miércoles, 12 de marzo de 2014

VIAJE A CUBA -3- ¡ALBRICIAS! ¡TODOS CANTAN Y BAILAN!

En "La Casa de la música"-simplemente se baila al son de la orquesta-


En el grupo había personas de todas las edades. La gran mayoría éramos “grandes”-como dicen los argentinos- . Con la palabra “grandes” se refieren a las que ya salimos de la treintena o cuarentena y entramos en la ignominia de ser catalogadas en la “tercera o cuarta edad” o “adultas mayores”- todas son expresiones que detesto, pero son las que se usan-. Me gusten o no me gusten.
Como ya relaté, cuando logramos tener una habitación limpia y ordenada en el hotel Acuario- que no era- vuelvo a repetir- ninguno de los prometidos y estaba ubicado muy lejos de los lugares donde se llevaban a cabo las actividades de interés- hubo varias personas, de las más jóvenes, que de todas maneras emprendieron esa misma noche una especie de “excursión” a la Habana, con la finalidad-de “escuchar música y bailar”. Y –si “pintaba” también “salir” con lugareños-que es desde todo punto de vista, una de las mejores formas de  conocer un país-. Yo, en cambio, esa noche, después del baño con agua fría, y de la cena buffet donde elegí meticulosamente lo que me resultó más o menos conocido, me acosté a dormir.
Pero no estaba dispuesta a pasar todas las noches con  la misma actitud monjil. Así que a la noche siguiente, “armamos” una salida a “La Casa de La Música”- lugar recomendado por Daniel Mazzarovich para apreciar verdadera música cubana y cuando terminó ese espectáculo donde todo el mundo bailaba, nos fuimos arriba, a “El Diablito Tun Tun”  donde todo era “pura música y baile”-.  La verdad es que las recomendaciones de Mazzarovich  tenían sus “que sí y  sus que no”, porque los lugares nocturnos, sea donde sea que se vaya, son sitios de de “caza y de pesca”. De caza y de pesca de incautos. Obviamente no son lugares recomendables ni para Nicolás Cotugno ni para  su sucesor Monseñor Daniel Sturla que aunque es más joven y goza de fama de “moderado” nos habría condenado- irremediablemente- a las llamas del infierno.  Ni cortas ni perezosas,- éramos tres o cuatro mujeres-, nos llevamos un muy efectivo “talismán” masculino que no nos dejó ni a sol ni a sombra. ¡Gracias, Dieguito! Las otras eran-obviamente- más  jóvenes que yo,  pero no estuve dispuesta de ninguna manera a perderme la diversión del baile por “peinar canas”. En la “Casa de la Música” tuvimos la gracia de un espectáculo excelente.  Los shows  cambian día a día, y no  todos son de la misma calidad. En “El Diablito Tun Tun”, apenas llegamos el cantante quiso saber de dónde éramos. Dicho sea de paso,  es una pregunta muy común en los centros nocturnos donde reciben turistas. A mí, -“a la señora mayor”- de vuelta la palabreja-  me preguntó el nombre. Durante todo el viaje “cargué”-contrariada- con mi segundo nombre. No sé porqué en todos los hoteles omitieron el primero  y me anotaron con el segundo. Directamente fue el que le di,  y le resultó muy gracioso- parece que nunca había encontrado una persona que se llamara así-. Acto seguido, siempre cantando,  entró a buscar rimas para incluirlo en su canción- le costó bastante, pero- riéndose- finalmente encontró dos posibilidades: “difusa” y “confusa”.  Así que nos bamboleamos/ me bamboleé con mucho gusto al  ritmo de la más bailable música cubana rimada a tono con mi segundo nombre.

Dieguito, el ganador del grupo, bailando con una cubanita 


 Felizmente,  nadie  resultó  remilgado y disfrutamos de los mojitos y del baile. Los cubanos llevan el ritmo en la sangre. Bailan por pura expresión del cuerpo. Hacen caso omiso de los kilos de más, de la edad y de cualquier cosa que les impida disfrutar. Simplemente bailan porque les divierte. Nos  gustó bailar en un ambiente tan distendido; ninguno se quedó sentado.  Regresamos en un almendrón-custodiadas por Diegui- al lejanísimo hotel Acuario. Nos despedimos con alegría, con la plena seguridad de que habíamos pasado momentos inolvidables. De los pocos que vale la pena recordar.
¡El yorugua también se lució! 


 Con   el calor de los mojitos y el del baile, encontré por primera vez- directamente- el pasadizo que me condujo sin extraviarme,  pese a la poca luz reinante, a mi  habitación, la número 3810. ¡Les aseguro que dormí como un angelito!




2 comentarios:

  1. jajjaj, Alfa que impagable ese programa. Muero por haberte visto !!!!!!

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  2. ¡Jajaja Laury! ¡Mis amistades me vieron bailar, saltar y divertirme pero-felizmente- no me sacaron fotos!!!!!!

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