador es el novio”tío” cuya ambigua figura está encarnada a la perfección por el actor Álvaro Armad Ugón. Es un hijo de puta perfecto. (Entiéndase-por favor- que no me refiero al actor Álvaro Armand Ugón sino al personaje que cobra vida a través de él.)
¿Por qué es un perfecto hijo de puta? Porque por un lado, le brinda mimos, le dice que es linda, que está divina, le da plata cuando no la obtiene ( lógicamente para llevarle a la madre) pero por otro, es el que le procura la clientela, y –por supuesto- es el que lucra con ella.
En Julieta- y  en Sofía, -la otra joven de clase social alta- hay  carencias afectivas- por eso además de la prostitución, hay otras podredumbres humanas en danza por ahí, porque la falta de afecto  en estas edades, -quizás en todas, pero  mucho más en la primera juventud, en los albores del despertar sexual-, es indispensable una familia que “apapache”- voz indígena que significa “acariciar con el alma”-. La familia, sea biológica o adoptiva,- o, en su defecto, las figuras parentales eficaces, son las  más apropiadas para establecer firmes lazos de confianza, respeto, diálogo sincero desinhibido, pleno y confiado-.Cuando  no se da- y es el caso-  el caos ronda por las cercanías de estas vidas. Sin esa barrera contenedora las personitas quedan a la deriva y a total merced de los hijos de puta. Indefensas, invisibilizadas, -situación de todas ellas- convertidas en esclavas sexuales sin ningún tipo de derechos ni credibilidad. (La policía revictimiza a Julieta, enviándola a una correccional de menores,    cuando apenas había logrado escapar del prostíbulo y caminaba  en la noche, dolida y  desorientada.)
Julieta apenas escapada del prostíbulo-cárcel a punto de ser atrapada por la policía. 

La historia de Sofía corre por otros carriles pero lleva a la misma situación a través de otra modalidad de engaño: la fotografía –supuestamente- publicitaria. La película ha sido pensada hasta en macabros detalles que sensibilizan: Sofía tiene un gato tuerto, que conmueve  cuando la cámara lo enfoca. (Al menos a mí, que me gustan los gatos, me perturbó.)

Sofía y el "tuertito". (La foto está tomada del facebook de "Tan frágil como un segundo" )

En fin. No voy a abundar más. Cada espectador hará su evaluación después de verla. Fue presentada  en el marco del Festival de Cine como el primer largo metraje de Santiago Ventura, junto a Belén Baptista, co-guionista y actriz. Es  de esperar que se siga exhibiendo en otras salas.
Yo la catalogo como una película dura donde se exhibe la violenta frustración  de las que caen y son llevadas a una prisión-prostíbulo, donde se las maltrata y somete bochornosamente. Ni   siquiera pueden hablar entre ellas.   En la  mazmorra son obligadas a todo tipo de ignominiosas tropelías, no únicamente castigos físicos, corporales,  sino psíquicos donde se les destruye por completo la autoestima. (“Vos no pensás, putita de mierda, vos no tenés que pensar, para eso estoy yo”. Dice uno de los proxenetas.) No. No pueden pensar. No deben pensar. Los que quedamos pensando somos nosotros, los espectadores.
La escena en la que Julieta se tira del auto -en marcha- del “tío”- que la va a buscar a la salida del internado de menores- me dejó con todos los pelos de punta.
¿Podrá salir a flote? ¿Qué pasará con Sofía?
¿Lograrán evadirse para siempre de la condena?
Son preguntas que los espectadores sensibilizados y doloridos- también fragilizados y vulnerables-  nos quedamos haciendo.


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