Cartel que nos recibe al llegar |
Durante mucho tiempo ignorados por la mayoría de los
montevideanos, los parajes de las sierras de Lavalleja, además del encanto
propio del paisaje, guardan misterios aún no resueltos. Después de ir al templo
budista, y de pasar el día allá, nos había quedado por conocer este otro sitio
arqueológico. Circundado por un paisaje de ensueño, el Valle del Hilo de la
Vida, recibió ese nombre porque lo recorre –precisamente- un “hilo” de agua que
corre rumoroso por el entorno.
"El Hilo de la Vida"- un pedazo del paraíso- |
Para ir, es necesario pactar con alguna agencia
que haga el recorrido y que arregle con los dueños, la charla, el almuerzo, y
la visita guiada. Nosotras optamos por ir con la misma agencia que nos había
llevado al templo budista: Atlanti-tour. El “formato” es el mismo. Los de
Montevideo, partimos de la terminal 3 Cruces, y por el camino, se fueron
sumando otros viajeros. Esta vez pasamos por Atlántida- donde la agencia tiene
su sede-
Al llegar fuimos recibidos por el ginecólogo Gustavo
Guerrero, -que, en lugar de traer bebes al mundo se ha dedicado a instruir a
los que llegan sobre las bondades del lugar, que es otra modalidad de
asistencia natal-.
Juanita tomando energía del lugar- atrás el Dr. de la vida:- Gustavo Guerrero- |
Lo primero que se establece fácilmente es que es una fuente energética. Todos vamos con
distintas expectativas: unos buscando curas psicológicas, otros, curas físicas,
y también algunos vamos de pura curiosidad para ver si realmente se puede
percibir esa energía de la que tanto se habla. Sí, se percibe. Las varillas de
apreciación sirven, pero también sirve
la sensación de paz y de armonía que de inmediato se adueña de los
estresados excursionistas. Como en toda travesía el público es diverso porque como dice el dicho “hay de todo en la viña del
Señor”. Desde el ruidoso insoportable que describía el Cuque Sclavo en una de
sus crónicas, ese que desde que sube no
deja de hablar a los gritos y que prorrumpe en alaridos de felicidad ante
cualquier pelotudez:
-¡Mirá la vaquita con el ternerito! ¡Qué divino! ¡El
ternerito está mamando!
Y te lo grita en medio del oído que tenés más sensible. No
importa que durante el viaje aparezcan muchas –digo: MUCHAS- vacas paridas con
sus terneros porque el susodicho cada vez que vea una te lo dirá – y se lo dirá
a todo el pasaje, a grito pelado- por las dudas, por si no nos habíamos dado
cuenta. Y por si a alguien se le fuera a escapar algún detalle, se levantará y
recorrerá TODO el autobús de punta a punta con guarangadas similares gritadas a
viva voz.
Vaca con ternero mamón: - ¡ Oh un ternerito mamando! ¡Oh, oh, oh! |
Tampoco falta la rompe pelotas que desde que sube va contando todas
sus peripecias de salud-todas horrorosas y tremendas- sin interrupción de
ningún tipo. Y vos, no sabés qué decirle porque también tenés una rodilla hecha
pelota por la artrosis y te cuesta un triunfo subir la cuestita de morondanga
para contemplar los túmulos indígenas y tomarte una foto con tu hermana- con
mucha suerte quizás lo logres porque la lima-huevos te seguirá a sol y a sombra
para seguirte contando A VOS. Pura y exclusivamente A VOS que heredaste ese
karma de mierda que es “ligarte” la compañía de cuanto bipolar anda suelto por
el mundo-. Y no podrás huir porque con la rodilla hecha pelota es imposible que
corras. Juanita puede porque tiene quince años menos, pero vos no. Vos te la
tenés que bancar durante todo el viaje. ¡Oh Dioses del Olimpo!
En pleno ascenso para contemplar los túmulos |
De todos modos, la comida se deja comer. Apenas te da un repelús cuando te cobran 100
pesos uruguayos por una media copita-escasa- de un vino carlón- y 70 por un
refresco. Pero, como decía Alberto Castillo: “que le vachaché”- así es la
life-. El comercio se ha expandido y no somos tantos los que agarramos para el
lado esotérico-.
Mesa brindando: con las copitas de $ 100 cada una. ( Los refrescos a 70 ) |
Valió muy bien la pena
el rato pasado al borde del hilo de agua que corre feliz y sin preocupaciones-
hasta el gritón se quedó quieto por un ratito-.
El ganso Narciso contemplándose a sí mismo en el ventanal |
Lo más misterioso son los túmulos que se levantan en una
línea-para vos incomprensible, pero intuís que por algo será así- que no son “enterramientos
indígenas"- como alguna vez se pensó- porque no
se encontraron huesos humanos en ellos. Sí se sabe que de una manera u
otra están relacionados con lo espiritual porque nuestros indígenas no eran
tan torpes como nos quisieron hacer creer los viejos libros de historia.
Frente a uno de los túmulos con Juanita-en el centro tomadas de la mano- (Imposible salir solas) |
De todos modos, igual
llegará el momento en que podrás abstraerte, quedarte en el medio
del misterioso paisaje- meditar no, imposible- pero por lo menos sentirás que
estás en un lugar increíble, con un “lagarto Juancho” que te viene a saludar al
comedor, y con un ganso Narciso que se contempla embelesado en el vidrio del
ventanal.
El "lagarto Juancho"- que vino al comedor y se dejó fotografiar- |
No hay comentarios:
Publicar un comentario