Gay Talese por Band Shakbone |
De vez en cuando,
leo periodismo literario, escrito por
esos admirables maestros en el difícil arte de perseguir la información sin
importar las distancias ni las circunstancias y trasladarlos en buena prosa al
papel. No me refiero a los tiempos actuales-época de la inmediatez, del
“todo ya”, donde un simple rastreo por
google nos pone en contacto con el mundo- sino a las décadas precedentes donde
todo era a pedal y rastrear lo que se quería saber exigía esfuerzos inauditos
porque había que luchar mucho para
conseguir la información confiable o fidedigna.
Hay que destacar, que
en esos años, sin Internet y sin Google,
no era posible conseguir datos simplemente dando unos teclazos.
Los verdaderos periodistas de esas épocas se dedicaron a buscar,
indagar, investigar, empecinadamente, las más insólitas circunstancias de los
seres humanos. Hicieron suya la máxima indicación que nos daban a las que queríamos/ íbamos a ser escritoras. Sí. No se
asombren, desde niña quise ser escritora o –por lo menos- periodista. La
Licenciatura de Letras la inicié con la secreta
esperanza de dedicarme algún día a
escribir. No lo pude hacer-hasta ahora- porque la vida
se me fue presentando variopinta y atravesada- no de acuerdo a lo que yo quería sino a lo que los avatares
de la existencia me deparaban-, y no fueron nunca los que a mí me hubieran
gustado. Cada vez que intenté vivir de la escritura- redactora publicitaria,
periodista, novelista, cuentista; les aseguro que lo intenté varias veces- se me presentaba alguna otra alternativa
menos riesgosa para ganarme la vida-porque me la tuve que ganar desde muy
temprano- y los vericuetos de la existencia me fueron derivando hacia otro
destino que fue el profesorado. Reitero:
no era lo que quería hacer porque era muy tímida, y, por lo tanto, muy insegura
para hablar en público, pero cuando empecé se me dio tan bien que al final me
dediqué a dar clases y las ínfulas de
escritora se me fueron pasando. Pero eso
sí. Estudié periodismo- entre tantas otras cosas con títulos y
titulillos que obtuve y fui acumulando y que
cuelgan en mi lambriz frente al
escritorio-. De esos primeros pininos recuerdo aquel viejo asunto de las
preguntas con W (en inglés) y una premisa-que
mucho después averigüé que era de William Maxwell Aitken- que me
sigue pareciendo válida hasta ahora:
“Si un perro muerde a un hombre no es noticia, pero
si un hombre muerde a un perro, eso sí
que es noticia.”
Es cierto. La
noticia no es lo común y corriente, sino lo insólito, lo que se sale de lo
“normal”, y, por eso, el buen periodista
debe encontrar “lo otro”-como decía
Felisberto Hernández.
OTRA MANERA DE MIRAR, OTRA MANERA DE CONTAR: Gay Talese
Gay Talese, nació
en Ocean City, Nueva Jersey, es hijo de
padres de ascendencia itálica que se dedicaban a la costura, se le considera un
periodista singular y es famoso a nivel mundial por su particular estilo de
mirar y contar. Sin lugar a dudas, buscó
siempre, por todos lados, a los “hombres
que mordieran a los perros”. Es decir, se dedicó a hacer lo que otros no
hacían. Por ejemplo, escribió sobre “los
perdedores” o “fracasados”- por lo tanto, tomó las historias desde un ángulo
que no era el habitual. Así leemos su exhaustiva investigación sobre la
jugadora china de fútbol femenino Liu
Ying que falló el penal del Mundial del año 1999 donde resultó vencedor el
equipo de los Estados Unidos. A tanto llegó la meticulosidad de Talese que se
pagó él mismo el viaje a China durante seis meses para entrevistar a Liu, a la
madre, familiares, entrenador, compañeras y yo creo que si hubiera encontrado a
un perro chino que hablara inglés, lo
habría tenido en cuenta también.
Dos libros imperdibles de Gay Talese |
Escribió varios
libros, entre ellos, “La mujer de tu prójimo” y “Vida de un escritor”.
Verdaderas obras de arte de la narración.
Del segundo libro
mencionado saqué esta cita-que me encantó- donde cuenta cómo trabaja:
“A menudo me sumerjo al mismo tiempo en dos o
tres temas que no tienen relación, y paso de uno a otro cuando siento que estoy
empantanado y creo que es mejor dejar a un lado lo que estoy haciendo y
retomarlo en algún momento del futuro. En 1974 comencé a describir muchas
escenas y situaciones de las que había sido testigo en distintos restaurantes,
pero todo el conjunto parecía demasiado fragmentado y difuso. Así que concentré
mi atención en otro tema que tenía en consideración y finalmente en 1979, logré
llevarlo hasta el final. Fue La mujer de
tu prójimo, uno de los cuatro libros que comencé y completé entre otros
libros que no terminé. Mi curiosidad me lleva en distintas direcciones, pero
hasta que no invierto gran cantidad de tiempo- meses, años- no tengo la certeza
de que el tema elegido sea capaz de mantener mi interés. Algunas veces arrojo a
la basura varios borradores de lo que he escrito, mientras que otras los
conservo, los archivo, los vuelvo a leer uno o dos años después, los reescribo
y tal vez vuelvo a archivarlos, o decido que después de todo no valen la pena,
así que los rompo y me deshago de ellos para siempre. “(página 112)
LO INSÓLITO
En estos tiempos
que corren, cuando nos enteramos que aún
quedan lugares en el planeta donde a las
mujeres se les cercena el clítoris, cuesta creer que estemos metidos de pleno en
el siglo XXI. En realidad, con esa brutal ablación, lo que se les mutila a las mujeres es-nada más y
nada menos- que la capacidad de experimentar goce sexual. “El timbre”, como le
llama una mexicana amiga mía al clítoris, no tiene ninguna otra función. No
sirve ni para la reproducción ni para la micción. Está por ahí arriba, -No. En
el ombligo no. Busque con paciencia señor, vea alguna lámina o postal donde
pueda ubicarlo, por favor. Mírese algún videíto de Youtube que -por ahora- circulan sin censura. No sea lelo. No
quede como un pasmado. Avívese. Si no lo hace vendrá otro que satisfará a su
amigovia, señora o lo que sea, de eso no le quepan dudas. (Por supuesto, los
cercenadores hijos de puta le temen a eso). Y si no me cree, léase alguna
versión de “Las mil y una noches” donde verá que los sultanes, le dejaban “el timbre” a alguna de sus favoritas-tampoco la pavada,
vio- pero castraban a los esclavos, y también les cercenaban la lengua- otro órgano que bien usado puede llevar al éxtasis-. ¿Que cuando
leí Las mil y una noches? ¡Uhhhh! ¡Hace
muchos muuuuuuchos años! Estaba –también- en la biblioteca de mi madre. Ahora,
tengo una versión más completa).
Lo cierto es que la
amputación del “botón mágico” no es nueva en Occidente. Hubo médicos que la
practicaron a las que –supuestamente- sufrían de histeria. Lisa y llanamente:
se trataba de mujeres insatisfechas sexualmente cuyos “nervios” estallaban por
ese descontento. Por supuesto, que la operación daba resultado porque “muerto
el perro se acaba la rabia”. También Freud se equivocó. El orgasmo clitoridiano o clitoriano- de las
dos formas lo llaman- no es –para nada- “infantil”.
(Que me perdone el maestro, pero las “niñas”
no experimentan orgasmos porque no están aún preparadas para tenerlos). En las
mujeres adultas, el clítoris responde a
un buen estímulo. En la vagina, únicamente por “extensión” se va a sentir
placer, porque –lamentablemente- no tiene la misma cantidad de terminaciones
nerviosas que tiene el clítoris que tiene montones y es todo un campeón. Mucho más que un pene, aunque les cueste admitirlo a ellos. Insisto,
entonces,-con absoluto conocimiento de causa-: a las mujeres se les cercena el
clítoris para impedirles el goce sexual. El botoncito en cuestión, una especie
de “penecito” arrepentido, (¡Ay si me agarra Freud!) solo cumple con esa
función. Que no es poca cosa. Y punto.
¿A qué se debe este
preámbulo? A uno de los temas que trató Gay Talese en su libro “Vida de un
escritor”.
Porque a las mujeres
se las mutila aún hoy en día para que no
gocen. (Ni solas, ni acompañadas- sepamos y digamos de una vez por todas, que
el clítoris acepta gustoso la masturbación…. Por aquello de: “si no hay pan,
buenas son tortas”). De vez en cuando,
sale algún artículo de protesta, (contra la mutilación y también contra la masturbación) pero –hasta el momento- no ha bastado para
detener los atropellos. (Aclaro que con “atropellos” me refiero a la
mutilación-únicamente-) En cambio, si una mujer, se defiende de un marido violador,
se arma un escándalo de padre y señor mío.
Ese fue el famoso caso de John y Lorena Bobbit que
ocurrió el 23 de junio de 1993 en Manassas, Virginia, Estados Unidos.
John y Lorena Bobbit de jóvenes- imágenes sacadas de Internet - |
Gay Talese lo
presenta así: (el subrayado es mío):
“Entre la gente sobre la que había estado leyendo en la
prensa durante el verano anterior había una pareja de individuos que fueron
identificados por la revista Time como “la pareja más desavenida de América”
John y Lorena Bobbit, cuya incompatibilidad alcanzó proporciones épicas a
comienzos de una mañana de junio de 1993 cuando, después de que John pasara la
noche bebiendo y supuestamente violara a Lorena al llegar a casa, ella
se vengó levantándose de la cama, yendo a la cocina a buscar un cuchillo y
rebanándole la mayor parte del pene mientras él dormía. Como estaba interesado
en el tema ya mencionado de los fracasados, y teniendo en cuenta que
pocas personas representaban el tema con la distinción de este ex infante de
marina de Estados Unidos de veintiséis años- quien, después de perder su
miembro masculino durante dos horas, quizás había perdido también para siempre
el placer de su uso cabal a pesar de los ingentes esfuerzos que hicieron los
cirujanos para reimplantárselo- estaba ansioso por reunirme con John Bobbit
antes de tratar de entrevistar a su impetuosa esposa de veinticuatro años.
Pero mi interés por ella aumentó después de que supe que, aunque había nacido
en Ecuador y había sido criada en Venezuela, Lorena Bobbit (cuyo apellido de
soltera era Gallo) afirmaba que parte de las raíces de su familia estaban en el
Sur de Italia.”
John Bobbit y su ex-esposa Lorena Gallo- imágenes más actuales sacadas de Internet |
A este insólito caso
de cercenamiento masculino, Talese le dedicó los capítulos 22, 23, 24, 25, 26 y
27 de su libro. No los voy a aburrir con las minucias de los pormenores. Solo
señalo que el libro vale la pena leerlo completo. Sin embargo, me tomé una libertad para dejarlos pensando. Subrayé tres
palabras: “supuestamente”- adverbio que trasmite la idea de que el
propio Gay Talese, dudó de que –realmente- John hubiera violado a su esposa- es
decir, que la hubiera obligado a mantener
relaciones sexuales sin su consentimiento- la segunda palabra es “fracasados”- corroboro con ella, ese
gusto especial del buen periodista por
buscar al “hombre que muerde al perro”.
Y la tercera, es la que califica
a Lorena de “impetuosa”. Evidentemente es todo un juicio valorativo. No sé si se le escapó, si es error de la traducción,
o si lo escribió así, convencido. Lo
cierto es que no he visto ningún artículo- de Talese o de algún otro buen
periodista- que haya hecho una buena
investigación sobre la mutilación femenina. Por lo menos, yo no lo
he leído señor Talese, y ya que le gustó
el tema de los fracasados, no estaría mal que se hiciera una investigación-como esas exhaustivas
que usted realiza- sobre el cercenamiento femenino, ya que se ocupó-y preocupó-
tanto por el de John Bobbit.
Genial Alfa !!! Siempre me pregunto como es posible que con el poder que tenemos las mujeres, permitamos que eso les ocurra a otras mujeres, tenemos mujeres presidentas, primeras ministras, directoras de empresas, intelectuales, pero a nadie parece ocurrirsele, no se, boicotear a esos países. Por desgracia ( para ellas) casi todos sus paises son productores de petroleo, por lo tanto eso seguramente está por encima de ese "botoncito".
ResponderEliminarRespecto a tu enfoque de más arriba, acerca de la labor de los periodistas, siempre me maravilló eso de indagar, buscar más allá de lo visible, aunque no se si yo hubiera servido para eso.
Muy buena tu relación de los distintos temas . Saludossssss
¡Gracias Laura! A mí lo que más me consterna es comprobar que esos buenos periodistas-como indudablemente lo es Gay Talese, son capaces de escandalizarse y seguir un caso como el de John y Lorena, pero no hacen lo mismo frente al atropello de la mutilación femenina. Que conste que no es que apruebe la mutilación masculina. El pene también ha sido y es un objeto de adoración y está bien que lo siga siendo, pero -al mismo tiempo- deberían darle su lugar al "botoncito" femenino, que al fin y al cabo, tiene sus derechos también.
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