Cuque Sclavo ( del archivo familiar) y la Imprenta Nacional (de mi archivo) |
La organización del
congreso Transgrediendo el canon. A la búsqueda de nuevos autores, en Paso Severino, Florida, fue exitosa. El
empuje de las organizadoras dio como fruto unas estupendas jornadas que
tuvieron de todo-incluso buena música- , con buena asistencia de público y
dejando la idea de que sería estupendo
poder partirse en dos pedazos para asistir simultáneamente a todas las
ponencias, plenarias y actividades.
Recobrando a los nuestros: Cuque Sclavo, “el
tipo sin una estantería fija” fue el título de la ponencia que presenté el jueves 20 de septiembre. El tiempo no me
alcanzó para completarla. Lo dicho, con las correspondientes anécdotas, debía redondearse con la lectura de dos textos
cortos que ilustrarían su versatilidad: uno cómico, de Cuque, y otro serio, de Jorge. Me resultó imposible abordar la temática propuesta sin
matizar con anécdotas ilustrativas. Dentro de lo polifacético que fue, también tuvo
ese desdoblamiento singular entre la literatura seria (fue premiado en dos
oportunidades por sus novelas Un lugar
para Piñeiro y De los espejos y lo
feroces que son.) y sus crónicas humorísticas- que fueron su mayor destaque-.
También me hubiera gustado ahondar en el tema de la amistad,
-que apenas pude plantear- porque considero que en la actualidad se va perdiendo ese valor fundamental que es
la amistad persona a persona. Cuque supo ser
un amigo sincero, desinteresado y un fiel promotor cultural de los que después fueron
famosos, como Felisberto Hernández- que
fue su compañero de trabajo en la Imprenta Nacional-; Mario Levrero- a quien le
leyó por fragmentos la novela De los
espejos y lo feroces que son, y a Levrero le gustó tanto que se la pasó a
máquina y prácticamente lo empujó para que la presentara a concurso-. Fue
también un muy buen amigo del músico Manolo Guardia, con quien compartió actividades durante
años en un boliche de prestigio que se llamó Preludio-de Manolo y Eduardo Useta-. Sin embargo, a pesar de todo, aun con
el recorte que tuve que hacer, después
de la ponencia, en las distintas instancias de intercambio, hubo personas que se me
acercaron para decirme que no lo
conocían y que lo leerían.
Ese fue, al fin y al cabo, uno de los propósitos de mi exposición.
Cuque y su hijo mayor Ernesto Sclavo Pereira ( foto tomada por Liliana Fernández Churi, esposa de Ernesto) |
Si no incentivamos la lectura de los cronistas
de costumbres montevideanos, corremos el serio riesgo de que desaparezcan
totalmente. Hubo algunos promotores- pocos- de esas obras. Uno de ellos fue el
profesor Heber Raviolo- uno de mis profesores de Literatura del Liceo de las
Piedras- que publicó en Banda Oriental, Crónicas
de El Hachero de Julio César Puppo-indudable y querido maestro de Jorge Cuque Sclavo- quien a su vez, escribió
prólogos para esas recopilaciones. Hay cantidad de crónicas sin recopilar-
Raviolo lo señaló muchas veces- que merecen
ver nuevamente la luz en libros, porque duermen en diarios y revistas de
época. Hay que darles el lugar que les corresponde.
No se merecen el olvido.
No se merecen el olvido.