miércoles, 6 de noviembre de 2019

LA NUEVA YORK DE WOODY






                                         Canción leitmotiv de "Un día en Nueva York"
                                         (Vídeo tomado de Internet -Youtube)




Por razones de trabajo y de perfeccionamiento docente viajé varias veces a Estados Unidos. Cada vez que terminaba de corregir o de hacer un curso, me quedaba algunas semanas más y,  munida de una guía turística, iba a todos los lugares que había visto en el cine.  Así llegué a Nueva York que me sorprendió por la verborragia de su multiplicidad de lenguas. Lo que menos escuchaba era inglés.  Me encantó desde el primer momento, allí estaban los paisajes soñados de las películas, allí la música, la comida, y  la alegría de vivir que se respiraba por todos lados. Yo tenía muchos años menos y las piernas me respondían sin las  dolencias actuales. Recorrí  Manhattan de punta a punta en el primer bus turístico de mi vida. No me arrepentí. Me bajaba en las paradas tradicionales, entraba – y me perdía- en los museos. Comía en los bolichitos al paso, o, me sentaba en el Central Park a disfrutar una dunat.
En verano, el calor puede ser tórrido, pero a mí no me molestó nunca. Con un buen gorro para el sol, recorría  Manhattan, maravillada.
Carlos y yo en Nueva York a punto de abordar  

Eso no quiere decir que no haya tenido  zozobras. Las tuve, claro que sí, pero en mí permanecen más los recuerdos felices.
No me ha pasado lo mismo con Roma, por ejemplo, donde también fui varias veces, porque  las bribonadas de los tanos- los tacheros son fatales- y la diabólica atención de otros pudo más que la posible belleza de la ciudad eterna. De todos modos, en determinados momentos,  se  me aparece alguno de los paisajes de película y vuelvo a perdonar los malos tratos recibidos.
Vi otra película que lidia con la memoria: “Ricordi?” Italiana y extraña. Si bien me entretuvo, no logró mi total adhesión, salvo  en algunas secuencias como  la de los perfumes. El protagonista busca el perfume de su amada en varias muestras que están como probadores. Cada olor se asocia a un recuerdo; pero cuando lo encuentra se larga a llorar desconsoladamente, porque el pasado no puede volver. Está perdido, o desdibujado, o  quizás se reconstruye permanentemente en nuestra mente y lo que fue ya no es lo mismo, sino una fantasía que elaboramos con el paso de los años. El escenario de esta película es Roma, tenazmente recreada para el filme.
Woody Allen es uno de mis directores favoritos. Otro enamorado de Manhattan. Siempre encuentro referencias que anoto para ver la próxima vez que vaya.
 Un día lluvioso en Nueva York es otra de sus  obras de arte. Tenía que ver ese paisaje aguachento una vez más. No me defraudó porque además del paisaje neoyorquino -siempre versátil-  y la música invariablemente acorde, la película ambientó un romance juvenil como solo a Woody se le puede ocurrir.
Por supuesto que estoy enterada de lo difícil que le resultó poder estrenar la película, pero él siempre ha estado rodeado de polémicas  o sea, que para mí no es ninguna novedad.
¿Quién no tiene sus lados oscuros?
La negritud también aparece en la  película. La tierna madre del protagonista, no es tan tierna ni tan high class, ni todo lo que aparenta es lo que es. Lo oscuro también la salpica a ella, y a su hijo, que  lo hereda, irremediablemente.  Les dejo el misterio para que  vayan a verla. La música es otro acierto. No se la pierdan.

No les hagan caso a los comentarios de periodistas envidiosos. Vale la pena. De verdad.



"Un día lluvioso en Nueva York"
 Versión de Chicago
(Tomado de Internet-Youtube) 


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