Canción leitmotiv de "Un día en Nueva York"
(Vídeo tomado de Internet -Youtube)
Por razones de
trabajo y de perfeccionamiento docente viajé varias veces a Estados Unidos. Cada
vez que terminaba de corregir o de hacer un curso, me quedaba algunas semanas
más y, munida de una guía turística, iba
a todos los lugares que había visto en el cine. Así llegué a Nueva York que me sorprendió por
la verborragia de su multiplicidad de lenguas. Lo que menos escuchaba era
inglés. Me encantó desde el primer
momento, allí estaban los paisajes soñados de las películas, allí la música, la
comida, y la alegría de vivir que se
respiraba por todos lados. Yo tenía muchos años menos y las piernas me
respondían sin las dolencias actuales.
Recorrí Manhattan de punta a punta en el
primer bus turístico de mi vida. No me arrepentí. Me bajaba en las paradas
tradicionales, entraba – y me perdía- en los museos. Comía en los bolichitos al
paso, o, me sentaba en el
Central Park a disfrutar una dunat.
En verano, el
calor puede ser tórrido, pero a mí no me molestó nunca. Con un buen gorro para
el sol, recorría Manhattan, maravillada.
Carlos y yo en Nueva York a punto de abordar |
Eso no quiere
decir que no haya tenido zozobras. Las
tuve, claro que sí, pero en mí permanecen más los recuerdos felices.
No me ha pasado
lo mismo con Roma, por ejemplo, donde también fui varias veces, porque las bribonadas de los tanos- los tacheros son fatales- y la diabólica
atención de otros pudo más que la posible belleza de la ciudad eterna. De todos
modos, en determinados momentos, se me aparece alguno de los paisajes de película
y vuelvo a perdonar los malos tratos recibidos.
Vi otra película
que lidia con la memoria: “Ricordi?” Italiana y extraña. Si bien me entretuvo,
no logró mi total adhesión, salvo en algunas
secuencias como la de los perfumes. El
protagonista busca el perfume de su amada en varias muestras que están como
probadores. Cada olor se asocia a un recuerdo; pero cuando lo encuentra se larga
a llorar desconsoladamente, porque el pasado no puede volver. Está perdido, o
desdibujado, o quizás se reconstruye
permanentemente en nuestra mente y lo que fue ya no es lo mismo, sino una fantasía
que elaboramos con el paso de los años. El escenario de esta película es Roma,
tenazmente recreada para el filme.
Woody Allen es
uno de mis directores favoritos. Otro enamorado de Manhattan. Siempre encuentro
referencias que anoto para ver la próxima vez que vaya.
Un día
lluvioso en Nueva York es otra de sus
obras de arte. Tenía que ver
ese paisaje aguachento una vez más. No me defraudó porque además del paisaje
neoyorquino -siempre versátil- y la
música invariablemente acorde, la película ambientó un romance juvenil como
solo a Woody se le puede ocurrir.
Por supuesto que
estoy enterada de lo difícil que le resultó poder estrenar la película, pero él
siempre ha estado rodeado de polémicas o
sea, que para mí no es ninguna novedad.
¿Quién no tiene
sus lados oscuros?
La negritud
también aparece en la película. La
tierna madre del protagonista, no es tan tierna ni tan high class, ni todo lo que aparenta es lo que es. Lo oscuro también
la salpica a ella, y a su hijo, que lo
hereda, irremediablemente. Les dejo el
misterio para que vayan a verla. La
música es otro acierto. No se la pierdan.
No les hagan
caso a los comentarios de periodistas envidiosos. Vale la pena. De verdad.
Versión de Chicago
(Tomado de Internet-Youtube)
No hay comentarios:
Publicar un comentario