martes, 6 de agosto de 2013

DE LA NOSTALGIA Y OTRAS YERBAS

A raíz de las  “alertas” de mi hermana menor en Facebook sobre la “Noche de la Nostalgia”, empecé a concebir la idea de escribir sobre el tema.
La etimología de la palabra nostalgia tiene implícita la idea de sufrimiento, porque significa “deseo doloroso de regresar”. La RAE  menciona como  primera definición: “pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos”, y en segunda acepción: “tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida”.
La Noche de la Nostalgia del Uruguay, tiene algo de eso. La creó Pablo Lecueder el 24 de agosto de 1978.  Se trata de recordar, de volver atrás, pero acompañados por la música.  Tuvo tanta repercusión al cabo de los años, que se convirtió en una de nuestras tradiciones. Hay festejos por todas partes y de todo tipo, desde boliches que pasan música de los 60 hasta los que “nostalgian” con temas de la década del 90. Hay para todos los gustos y edades.
Yo colgué  una foto en Facebook para que  mi hermana tuviera un poco de  nostalgia familiar. Ahí estamos las dos, ella con sus tres  añitos recién estrenados y yo con mis 18. Volvamos un poco atrás. ¿Cómo era la vida para nosotras en  1964? Sin lugar a dudas, nos sonreía prometedora.  Yo trabajaba,  estudiaba y tenía novio. Había obtenido el permiso paterno para tener la llave de la casa y entrar y salir cuando quisiera. El Negro Pinela, mi padre, no fue  un hueso fácil de roer. Sin embargo, después de grandes discusiones no tuvo más remedio que aceptar el hecho de que no iba a poder domar a la   rubia, de ojos azules-él era negro y no creo que hubiera aceptado lo de “afrodescendiente” porque se decía a sí mismo: “el negro Pinela”- a esta beligerante hija grande, -de su primer matrimonio- “jurguillo”, “sanforizada”- palabras que empleaba para describirme y que pude ver felizmente recuperadas en el Diccionario del español  del Uruguay-.
Aclaro los significados por las dudas:
El “jurguillo” es una  pícara criatura, una especie de diablillo simpático pero travieso.
El  “sanforizado” era un proceso que se les hacía a las telas para que no encogieran con el lavado. Cuando mi padre aplicaba  este adjetivo a una persona, equivalía  a describirla como aguerrida. No la empleaba con el significado de  mala o putona- porque para eso tenía otra expresión  del “turf”: “liviana de cascos” –sino que significaba de  naturaleza guerrera. Tenía razón, no sé si por temperamento o por las circunstancias negativas que tuve  que sortear pero sé que  entré tempranamente en  “la lucha que es cruel y es mucha” –como bien dice el tango de Discépolo-. Mi padre a esas alturas, ya había entendido el carácter de su hija mayor y la aceptó así.  Al año de esta foto en la que lucimos tan felices con Juanita, se enfermó y murió. Aún menor de edad, tuve que venirme a  Montevideo a vivir a la casa de mis padrinos. Otra enorme vuelta en la rueda de mi vida.
Vuelvo a mirar la foto. Se nota el cariño entre Juanita y yo por la calidad  distendida de  nuestro abrazo, ella, con una de sus manos  sobre mi hombro y yo agarrando  una de las suyas con la misma actitud afectuosa.
 Observo y recuerdo detalles. Tengo puestos anillo, pulsera y reloj. Este último era un “Milus” de oro, regalo de un  novio que a la fecha ya me había dejado- ¿Por qué? ¿Era  demasiado “liberal” en mis actitudes y no iba  a ser una buena esposa? Quizás. Recuerdo que Juanita empezó a caminar con él. Yo la  tenía en los brazos,  él venía a visitarme y la beba largó tiernamente sus primeros  pasitos tambaleantes para alcanzarlo. Pero para esta fecha, 9 de febrero de 1964, yo ya   tenía otro novio, bueno, afectuoso, un sol que “me amó y me contuvo”-como dicen las argentinas- y para quien fui siempre su “gurisa divina”-aunque me levantara de mañana con los remolinos alborotados-. Fue  mi  amante esposo, mi compañero de ruta durante  cuarenta y cuatro años y siete meses, hasta que lamentablemente se enfermó y se me murió.  Y otra vez, la tremenda vuelta en la rueda de mi vida.
Juanita: ¡Qué lejos estábamos en esta foto de estas vicisitudes!




2 comentarios:

  1. Me encanta esa foto, me acuerdo de esa blusita, creo que era anaranjada y la jumper...no sé si se escribe así....también Es una foto llena de ternura!!!!!

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  2. Juanita: La blusita era estampada, y te la había hecho Chichita. La "jumper" había salido de una tela "pied de poule"-tampoco sé si se escribe así-, a cuadritos, con la cual la modista Nené-de Camino de las Tropas- me había hecho un trajecito de pollera y chaqueta para mí, y para ti esa otra prenda. Lógicamente, yo ya trabajaba y con lo que ganaba¡ nos vestíamos las tres! En la foto hay ternura, afecto, alegría. ¡También me gusta mucho!

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