lunes, 8 de febrero de 2016

EL PROFESOR RAVIOLO



"El profesor Raviolo"- nunca "Heber". Jamás nos tuteó tampoco 


Libro Escritos de Literatura-recopilación de sus textos- en la página 11 se afirma que su período docente más recordado fue 1961/1967 en el Liceo Nocturno de Las Piedras, donde fui su alumna- 

Corrían los años sesenta del siglo pasado, en el recientemente inaugurado “Preparatorios Nocturnos” del Liceo de Las Piedras. El “glorioso Preparatorios nocturno”, como solía decir uno  de los compañeros que también resultó profesor de Literatura y al cual nunca vi más-pero sí mi hermana menor que lo tuvo como profesor en el Liceo de la Paz-.
Ahora que se puso en el tapete el agradecimiento que le debemos a los profesores que nos marcaron, yo también quiero hacerlo-otra vez, porque ya lo hice con Dumas Oroño- mi profesor de Dibujo que supo apreciar que yo era una reverenda tronca para dibujar o pintar, pero que podía servir- y serví- para las letras, y mi profesor de Historia Nacional y Americana: el sin par y querible Vivían Trías. Es inconmensurable la cantidad de alumnos que sacó de la ignorancia con su sabiduría, y con su biblioteca, porque accedíamos a sus libros como si se tratara de una biblioteca pública. Además recibíamos más lecciones de Historia y de Vida en su casa mientras ubicaba lo que nos iba a prestar con un sencillo trámite: en  un cuadernito anotaba nuestro nombre y nuestra dirección. Ninguno de nosotros tenía teléfono celular porque no existían.

El profesor Heber Raviolo era distinto. Serio como perro en bote. Debajo de sus bigotones, difícilmente asomaba  una sonrisa. Nos trataba de riguroso “usted”, y nos llamaba por el apellido. “A ver, Segovia, dígame tal o cual cosa". (Y había que saber “tal o cual cosa” y no irse lisa y llanamente por las ramas.)  Ninguno de nosotros supo “de donde venía ni adónde iba”- como el poema de Darío- pero sus lecciones con el “ala aleve del leve abanico” las recuerdo hasta ahora. Nos llevaba minuciosamente por los entretelones de “Sonatina”, nos deleitaba con “Sinfonía en gris mayor”,  hasta que nos hacía sentir el dolor del  poema “Lo faltal”. Nada se escapaba  a su riguroso análisis poético. Confieso, -y ya todo el mundo lo sabe- que la mayor parte de la poesía me paspaba- Y más aún la del  tipo “hermético”, porque se precisaba un “manual” o alguien que desentrañara “significados”. Pero con Raviolo en clase, la cosa cambiaba. Él nos alimentaba como si fuéramos pichones, y nos “masticaba” lo difícil para que  pudiéramos apreciarlo mejor. Nunca más necesité buscar “material” extra sobre Darío. Me bastó- aún en la carrera universitaria- con el  que él me señaló. Y todo lo que pude ampliar lo hice partiendo de sus premisas. Pero donde más se lucía era en la narrativa. Le gustaba “sacar” a relucir narradores antiguos, pero también los que no tenían mucha difusión. Por eso, aún con los rígidos programas de la época, se las ingeniaba para darnos, de aquí de allá y de más allá, muchos “picotones” extras que nos sirvieron de por vida.
Un profesor no tiene que enseñar “todo”, pero sí  puede limpiar el camino de malezas para que los jóvenes transiten con confianza. Lo supo hacer,  pero-a su vez-  era riguroso; no era nada fácil “salvar” los exámenes con él en la mesa. Preguntaba con parsimonia y exigía.  Con su modito tranqui, nos llevaba por vericuetos que desconocíamos -o que no recordábamos-. Si luchábamos, salíamos a flote. Siempre y cuando hubiéramos estudiado los poemas y los supiéramos de memoria para desmenuzarlos en el oral. “Lo Fatal” lo memoricé en esa época.
Siempre leí los prólogos que escribía para los libros de Banda Oriental porque además de una guía certera, llevaban su sello personal. Aquel que yo había conocido y aprendido  en “los comentarios de texto” que hacía en sus clases.
Hace poco, compré el libro “Escritos sobre Literatura Uruguaya”, que reúne una selección de sus textos recopilados y seleccionados por el profesor Oscar Brando. Allí me enteré de que los años que más recordó fueron aquellos de nuestros antiguos Preparatorios:
“ 5. El período que más recordó fue el de los seis años en el Liceo Nocturno de las Piedras ( 1961-1967). Su carrera docente se interrumpió cuando la dictadura cívico-militar lo destituyó de su cargo”. (Escritos sobre Literatura Uruguaya Heber Raviolo. Ediciones de la Banda Oriental 2015. Página 11)

Libro de recopilación de saberes del profesor Heber Raviolo

En esos años, inauguramos el  antiguo y “glorioso” Preparatorios Nocturno del Liceo de las Piedras.
Lo reencontré  en  mi  edad adulta, ya recibida de profesora, y enseñando en un Colegio Internacional. Siempre serio como perro en bote. Fui  a Banda Oriental a comprar unos cuantos ejemplares de un libro que quise regalar a mis estudiantes”Seniors”- del último grado-. (También de “Preparatorios” aunque ya no se llamara así.) Me di a conocer, le dije mi nombre, el año, y la clase. Y ahí sí se sonrió. Ahora me doy cuenta de que fue todo un homenaje.
Gracias profesor Raviolo, por todo lo que nos dio, por lo que nos dejó y por todo lo que hizo para formarnos en la disciplina de la literatura y de la vida.


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