lunes, 10 de octubre de 2011

"CUALQUIER COSA, A LAS ÓRDENES"

A medida que pasan los años se van verificando variados cambios en las  actitudes y las expresiones de los seres humanos. El lenguaje refleja lo que somos y cómo vamos adaptándonos o no a las múltiples permutas de la modernidad. También las frases hechas-esas que muchas veces se emplean sin ton ni son- se modifican.
Cuando daba clases, insistía en hacer entender que no basta decir algo para que esa frase mágica surta el efecto deseado. Si yo estoy trabajando en una tienda de ropa femenina y le digo a una persona que entra ¿en qué la puedo ayudar? o ¿qué desea?,  pero me quedo cómodamente sentada o con el celular en espera, mi actitud NO  condice con mis palabras.
Cuando, por teléfono, logramos pasar la barrera de las grabaciones automáticas que ponen la mayoría de las empresas para –supuestamente- “monitorear” al hablante, y después de múltiples peripecias logramos que otro ser humano nos atienda, pueden pasar múltiples e insólitas reacciones.
Sin ir más lejos, ayer llamé por teléfono a una compañía  de extractores de aire, que está haciendo publicidad por TV. Según el comercial, por este mes van a hacer la instalación gratis. Miré el de mi cocina-que está en estado calamitoso y que dos por tres se manda unos rugidos estentóreos- y tuve-digo tuve porque ya no tengo más- la inocente idea de solicitar información. Pasé la barrera de los disquitos grabados y después de varios minutos fui atendida por Javier. Abrevio lo esencial de la conversación que-como comprenderán- tuvo más extensión:
“Vi un comercial por TV donde anuncian que por este mes no cobran las instalaciones de los extractores. No señora, pero para saber qué extractor necesita usted me tiene que dar la medida del tamaño de su cocina. Ya tengo un extractor en la cocina, está muy sucio, muy oxidado, muy viejo, quiero cambiarlo por uno del mismo tamaño. Está empotrado en la pared en su correspondiente agujero y no estoy interesada en hacer obra para poner uno más grande. Nosotros no trabajamos así, señora. Necesito la medida del tamaño de su cocina para recomendarle el extractor que precisa de acuerdo a esas medidas. Páseme las medidas y le daré la idea y el precio del que precisa. ¿No le sirve que le pase las medidas del extractor viejo para sustituirlo por uno del mismo tamaño? No, señora, le repito, nosotros no trabajamos así. Ah bueno, muchas gracias.” Es evidente que esa compañía  por más  propaganda que haga con empleados como Javier no va a vender muchos extractores nuevos. Al menos, yo ya  llamé a un técnico  para que desempotre el  viejo mío, le haga un buen service y ¡“a otra cosa, mariposa”!  ¡Javier me aniquiló las ganas de tener un extractor nuevo!
Además de la que les cuento-que es una de las tantas anécdotas- están las mentirosas frases hechas que cualquiera que conozca el paño sabe a qué se refieren.
Una  popular firma de plaza que tiene varias casas en diferentes puntos  del país ofrece “ARTÍCULOS DISCONTINUADOS”. ¡Fíjese qué bonito  queda decir “discontinuados”!
 ¿Qué es esto de “artículos discontinuados”? En cristiano significa: “lo que nos quedó de la venta del año”; “lo que no pudimos vender porque los precios fueron estrafalarios y quedaron ahí” o –en  cristiano más criollo: “de cada pueblo, un paisano”. Si por casualidad, se pasa por una de esas casas y se ve algún “discontinuado” que pueda ser de utilidad, hay otro inconveniente serio: lo venden desarmado. Por lo tanto, después, hay que conseguir algún “sieteoficios” que lo arme en forma conveniente. Lo que genera una nueva espera, y  otro gasto que se lleva lo poquito que usted creyó  ahorrar por comprar el famoso “discontinuado”.
Hace poco tiempo tuve la enormísima desgracia de perder a un ser queridísimo. Recibí y recibo-felizmente- apoyo de familiares y amistades. Ya se sabe que en estos casos, se conocen más que nunca los que son de ley y los que no. Los de ley,- que son siempre pocos, como bien lo señalaba Martín Fierro- siguen  alrededor, me mandan mails  o se comunican por “skype”, si están lejos y no pueden venir,  me brindan afecto, se preocupan  por mi bienestar, se turnan, me llaman,vienen  y me acompañan todo lo que pueden. Después están los otros.  Los que se enteraron pero se hicieron los sotas. Indefectiblemente, en algún momento, “tropiezan” con este bulto y largan un pésame tardío con alguna excusa:- qué lástima que no te pude ver antes- me enteré pero estuve afuera- el cruce fue en el ascensor o en la salida del edificio, en la calle o en el supermercado- y sigue la consabida frase hecha: “lo lamento mucho” que- como están apurados, para terminar la conversación -la rematan con esta otra:
“Cualquier cosa a las órdenes”.
A esta altura del partido, yo ya sé que de todas las frases hechas, ésta última es una de las más hipócritas. Los que la dicen no leyeron el discurso de  Steve Jobs. Deberían hacerlo.

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