lunes, 21 de noviembre de 2011

"FALSEDADES"

Pasta con una "falsa" salsa-una más entre tantas-putanesca
La TV cable que tengo es básica;  dos por tres me mandan “paquetes” para tratar de convencerme de que si pago más me van a dar programas de más calidad. Ya estoy muy vieja para creer en ese tipo de cuentos. Sé que me darán “más de lo mismo” y que en lugar de X número de canales voy a tener XX número de canales con   pavadas similares.  Por esa razón,  debido a la escasez de programas de TV más o menos potables, a veces,  me engancho con algún programa de preguntas y respuestas.
He visto alguno en el canal oficial 5 donde estudiantes liceales de distintos institutos exhiben su total ignorancia acerca de los temas que deberían ser  habituales  para sus edades. Me pregunto qué habrá pasado para que nuestra enseñanza que se vanaglorió de ser una de las mejores de la zona, esté tan hundida. La mayoría de las preguntas son básicas y absolutamente escolares. Me da tanta pena que usualmente no lo termino de ver.
Otro programa de preguntas y respuestas o propuestas o como quiera llamársele,  es el que conduce  la argentina Susana Giménez: “Salven el millón”.
 En este caso, acudo a la certera reflexión de Woody Allen en su película “Match Point”-que en algunos países apareció con el título de “El punto decisivo”:
 Aquel que dijo “más vale tener suerte que talento” conocía la  esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte, asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control.
En un partido hay momentos en que la pelota golpea con el borde de la red, y durante una fracción de segundo puede seguir hacia delante o hacia detrás. Con un poco de suerte sigue hacia delante y ganas o no lo hace y pierdes.”
Así es este juego de “Salven el millón”, donde se presentan “dos títulos motivadores” en cada una de las propuestas  y los participantes tienen que elegir y acertar. Lo apasionante del juego-como buen retozo del azar- es que no tiene lógica. La propuesta puede “disparar” para cualquier lado y los participantes también. La emoción crece  a medida que las consignas reducen su número hasta que queda la última que es “cara o cruz”. Susana dice que cuando quedan menos posibilidades es más fácil, pero-realmente- no es así, quedan menos, sí, pero… ¡hay que acertar  la correcta!  
En un  libro de cartas de mi queridísimo Julio Cortázar,  editado por Aurora Bernárdez- su primera esposa- y Carles Álvarez Garriga con el título de “Cartas a los Jonquieres”, encontré a ese Cortázar esquivo, que muchos de los que lo han tratado no  pudieron apreciar porque se envolvía en su timidez y en la salvaguarda a ultranza  de su vida privada-algo que siempre me pareció muy acertado-. De todos modos, la taimada que habita en mí,  lee con enormísimo placer estas cartas privadas que lo aproximan en una verdadera dimensión humana que siempre supe que tenía. Allí está el verdadero Julito pobre ,  reclamando pagos que demoran en llegar, paseando con Aurora- “Glop”- por París o por Italia, viviendo precariamente en piezas alquiladas, lavándose con esponja, comiendo “salteado” en modestísimas cantinas, deplorando ser traductor y no poder vivir –totalmente- de sus ingresos como escritor. Cuando estaba leyendo entusiasmadísima, esas jugosas cartas, de pronto di un respingo porque encontré en una, fechada en París el 8 de septiembre de 1954,  una idea que ya me han manifestado varios amigos porteños- grandes socarrones- y que, a juzgar por las posesiones que tienen ellos del lado de acá, y que  ya hay  uruguayos allá participando en programas como  el muy vilipendiado “Gran Hermano”,  se podría concretar en cualquier momento- Cortázar le pregunta  a su amigo,  en la carta que comento- quejándose de las vueltas que hay que dar para viajar de una orilla a la otra-:
“¿Por qué la Argentina no anexa de una vez por todas al Uruguay y se acaban todos los problemas?” 
 De inmediato me pregunté: ¿Seremos ciudadanos de un “falso” país? Los mordaces amigos de la vecina orilla  me aseguran que en cualquier momento somos una provincia  argentina más, nos "anexan"-como dice Julito- y yo recuerdo muy bien las clases de Historia Nacional y Americana que nos daba Vivían Trías en el legendario liceo Manuel Rosé de las Piedras. ¡Dios Santo!  ¿Se saldrán con la suya los argentinos?
 Algo bueno sería que  Susana Giménez nos convocara para participar. ¡No estaría mal! ¿No? Entre tantas faltas “pistas”, quizás podamos conquistar el ansiado y verdadero milloncito de pesitos argentinos.
La cierto es que en estos juegos, en los cuales como  en la vida, las propuestas inducen a falsas encrucijadas -se cree que es una cosa, pero es otra-,  cuenta indudablemente  en forma preponderante, la suerte de los participantes para elegir la respuesta correcta y llevarse el millón o parte de él. Y más en  la última que es el “match point”: o sea  “cara o cruz”.
Ocurre con frecuencia que la vida nos ponga en situaciones similares. Dramáticas y no tanto. O sí. Quién sabe. Por ejemplo, en la cocina. Es un giro chiflado, ya sé, pero yo ya les  advertí en mi perfil  que en este blog escribo divagues y reflexiones. ¿De acuerdo?
Actualmente, hay mujeres que “sólo entran a la cocina si les queda de paso para el baño”- decía un personaje de una muy popular murga uruguaya, en uno de sus monólogos- Es cierto, porque  cocinar lleva tiempo y trabajo y cada receta es una creación. El mundo actual ofrece muchas soluciones de “delivery” y propuestas gastronómicas económicas para no esclavizarse. Pero cuando se anduvo “entreverada” en la cocina desde pequeña, con toda la familia legítima y postiza cocinando, incluso papá,  el negro Pinela,  que era tradicional y conservador,  pero cocinaba como los dioses, es muy difícil que una no termine -sumisa- de delantalito, con el Manual Crandon de modelo.  A todos los integrantes familiares les daba de vez en cuando por preparar alguna receta que saliera de la rutina. Era  un ritual. Una pasta casera con salsa putanesca, por ejemplo. Me enseñaron  a sustituir ingredientes caros o difícilmente disponibles, falseando un poco la receta, pero sin perder el buen gusto. ¿Qué se hace en esos casos? ¡Se sustituye por alguno similar! ¿Cómo queda? ¡Parecido!  ¿Y cómo se le llama al nuevo engendro que “es pero no es”? – ¡”Falsa” salsa putanesca! Lleva cebolla,  ají colorado, pimentón picante, hojas de laurel, tomates licuados, sin semillas y sin piel, alcaparras, aceitunas, negras…. Pero… ¡No anchoas sino  atún!  Queda gustosa y menos tóxica. ¡Por suerte, -el otro factor que tiene siempre su importancia- los comensales   que tuve hoy, se chuparon los dedos!
"Falsas-engañosas- propuestas, falso país, falsas recetas”. Lo de “falso país” es preocupante. Ya nos han tildado de “paraíso fiscal”, lo cual tampoco es nada meritorio que digamos.
¿Se animan con el millón?  ¿Intentamos que Su nos “anexe”?














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