viernes, 6 de julio de 2018

¿ Y DESPUÉS DEL MUNDIAL QUÉ?

MUNDIAL DEL 2010 CELEBRANDO 

En estos días he tenido abandonado mi blog porque estoy tratando  de escribir una ponencia. Para mí es muy  difícil porque no tengo experiencia, y me van a pedir esto y lo otro, en cuanto a los textos, cómo citarlos, en dónde poner las llamadas si al pie o al final y otras cuestiones que no sé cómo  resolver. Necesitaría un manual facilón donde se dieran las bases más necesarias, pero, no lo tengo. Algunas de mis amistades han presentado trabajos académicos, pero no ayudan a otra persona ni en broma.
Me faltan –además- testimonios, porque el autor que quiero presentar escribió e hizo de todo en su vida para solventar sus gastos y los de su familia. Los he ido pidiendo en las redes sociales, pero, hasta el momento nadie me ha contestado ni por sí ni por no. Es increíble pero es así. Cuando alguien solicita mi ayuda yo respondo, si puedo o no puedo, si tengo o no tengo, pero parece que eso no se usa más.
Estas palabras anteriores son para explicar mi ausencia bloguera.
Ahora sí. Voy al tema. A mí el fútbol nunca me interesó demasiado. Soy de Peñarol por mi padre, pero no tengo ni la más pálida idea de cuál es el equipo actual, quién lo dirige y cómo. Por ser como soy, no hago comentarios de fútbol, tampoco  de política, ni de religión. No  tengo una militancia política o una religión determinada. Fui educada en mis primeros años en una escuela de monjas, porque mi madre tenía la peregrina idea de que la educación que daban las hermanitas era mejor que la pública. Resultó que ni tanto ni tan poco. Cuando ella murió y fui a vivir con la nueva familia de mi padre, él me envió a la escuela pública. La novedad fue que había varoncitos, y como siempre me gustaron me adapté lo mejor que pude.
Este Mundial de fútbol 2018 ha provocado una especie de avalancha publicitaria y, desde hace más de un mes, no hay nada que no se haya  futbolizado. La propaganda de los comercios ofrecía  descuentos cuyas ofertas empezaban: “si gana Uruguay, tenés tal o cual beneficio en tus compras”. Y más de una iba a las ofertas de cabeza. Yo hice las compras habituales, pero no llevada por los comerciales, sino por lo que necesitaba. La costumbre de haber sido siempre  pobre me hizo conservadora en los gastos.
Cuando vivía mi esposo, el administrador de las finanzas era él. Yo empecé a ocuparme de lo económico cuando me quedé sola. A veces me ha ido bien, pero no siempre. Este año, por ejemplo, no pude viajar a ningún lado. El año pasado sí. Un viaje que no resultó como lo había soñado y planificado. Ya lo conté. No voy a abundar en eso, pero viajé. Pensando en los paseos que hice me acordé que en el Mundial 2010, unos amigos habían cumplido sus veinticinco años de casados, y, como nuestras finanzas andaban bien,  los invitamos a pasar unos días en el hotel Carlos Gardel, recorrer los puntos interesantes de la zona, y también ir hasta Rivera. Lo hicimos con total felicidad. ¿Por qué me acordé? Porque también  era un año de Mundial.
Ahí quedamos los cuatro para la posteridad con la bandera de Uruguay en el Restaurante El Zorzal Criollo.
La vida siguió después con sus altos y sus bajos. Para mí, más bajos que altos, porque  mi esposo se enfermó al final del año 2010 y ya  nada fue  igual para mí.

Entonces, la pregunta del título: ¿Después del Mundial qué?
Broma que apareció en redes sociales cuando UY perdió con Francia

 Marca unas grandes  interrogantes para este año 2018, ahora que ya estamos por volver a la realidad. ¿Aumentos? De todo tipo, aunque el gobierno lo niegue o nos trate de llenar con estadísticas. ¿Endeudamiento del país? También. Y es seguro que lo vamos a pagar todos. Sin lugar a dudas.
 ¡Chau Rusia!

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