Escondrijo en una bolsa de Francis ¿por qué no? |
Cuando se han sorteado muchas peripecias, la felicidad de
jubilada es una conquista merecida con creces. Por lo menos, así lo veo yo. Por
supuesto, que no todas las personas tienen el mismo criterio sobre el concepto
de ese tipo de felicidad. Para mí es "la de las pequeñas cosas": un
desayuno apetecible con un café con leche acompañado de tostadas con
manteca y dulce, escuchando buena música, en un pequeño comedor diario
caldeado, adjunto a la cocina, con Teodoro caminando alrededor, pegando pequeños saltitos
juguetones enredándose en mis piernas, esperando su rato de falda matutina, o,
si demoro mucho, exigiéndola con potentes maullidos. Ya hace más de un año que
vivimos juntos, y, nos hemos ido habituando el uno al otro. No le gusta para
nada quedarse solo, pero ahora, ya con más de un año de vida, lo acepta. No
obstante, cuando regreso, me recibe con muestras de alegría. Tiene maullidos
diferentes según las circunstancias: los de la mañana cuando da los buenos
días, cordiales, suaves, casi ronroneos, los de exigencia si demoro mucho en
atenderlo: sonoros y perentorios, los de despedida: parecidos a los de la
mañana pero menos alegres. Es sumamente pícaro. No puedo dejar nada de comida
"suelta" sobre la mesa, ni sobre la mesada porque el sabandija se
trepa y la roba. Tiene su propia comida gatuna, pero, su instinto depredador lo
lleva al pillaje. Me enojo, lo rezongo, se hace una bolita contra el piso.
Entiende. Entiende, pero, vuelve a delinquir. Como una madre preocupada, he consultado
a otros amigos que tienen gatos, al veterinario que lo atiende, y todos me
dicen lo mismo: " ya va a madurar". Aún así, Teodoro forma parte de
mi felicidad doméstica. Ese rato de ocio, de "dolce fare niente" tan
necesario para el alma.
Mi apartamento es mi refugio contra los rigores del invierno,
como lo describí anteriormente.
No es la "magdalena" de Proust, es mi tostadita matutina,parte de mi pequeña felicidad doméstica |
Fuera de él, también tengo entretenimientos, por ejemplo:
participar de alguna actividad en el Club de los Grandes. Formado para personas
mayores- o adultos mayores, como se nos llama- brinda gimnasia acorde, talleres
de diversas clases, y varios entretenimientos.
Allí empecé con la actividad de Biodanza y seguí con Taichi. Los grupos son espectaculares y los instructores también.
"Dueño" de los tragos en el Club de los Grandes. Todo un espectáculo de exquisitez |
Además, desde que está Sergio Puglia encargado del restaurante, se puede desayunar almorzar y merendar. Anoche, el espectáculo
de Nicolás Ibarburu se acompañó con unas exquisitas tapas, y diversos tragos. Una
delicia completa. Espero que continúe cada vez mejor. Vale la pena.
Tapas by Puglia con trago de naranja y vodka |
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