Imagen final de la película "Tan frágil como un segundo" - (Todas las imágenes las tomé de Internet) |
Yo recomendaba a mis
estudiantes que recordaran alguna frase del texto a comentar, y que la incluyeran con
la interpretación. Antes de Google e Internet, era una modalidad para explorar si habían leído o no el capítulo o
fragmento encomendado y si éste había llegado a ser entendido. No creo que esta
táctica sirva ya para nada, en vista de
la cantidad de información que se puede encontrar en lugares como “El rincón del
vago”-excelentísimo para evitar la lectura exhaustiva-. En general, me hacían
caso y me ponían alguna que otra cosita. Durante un tiempo coleccioné
disparates graciosos como los que dieron lugar a los libros del maestro Firpo,
pero después, cuando vi que la literatura ya no tenía la importancia curricular
de antaño, tiré la selección al canasto, ya que en caso de quererla publicar,
no serían muchos los que supieran de qué se trataba. De todas maneras, de vez
en cuando me acuerdo de alguna “perla” memorable y me vuelvo a reír como si la
estuviera leyendo por primera vez. A raíz del tema que hoy me convoca me acordé
de una. Se trataba de comentar la relación de Hamlet y Ofelia. No siempre se
conocen los usos de la época, por lo cual más de una vez, la clase de
literatura tenía –necesariamente- que incluir explicaciones históricas sobre
usos y costumbres. La utilización de
jovencitos para hacer el papel de las damiselas-por ejemplo- porque no era aún
común que actuaran las mujeres- y que se puede percibir en el comentario que le
hace Hamlet, sobre el asomo de barba, a un
actor jovencito que ya estaba en la etapa de convertirse en un hombre. También
expliqué el desprecio que se manifestaba por las mujeres que antes del
matrimonio perdían la virginidad. Algo así se podría interpretar en algunas
palabras de Hamlet a Ofelia: “Go to the convent!”- lugar donde internaban a las
pecadoras-(evidentemente no la mandaba a rezar, sino a purgar sus pecados) Un
alumno quiso reproducirme otras palabras de Hamlet pero-desafortunadamente- no
eligió la palabra adecuada y me escribió al parecer absolutamente convencido:
“FRIGIDEZ,
TU NOMBRE ES DE MUJER”-
-cuando correspondía
“FRAGILIDAD,
TU NOMBRE ES DE MUJER”-.
Algo bastante diferente.
La condición de “frágil”,
que es lo que destaca Hamlet, a su vez,
puede variar de matices según el contexto pero casi siempre revela situaciones
de debilidad, inconsistencia, endeblez,
delicadeza o, vulnerabilidad.
En la
película que fui a ver: Tan
frágil como un segundo, aparece en
forma desgarradora, la vulnerabilidad
juvenil femenina.
Berenice Perciballe como Julieta |
La obra la realizó el
equipo de cine DODECÁ con la participación
de excelentes representantes nacionales. (Todos sin excepción.) El tema principal es la trata de mujeres, pero
también se manifiestan otras podredumbres humanas de la sociedad en la que
estamos inmersos.
Se señala que está basada
en hechos reales, y de eso no caben dudas porque todos sabemos que la
explotación sexual es una realidad nacional y universal.
Programa del pre-estreno "Tan frágil como un segundo" |
Si bien el argumento
se centra en las historias de Julieta y Sofía- jóvenes de clases sociales diferentes-, es posible apreciar
puntos de contacto en sus conflictos: las dos tienen aspectos donde se percibe
la fragilidad: No hay una familia contenedora. Julieta, del interior, tiene
madre y hermanos más chicos. A la madre le interesa el aporte económico que
consigue prostituyéndose. El principal organizador es el novio”tío” cuya
ambigua figura está encarnada a la perfección por el actor Álvaro Armad Ugón.
Es un hijo de puta perfecto. (Entiéndase-por favor- que no me refiero al actor
Álvaro Armand Ugón sino al personaje que cobra vida a través de él.)
¿Por qué es un perfecto
hijo de puta? Porque por un lado, le brinda mimos, le dice que es linda, que
está divina, le da plata cuando no la obtiene ( lógicamente para llevarle a la
madre) pero por otro, es el que le procura la clientela, y –por supuesto- es el
que lucra con ella.
En Julieta- y en Sofía, -la otra joven de clase social alta-
hay carencias afectivas- por eso además
de la prostitución, hay otras podredumbres humanas en danza por ahí, porque la
falta de afecto en estas edades, -quizás
en todas, pero mucho más en la primera
juventud, en los albores del despertar sexual-, es indispensable una familia
que “apapache”- voz indígena que significa “acariciar con el alma”-. La
familia, sea biológica o adoptiva,- o, en su defecto, las figuras parentales
eficaces, son las más apropiadas para establecer
firmes lazos de confianza, respeto, diálogo sincero desinhibido, pleno y
confiado-.Cuando no se da- y es el caso-
el caos ronda por las cercanías de estas
vidas. Sin esa barrera contenedora las personitas quedan a la deriva y a total
merced de los hijos de puta. Indefensas, invisibilizadas, -situación de todas ellas-
convertidas en esclavas sexuales sin ningún tipo de derechos ni credibilidad. (La
policía revictimiza a Julieta, enviándola a una correccional de menores, cuando
apenas había logrado escapar del prostíbulo y caminaba en la noche, dolida y desorientada.)
Julieta apenas escapada del prostíbulo-cárcel a punto de ser atrapada por la policía. |
La historia de Sofía corre
por otros carriles pero lleva a la misma situación a través de otra modalidad
de engaño: la fotografía –supuestamente- publicitaria. La película ha sido
pensada hasta en macabros detalles que sensibilizan: Sofía tiene un gato tuerto,
que conmueve cuando la cámara lo enfoca.
(Al menos a mí, que me gustan los gatos, me perturbó.)
En fin. No voy a abundar
más. Cada espectador hará su evaluación después de verla. Fue presentada en el marco del Festival de Cine como el primer
largo metraje de Santiago Ventura, junto a Belén Baptista, co-guionista y
actriz. Es de esperar que se siga
exhibiendo en otras salas.
Yo la catalogo como una
película dura donde se exhibe la violenta frustración de las que caen y son llevadas a una
prisión-prostíbulo, donde se las maltrata y somete bochornosamente. Ni siquiera pueden hablar entre ellas. En la mazmorra son obligadas a todo tipo de
ignominiosas tropelías, no únicamente castigos físicos, corporales, sino psíquicos donde se les destruye por
completo la autoestima. (“Vos no pensás, putita de mierda, vos no tenés que
pensar, para eso estoy yo”. Dice uno de los proxenetas.) No. No pueden pensar.
No deben pensar. Los que quedamos pensando somos nosotros, los espectadores.
La escena en la que
Julieta se tira del auto -en marcha- del “tío”- que la va a buscar a la salida
del internado de menores- me dejó con todos los pelos de punta.
¿Podrá salir a flote? ¿Qué
pasará con Sofía?
¿Lograrán evadirse para
siempre de la condena?
Son preguntas que los
espectadores sensibilizados y doloridos- también fragilizados y vulnerables- nos quedamos haciendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario