Indudablemente, en esta época maldita acosados por una pandemia que no nos permite razonar ni vivir se nos tienen que ocurrir fantasías—para no sucumbir— acordes con las situaciones que nos depara la existencia.
En mi caso, por razones de
la edad, tengo que ser más cuidadosa que si tuviera veinte o treinta años, y
cumplo, con el protocolo de higiene que se aconseja. Sin embargo, he visto que
los contagios no se dan en una forma que se pueda detectar cómo y dónde.
Evitar las aglomeraciones y
el contacto físico es uno de los requisitos. Así que ya hace casi un año, que
no beso ni abrazo a nadie. Nos conformamos con el ya clásico roce de puños o
codos. Me ha costado. Me agrada mucho tener contacto físico con los seres
queridos. Pero no se puede. Estamos confinados como con las siete plagas de
Egipto. Salimos de una y nos metemos en otra.
Mis fantasías se nutren con
las series que nos convocan con actores jóvenes, saludables, llenos de
vitalidad, musculosos—algunos delgados incluso, lucen músculos apreciables—. Me
he convertido en una vieja tipo Don Fulgencio, aquel legendario personaje de
Divito que “nunca había tenido infancia” y hacía, a una edad provecta, con un
físico regordete y con pelada, actividades totalmente pueriles: desde remontar
cometas, hasta jugar con un trompo. En mi caso, no soy tan infantil pero los
actores son estupendos y se prestan para todo tipo de ensoñación.
A algunos ya los presenté en
“los hombres de mi vida”. Desde los más veteranos, incluso que ya no viven,
hasta los más jóvenes que surgieron del mundo de la moda publicitaria. Físicos
portentosos, sin un gramo de grasa, para cuyo mantenimiento, se entrenan a muerte durante horas.
Hay tres que podemos ver en las series, y en varias redes sociales con total impunidad porque viven
gracias a esa exposición:
Andrés Velencoso
Español, joven, salido del
modelaje. Tiene un físico delgado pero portentosamente musculoso. Lo vi en una
serie de Netflix: “Edha”, y, al buscar información aparecieron detalles de su
vida personal, sus parejas, la muerte de su madre y un tatuaje que luce en el
pecho con su nombre. A mí no me gustan para nada los tatuajes pero, en este
caso, si no insiste, se le podría
perdonar.
Ibrahim Celikkol
Salido del mundo del deporte. Turco. También musculoso y
alto, con más físico que Velencoso y con cara de niño bueno. Lo vi en una
interminable serie turca: “Intersection” (en
otros países salió con el nombre de “Vidas cruzadas”).
Tomer Sisley
Es el que he visto más. La
primera serie que vi con él es Mesías.
Interesante y rara. Con personajes de la Biblia. Buen papel de malo.
Como me gustó, busqué otras.
Incluso películas.
También es joven. Delgado,
al estilo Velencoso, pero con un buen físico que entrena para hacer él
mismo las escenas de riesgo. Vi la serie “Balthasar”, rarísimo ejemplo de tenebroso policial con ficción. Encarna la
figura de un médico forense cuya esposa fue asesinada y dialoga con ella y con
los muertos que examina. Con la capitana de la policía ( Bach), hay una
relación extraña porque la mujer es absolutamente opuesta a su carácter jodón. Una
relación de tire y afloje. Muy bien llevada por ambos. No sé cómo lo lograron
porque cuando no hay química y uno tira para un lado, y el otro para el
opuesto, lo más probable es que la constante fricción provoque una ruptura
total. Vi dos temporadas. Si logro localizar la tercera, sin tantos
comerciales, quizás la pueda ver también.
En Balthasar, hablan un francés nativo y fluido que después de un rato
consigo entender un poco, sacando de mi cerebro el francés au liceé, aunque no todo.
Mis amistades de redes
sociales me preguntaron por qué los elijo tan jóvenes, y contesté la verdad:
para vieja, basta conmigo. ¿No verdad?
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