Después de pagar entradas carísimas: todos de pie |
PERIPECIAS
Desde que supe que los abuelos del rock iban a venir a
Uruguay, estuve ahorrando para pagar un buen lugar. Pensé que no tendría
ninguna otra oportunidad. Ahora o nunca. Así que me arremangué y me saqué la
que yo suponía que era una buena ubicación.
No fue así. Me vendieron una entrada cara- dos en este caso
porque fui con una amiga- pero era un lugar para permanecer de pie durante todo
el show. Es probable que así sea en los festivales de rock, pero en este caso,
no se tuvo en cuenta si todos los usuarios estaban en condiciones de permanecer
de pie durante tanto tiempo aunque el espectáculo fuera una maravilla. Hubo
discusiones- en el mismo predio- con otras personas: algunas decían que sí
sabían que “era de parado”, otras no. Yo no. Por supuesto que no. Para eso
habría pagado una de la tribuna olímpica que más o menos estaban en el mismo
precio y permitía sentarse en las correspondientes gradas. No era-por supuesto-
necesario sentarse durante todo el show, pero con un esguince sin curar me
podría haber evitado la brutal hinchazón-.
La foto me quedó oscura, pero, igual se puede apreciar que hubo personas sentadas. El que se ve sobre mano derecha, es uno de los controladores- sentadito cómodamente él- |
Para colmo de males, la organización previó bien la entrada
de inadaptados: desde mi puesto, contra la valla de división de categoría, vi
sacar entre tres o cuatro guardias a unos cuantos ladrones pescado “in
fraganti”, más otros desmayados, desvanecidos o con malestares diversos; pero
no previó de ninguna manera las
suficientes entradas para personas mayores o con problemas físicos. Como suele ocurrir en
este país, los lisiados se las tienen que arreglar por ellos mismos. Había un
pequeño rincón con unos cuantos sentados; pero según el controlador que nos
sacó con cajas destempladas cuando le fuimos a pedir una silla, “habían pedido
las sillas antes de las cinco de la tarde”.
Además, para llegar hasta la puerta 5- que era la de la platea Premium Platinum no sé cuánto pagada a precio de oro- hubo que dar la vuelta al mundo porque cerraron tantas calles que los ómnibus que no podían entrar ni hacer su recorrido habitual, nos dejaban en Avenida Italia. Tuvimos que atravesar todo el parque y caminar bastante para llegar hasta la puerta 5. Allí el control fue mediocre. A mí me revisaron la bandolera que llevaba pero en cambio a Lydia ni la tocaron. Tampoco revisaron bien las entradas-por lo cual yo podía haber entrado con otra más barata y haber pasado igual sin ningún tipo de problemas-. No hubo tampoco ninguna previsión de medios de transporte a la salida del recital. Los taxis brillaban por su ausencia. Cuando llegamos a Ramón Anador y Rosell y Rius, llamé a todos los servicios que tengo anotados en el celular; ninguno tenía disponible ningún móvil. No se imaginan las ganas que tengo de que le den los permisos correspondientes a Uber o a cualquier otra compañía de competencia, para que estos señores no puedan nunca más en sus vidas ejercer el monopolio absoluto que tienen ahora.
Valla divisoria. Yo estaba en la primera división sobre la mano izquierda La foto me quedó oscura pero es posible apreciar a los controladores, y a todo el público de pie |
Además, para llegar hasta la puerta 5- que era la de la platea Premium Platinum no sé cuánto pagada a precio de oro- hubo que dar la vuelta al mundo porque cerraron tantas calles que los ómnibus que no podían entrar ni hacer su recorrido habitual, nos dejaban en Avenida Italia. Tuvimos que atravesar todo el parque y caminar bastante para llegar hasta la puerta 5. Allí el control fue mediocre. A mí me revisaron la bandolera que llevaba pero en cambio a Lydia ni la tocaron. Tampoco revisaron bien las entradas-por lo cual yo podía haber entrado con otra más barata y haber pasado igual sin ningún tipo de problemas-. No hubo tampoco ninguna previsión de medios de transporte a la salida del recital. Los taxis brillaban por su ausencia. Cuando llegamos a Ramón Anador y Rosell y Rius, llamé a todos los servicios que tengo anotados en el celular; ninguno tenía disponible ningún móvil. No se imaginan las ganas que tengo de que le den los permisos correspondientes a Uber o a cualquier otra compañía de competencia, para que estos señores no puedan nunca más en sus vidas ejercer el monopolio absoluto que tienen ahora.
A la salida, cansadas de esperar en vano un taxi o algo
similar, nos sentamos en una parada de ómnibus donde no pasaban ni bicicletas. Hubo
un intento de tomar un taxi que le fue “birlado” a Lydia por un par de jovenzuelos. Como se
sabe es imposible ganarles cuando eso
ocurre. Pero eso sí: se llevaron mis maldiciones completas, y espero que se les
cumplan. En la esquina había una parrilla: “La barra de Gerardo”, donde no
pudimos entrar hasta la madrugada. Después-bien tarde en la noche- comimos un
churrasquito cada una-una de pollo, otra de carne- con un litro de coca-cola-
No les había quedado ni una cerveza para muestra. Algo que también suele
ocurrir en casos como estos: nunca se prevé que va a haber una “venta masiva”
de productos y se desabastecen en unas pocas horas. Pero ya serenas, y
reconfortadas, Lydia logró parar- y esta vez, retener- un taxi que nos trajo
hasta casa.
Finalmente sentadas: en la Parrilla "La Barra de Gerardo" |
EL SHOW
Todos dicen que fue brillante y es probable que lo haya
sido, pero yo-sinceramente- no lo pude apreciar en su total magnitud. Dolorida,
con el tobillo cada vez más hinchado, pasé buena parte del tiempo tratando de
evitar que me pisaran. Los balbuceos de Jagger en un español chapurreadísimo
causaban mucha gracia, pero si lo quería ver tenía que recurrir a alguna de las
pantallas porque personalmente, desde el lugar donde me pude colocar lo veía pequeñito. Por lo cual el precio de la
entrada resultó totalmente
desproporcionado.
Jagger cambió varias veces de atuendo. Así se veía en las pantallas con toda la gente de pie |
Tocaron y cantaron
todas las canciones que les dieron fama, la gente saltó y bailó-y creo que era eso lo que querían- ¿No? Yo no. Yo quería
disfrutar del show.
Mick Jagger-durante la actuación- se manifestó campechano y contó que había
estado en la casa del “Lobo” Nuñez y que había escuchado “candombé”-pronunciado
así- . Hay fotos de él con Ruben y Julieta Rada, y el último día fue a visitar
a Fernando Parrado. Muy simpático por cierto.
Supongo que fue la primera y última vez que los Rolling
Stones actuaron en Montevideo. Para mí, eso sí estoy segura, fue la última
porque aunque volvieran no me agarrarían
otra vez. Por televisión se puede estimar lo mismo- o mejor- que lo que pude apreciar
yo, incómoda y dolorida.
“Sus Majestades Satánicas”:
“I Can’t Get No Satisfaction” Believe me!
El saludo final de los cuatro. Después vino I can'get No Satisfaction ( yo tampoco) y se fueron |
Ayyyyyyyyyyyyyyy Alfa ! Leía y sufría, a mi también me ha pasado alguna vez algo similar. Comprar las entradas, que no eran, no conseguir ni por casualidad taxi a la salida, y lo peor de todo es que ya no estamos para esos trotes. Que bronca, que no lo hayas podido disfrutar como lo previste.
ResponderEliminarUn beso, y esperemos no repetir tanta peripecia.
La verdad es que sufrí una gran decepción. Los psicólogos dicen que tengo "bajo nivel de tolerancia al fracaso". Es cierto. Me prepararon para lograr hacer las cosas bien, y cuando no me salen bien, me frustro. Para esto me preparé durante meses, pero no supe discernir cuáles entradas eran de pie y cuales para sentarse. Producto de la inexperiencia. Fue el primer ( y creo que último) festival de rock que fui En fin. Ya está. Para la próxima ya me aseguré de que dice: "asiento tanto y cuanto". La palabra "asiento" es la más certera. Tomaré previsiones para el regreso. A golpes también se aprende. Otro beso.
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