lunes, 2 de octubre de 2017

" DOS ALMAS EN LA NOCHE"


Las almas solitarias protagonizadas por Jane Fonda y Robert Redford
( Imagen tomada de Internet)


“Las relaciones sexuales entre gente mayor pueden pasar por situaciones molestas o de cómica indolencia, pero también poseen una ternura que suele escapársele a los jóvenes. Pueden tenerse los pechos caídos, o la pija colgando, pero la piel sigue siendo piel, y cuando alguien te acaricia, te abraza o te besa en la boca, te sigues derritiendo de la misma manera que cuando creías que ibas a vivir eternamente.” 
Paul Auster
“Brooklyn Follies”. Capítulo “Una vida nueva” Primera edición Ciudad Autónoma de Bs.As. Julio 2013  Página 321

Así se llama la última película protagonizada por Robert Redford y Jane Fonda estrenada por Netflix, a cincuenta años de aquella memorable- que todavía soporta que se la vea-  de  “Descalzos en el parque”.  

"Descalzos en el parque" -50 años atrás- 1967

Me pareció una película digna, amable,  actuada con solvencia por estos dos veteranos de la actuación y de la vida—ambos octogenarios—.
El argumento en este caso, no es lo más me interesó. Lo más llamativo—al menos para mí— es el planteo de un mal de la época, en un pueblo, o en cualquier lado: la soledad de la viudez. Después que se ha criado a los hijos, que ya han aparecido los nietos, de todos modos, cuando falta la pareja, se fue, sin lugar a dudas nada más y nada menos que nuestro interlocutor. ¿A quién le contamos qué hicimos durante el día? ¿ Con quién compartimos lo cotidiano? ¿A quién le preparamos nuestras delicias culinarias? ¿Con quién comentamos el último libro leído? ¿O la última película? Y además, algo muy importante: ¿Quién nos abraza en la noche para que nos durmamos pacíficamente? En la película todas estas interrogantes quedan planteadas delicadamente.

Compartiendo lo cotidiano- Imagen tomada de Internet- 

Por esta película, y por estar practicando biodanza, me di cuenta de que lo que plantea esta disciplina, tiene que ver no únicamente con la “danza de la vida”- que sería la etimología más próxima-, sino con el unir a los seres humanos en actitudes que ayuden a descubrir potenciales que- hasta el momento- no habíamos experimentado plenamente. Al mismo tiempo, hay una búsqueda de superación de la carencia emocional- esa soledad habitualmente nocturna- que nos ataca a la noche a los que quedamos viudos. Por otra parte, cuando está bien dirigida por instructores hábiles, con experiencia, es posible mejorar la comunicación humana. Nada más y  nada menos. Además, permite algo que asiduamente, nos lo negamos: el instinto lúdico- los bailes son muchas veces, propuestos como juegos, y de esa manera se estimula el  disfrute de la vida-.
No nos quita la soledad, pero nos estimula al contacto con los otros- no virtual sino físico, por medio de la caricia y del abrazo, que son demostraciones afectuosas de ternura  que la era virtual ha ido dejando de lado casi por completo. Hay sí, muchas manifestaciones de solidaridad por Facebook, por Twitter, y más redes sociales, pero nos “tocamos” virtualmente. Y los seres humanos necesitamos el estímulo del contacto, de las caricias, de los besos y  de los abrazos. Por eso, la biodanza fue extendiéndose más y más, en diferentes regiones y países. Simplemente necesitamos manifestar el amor. Darlo y recibirlo. Eso es lo que nos vuelve más humanos. Sin duda. Basta echar una mirada alrededor. 


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