martes, 25 de septiembre de 2018

EL CUQUE TRANSGREDIENDO

Cuque Sclavo ( del archivo familiar) y la Imprenta Nacional (de mi archivo)


La organización del congreso  Transgrediendo el canon. A la búsqueda de nuevos autores, en Paso Severino, Florida, fue exitosa.  El empuje de las organizadoras dio como fruto unas estupendas jornadas que tuvieron de todo-incluso buena música- , con buena asistencia de público y dejando la  idea de que sería estupendo poder partirse en dos pedazos para asistir simultáneamente a todas las ponencias, plenarias y actividades.

 Recobrando a los nuestros: Cuque Sclavo, “el tipo sin una estantería fija” fue el título de la ponencia que presenté el  jueves 20 de septiembre. El tiempo no me alcanzó para completarla.  Lo dicho, con las correspondientes anécdotas,  debía redondearse con la lectura de dos textos cortos que ilustrarían su versatilidad: uno cómico, de Cuque,  y otro serio, de Jorge. Me resultó  imposible abordar la temática propuesta sin matizar con anécdotas ilustrativas. Dentro de lo polifacético que fue, también tuvo ese desdoblamiento singular entre la literatura seria (fue premiado en dos oportunidades por sus novelas Un lugar para Piñeiro y De los espejos y lo feroces que son.) y sus crónicas humorísticas- que fueron su mayor destaque-.
También me  hubiera gustado ahondar en el tema de la amistad, -que apenas pude plantear- porque considero que en la actualidad  se va perdiendo ese valor fundamental que es la amistad persona a persona. Cuque supo ser  un amigo sincero, desinteresado y un  fiel promotor cultural de los que después fueron famosos, como  Felisberto Hernández- que fue su compañero de trabajo en la Imprenta Nacional-; Mario Levrero- a quien le leyó por fragmentos la novela De los espejos y lo feroces que son, y a Levrero le gustó tanto que se la pasó a máquina y prácticamente lo empujó para que la presentara a concurso-. Fue también un muy buen amigo del músico Manolo Guardia, con quien compartió actividades  durante años en  un boliche de prestigio que se llamó Preludio-de Manolo y Eduardo Useta-. Sin embargo, a pesar de todo,   aun con el recorte que tuve que hacer,  después de la ponencia, en las distintas instancias de intercambio, hubo personas que  se me acercaron para decirme que  no lo conocían y que lo leerían.
 Ese fue, al fin y al cabo, uno de los propósitos  de mi exposición.


Cuque y su hijo mayor Ernesto Sclavo Pereira  ( foto tomada por Liliana Fernández Churi, esposa de Ernesto)

 Si no incentivamos la lectura de los cronistas de costumbres montevideanos, corremos el serio riesgo de que desaparezcan totalmente. Hubo algunos promotores- pocos- de esas obras. Uno de ellos fue el profesor Heber Raviolo- uno de mis profesores de Literatura del Liceo de las Piedras- que publicó en Banda Oriental, Crónicas de El Hachero de Julio César Puppo-indudable y querido maestro de Jorge Cuque Sclavo- quien a su vez, escribió prólogos para esas  recopilaciones.  Hay cantidad de crónicas sin recopilar- Raviolo lo señaló muchas veces- que merecen  ver nuevamente la luz en libros, porque duermen en diarios y revistas de época. Hay que darles el lugar que les corresponde.
 No se merecen el olvido.






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