Un voto por las grandotas |
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SOBRE LOS “ XL” O “TALLES ESPECIALES”
Ya escribí sobre este
tema, pero como es un problema que no se ha solucionado vuelvo nuevamente a
insistir. Desde hace tiempo, se había anunciado que las casas de venta de ropa de mujeres
tendrían- nunca fue tan condicional este tiempo- todos los talles. Como resultado, se puede
apreciar que en algunas- no en todas- se encuentran algunos talles que más o menos se pueden considerar que son
para mujeres que comen. Pero en otros casos los llenan de X, pero el tamaño no se corresponde. Es decir,
aparentemente son talles grandes, pero en la realidad no. Últimamente he salido
munida de mi viejo metro de modistita
para verificar las medidas porque con bastante frecuencia, los talles
XXXX son chicos. Probablemente para chinas- que son mujeres más pequeñas que
nosotras-. Yo soy consciente de que soy “tamaño baño” y voy a las casas que tienen “talles especiales”- así le llaman
a los que pasan del 48, señalándonos con una marcadísima discriminación.
En el Shopping Punta
Carretas, hay una casa donde he comprado
habitualmente: MARÍA DONATA. Tienen ropa adecuada a mi tamaño. Hace unos días compré un
chaleco, y, la vendedora me ofreció además, una remera. El tamaño era X. Dudé
un poco, porque habitualmente uso un talle más y, a veces, dos más. La joven me
aseguró que no habría problema, que la llevara porque si no me quedaba bien, la podría cambiar en
cualquier momento. No me la probé porque no tenía tiempo, y, efectivamente, no
me quedó bien. Sin sacarle las etiquetas, fui a cambiarla enseguida. Pero, no
tenían el talle siguiente, llamaron por teléfono a otra de las casas y me
aseguraron que al día siguiente tendría el talle requerido. Al día siguiente, no
estaba la vendedora que me había convencido para la compra. Me atendió otra. Yo
llevé, por supuesto, la remera con sus etiquetas, y además, la correspondiente
boleta de compra. Al pasarla por la máquina registradora, me dijo que debía
abonar “el plus por el talle más grande”. Le dije ya casi furiosa, que cuando
hice la compra, no se me había informado que el talle siguiente tenía “otro
precio”. No recuerdo exactamente que otra estupidez me dijo, sé que intenté
devolver la prenda porque el descuento famoso que me hicieron el día de la compra, se me había ido al carajo con el “plus”. No me
aceptó la devolución. Me quiso dar un vale.
No tuve más remedio
que pagar. No sé si se habrán dado cuenta, pero perdieron a una clienta. Es la
última vez que les compro algo. Hay otras casas donde me puedo vestir sin tanto
problema y sin perder los descuentos. En otros países, los precios se prorratean entre todos los
talles y se pone un precio único. De ninguna manera cobran por un par de
centímetros más de tela. Pero acá, al menos en esta casa, existe esta modalidad.
Es un acto más de
discriminación. Ya había escrito un borrador, y cuando vi este titular en el
diario, decidí publicarlo. Otra cosa mala de estas casas, es que la mayoría
elige nombres que son discriminatorios. En este caso, “Carlota” alude a una
uruguaya del siglo anterior, gordota, mofletuda, y pechugona que tuvo a mal
traer a toda la sociedad uruguaya,- que es lo más pacata que existe en el
planeta-. Entre sus adoradores contó con Juan Manuel Blanes, y con Nicanor, el
hijo, con quien –inclusive- se casó. Es
probable que sea predicar en el desierto, pero sé, estoy segura, de que algún
día se les va a terminar el asunto de “los talles grandes”- siempre y cuando
los correspondientes se pongan las pilas y hagan cumplir la reglamentación-.
Que existe, aunque nadie le dé pelota. Ojalá que sí. Y que se les terminen las
pavadas discriminatorias. Las grandotas tenemos derecho a existir, y a vestirnos
como Dios- o el diablo- quieran mandar. Qué joder.
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