domingo, 24 de mayo de 2015

LA COCINA


Mi delantal divertido 
En  los tiempos que corren, las mujeres se niegan cada vez más a las tareas culinarias. Aducen falta de tiempo o, el que tienen, lo dedican  a otras actividades.  Además, los hombres, quizás llevados por este nuevo tipo de mujer,  han pasado a participar  en las tareas del hogar que antes eran de exclusivo dominio de las mujeres. Y conste de que esto no me parece mal, simplemente que acuso el cambio. Por supuesto el hombre que cocina, le pone ganas y lo hace bien. Conozco algunos que son magníficos porque además de saber preparar delicias, dejan la cocina estupendamente limpia y ordenada. Las que han logrado tener hombres así a su lado,  se congratulan, por supuesto. Es realmente una bendición, sobre todo,  para las  que no pisan demasiado la cocina. Tanto es así, que ha sido tema de murga- y si la murga lo canta por algo será-.
Pongo un ejemplo:
En el año 2008, la murga uruguaya “La Margarita”, con un insuperable Diego Bello encarnando al personaje de Superman,-graciosamente agobiado por los quehaceres hogareños-  se refería a “su mujer” -Luisa Lane- de la siguiente manera:

-      “Esta es la mujer del siglo XXI, que conoce la cocina si le queda de paso pa’l baño”.

Efectivamente,  ya no es común que se considere como condición fundamental que una mujer sepa cocinar.
 Yo vengo de una familia-mejor expresado de varias familias,  porque están las biológicas y las adoptivas- donde las mujeres-todas- cocinaban y era una actividad que encaraban con alegría, porque  saber cocinar era muy bien visto. Para mi nona era una virtud insuperable. Cuando quería desprestigiar a alguna jovencita-candidata, decía poniendo cara de asco: “Es una desgraciada. No sabe hacer ni un huevo frito”. Y eso era de lo más denigrante. Podía ser una belleza, un genio en los estudios, o en el trabajo, pero si no cocinaba, la nona no la aceptaba por nada del mundo.
Esa nona es la misma que me enseñó el camino  para conquistar a un hombre: sexo, estómago, corazón. Y señalaba a las risas, las partes correspondientes. Según ella, no se llegaba al corazón, es decir no se llegaba a ser querida,- que es al fin y al cabo lo que toda mujer que se precie, desea,-  si no se cuidaba muy bien de desarrollar los dos primeros puntos. Yo me esmeré todo lo que pude. Hasta ahora. Pero, por lógica, ahora,  estoy más aplicada a  la cocina, un ámbito que se me dio siempre como natural  y exitoso, donde me siento contenta,  tanto como cuando escribo, que es-dicho sea de paso- también, otro de mis dichosos  ámbitos naturales.

Una delicia: Manjar del cielo con crema chantilly
 Mi cocina está equipada /preparada  para pasar muchas horas, ya sea escuchando música y  cocinando, comiendo, leyendo, o escribiendo. Me gusta que se sienta que  todo lo que dispuse, lo hice para agasajar. Ni más ni menos. Me moriría de tristeza con una pareja que fuera  una persona indiferente,  que no apreciara mis habilidades culinarias, que no le encantara bailar, que no le gustara la música o que no leyera. Cuando me preguntan cómo es mi  “hombre ideal” –además de contestar que ya lo tuve por muchísimos años- puedo enumerar medio entreveradas, las  cualidades que considero  imprescindibles: tierno, alegre, de buen carácter, o sea nada gruñón- con sentido del humor, buen bailarín, buen gourmet, buen espectador y viajero, buen lector, buen amante. Y si se parece a Keanu Reeves, ¡mejor! (¡Ah, sí!  Soy muy  exigente. No me conformaría con menos. Afuera se dice que “a la vaca vieja le gusta el pasto tierno”.)

Tapa de revista tomada de Internet. Todas las jóvenes
 se querrían casar con él

Al fin de cuentas,  me hace feliz cocinar. En esta edad avanzada donde Keanu Reeves (sí; además,  soy de ideas fijas)  no puede ser más que un  imposible objeto de  deseo, cocinar es una de las actividades alternativas que encuentro más placenteras y dentro de   la búsqueda de la felicidad, que es la única tendencia humana que nos ayuda a mantenernos vitales solo  si la sondeamos incansablemente. Por eso asistí  a un taller de cocina en Philomene Cafe. La Chef Mery Bernardi, es una chica  joven,  muy agradable y con mucha “cancha” para dirigirlo. Nos entregó a cada una de las participantes,- éramos ocho, un número ideal -  una carpeta con explicaciones, consejos, recetas, sugerencias y hasta un vocabulario básico. Me gustó mucho  que  pusiera el vocabulario porque no todas las personas saben exactamente que es un “apanado a la inglesa” o que es “desglasar” o que es un “roux”.
  Los  sencillos “finger food” – tampoco todo el mundo sabe qué son, por eso lo aclaro-: son los bocadillos para agarrar con los dedos- nos quedaron exquisitos.
En el taller de cocina. Foto tomada del facebook de la Chef Mery Bernardi
- que es la tercera desde la izquierda- 
Preparamos:
·         Snacks de pollo con cereales y romero, con crema de muzarella y lima
·         Brusquetas con crema de palta, queso Philadelfia y salmón crudo.
·         Camarones apanados con panko y salsa de soja subida de tono.
·         Frutillas con ganache de chocolate, almendras y amapola.
Brusquetas con queso Philadelfia, crema de palta y salmón
Foto tomada del facebook de Mery Bernardi 


Por supuesto que, al final,  degustamos todo con un buen vino Emilia.


La  esperanza es lo último que se pierde, y es otro fanal a seguir.  Quizás algún día, pueda sorprender a Keanu Reeves con alguna de mis delicias culinarias. Y bueno. ¡Algo es algo!















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