Mi delantal divertido |
En los tiempos que corren, las mujeres se niegan
cada vez más a las tareas culinarias. Aducen falta de tiempo o, el que tienen,
lo dedican a otras actividades. Además, los hombres, quizás llevados por este
nuevo tipo de mujer, han pasado a participar
en las tareas del hogar que antes eran
de exclusivo dominio de las mujeres. Y conste de que esto no me parece mal,
simplemente que acuso el cambio. Por supuesto el hombre que cocina, le pone
ganas y lo hace bien. Conozco algunos que son magníficos porque además de saber
preparar delicias, dejan la cocina estupendamente limpia y ordenada. Las que
han logrado tener hombres así a su lado, se congratulan, por supuesto. Es realmente una
bendición, sobre todo, para las que no pisan demasiado la cocina. Tanto es
así, que ha sido tema de murga- y si la murga lo canta por algo será-.
Pongo un ejemplo:
En el año 2008, la
murga uruguaya “La Margarita”, con un insuperable Diego Bello encarnando al
personaje de Superman,-graciosamente agobiado por los quehaceres hogareños- se refería a “su mujer” -Luisa Lane- de la
siguiente manera:
- “Esta es la mujer
del siglo XXI, que conoce la cocina si le queda de paso pa’l baño”.
Efectivamente, ya no es común que se considere como condición
fundamental que una mujer sepa cocinar.
Yo vengo de una familia-mejor expresado de
varias familias, porque están las
biológicas y las adoptivas- donde las mujeres-todas- cocinaban y era una
actividad que encaraban con alegría, porque saber cocinar era muy bien visto. Para mi nona
era una virtud insuperable. Cuando quería desprestigiar a alguna jovencita-candidata,
decía poniendo cara de asco: “Es una desgraciada. No sabe hacer ni un huevo
frito”. Y eso era de lo más denigrante. Podía ser una belleza, un genio en los
estudios, o en el trabajo, pero si no cocinaba, la nona no la aceptaba por nada
del mundo.
Esa nona es la
misma que me enseñó el camino para
conquistar a un hombre: sexo, estómago, corazón. Y señalaba a las risas, las
partes correspondientes. Según ella, no se llegaba al corazón, es decir no se
llegaba a ser querida,- que es al fin y al cabo lo que toda mujer que se
precie, desea,- si no se cuidaba muy
bien de desarrollar los dos primeros puntos. Yo me esmeré todo lo que pude.
Hasta ahora. Pero, por lógica, ahora, estoy más aplicada a la cocina, un ámbito que se me dio siempre
como natural y exitoso, donde me siento
contenta, tanto como cuando escribo, que
es-dicho sea de paso- también, otro de mis dichosos ámbitos naturales.
Una delicia: Manjar del cielo con crema chantilly |
Mi
cocina está equipada /preparada para
pasar muchas horas, ya sea escuchando música y cocinando, comiendo, leyendo, o escribiendo.
Me gusta que se sienta que todo lo que
dispuse, lo hice para agasajar. Ni más ni menos. Me moriría de tristeza con una
pareja que fuera una persona
indiferente, que no apreciara mis habilidades
culinarias, que no le encantara bailar, que no le gustara la música o que no leyera.
Cuando me preguntan cómo es mi “hombre
ideal” –además de contestar que ya lo tuve por muchísimos años- puedo enumerar
medio entreveradas, las cualidades que
considero imprescindibles: tierno,
alegre, de buen carácter, o sea nada gruñón- con sentido del humor, buen
bailarín, buen gourmet, buen
espectador y viajero, buen lector,
buen amante. Y si se parece a Keanu Reeves, ¡mejor! (¡Ah, sí! Soy muy exigente. No me conformaría con menos. Afuera
se dice que “a la vaca vieja le gusta el pasto tierno”.)
Tapa de revista tomada de Internet. Todas las jóvenes se querrían casar con él |
Al fin de cuentas, me hace feliz cocinar. En esta edad avanzada
donde Keanu Reeves (sí; además, soy de ideas fijas) no puede ser más que un imposible objeto de deseo, cocinar es una de las actividades
alternativas que encuentro más placenteras y dentro de la
búsqueda de la felicidad, que es la única tendencia humana que nos ayuda a
mantenernos vitales solo si la sondeamos
incansablemente. Por eso asistí a un
taller de cocina en Philomene Cafe. La Chef Mery Bernardi, es una chica joven,
muy agradable y con mucha “cancha” para dirigirlo. Nos entregó a cada una
de las participantes,- éramos ocho, un número ideal - una carpeta con explicaciones, consejos,
recetas, sugerencias y hasta un vocabulario básico. Me gustó mucho que pusiera el vocabulario porque no todas las
personas saben exactamente que es un “apanado a la inglesa” o que es
“desglasar” o que es un “roux”.
Los
sencillos “finger food” – tampoco todo el mundo sabe qué son, por eso lo
aclaro-: son los bocadillos para agarrar con los dedos- nos quedaron
exquisitos.
En el taller de cocina. Foto tomada del facebook de la Chef Mery Bernardi - que es la tercera desde la izquierda- |
Preparamos:
·
Snacks
de pollo con cereales y romero, con crema de muzarella y lima
·
Brusquetas
con crema de palta, queso Philadelfia y salmón crudo.
·
Camarones
apanados con panko y salsa de soja subida de tono.
·
Frutillas
con ganache de chocolate, almendras y amapola.
Brusquetas con queso Philadelfia, crema de palta y salmón Foto tomada del facebook de Mery Bernardi |
Por supuesto que,
al final, degustamos todo con un buen
vino Emilia.
La esperanza es lo último que se pierde, y es
otro fanal a seguir. Quizás algún día,
pueda sorprender a Keanu Reeves con alguna de mis delicias culinarias. Y bueno.
¡Algo es algo!
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