domingo, 24 de agosto de 2014

NOSTALGIANDO DE LA DOCENCIA: PAOLO Y FRANCESCA

Paolo y Francesca  de Louis Rubio

Para comenzar esta crónica repito el comienzo de una de mis crónicas anteriores:
La etimología de la palabra nostalgia tiene implícita la idea de sufrimiento, porque significa “deseo doloroso de regresar”. La RAE  menciona como  primera definición: “pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos”, y en segunda acepción: “tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida”.

En este famoso fin de semana largo donde se celebra “La Noche de la Nostalgia” pensé que podía ser una buena idea  recordar-  que en su sentido etimológico significa “volver a pasar por el corazón”, porque de eso también  se trata la nostalgia- mis  primeros tiempos  de docente en ciernes,  cuando aún no había obtenido el título  y procuraba vencer mi timidez para dar clases.
La  llamada “Divina Comedia” de Dante Alighieri, fue uno de los primeros textos que tuve que abordar en una práctica docente de Literatura. Inolvidable el texto y las circunstancias. A raíz de mi timidez, solía preparar las clases con absoluto esmero, buscando en bibliotecas- obviamente  Internet no existía- todo el material posible para sentirme segura. Con mucho sacrificio logré comprarme la Divina Comedia bilingüe, para comentar en clase algún terceto en su idioma original.

El episodio de Paolo y Francesca del canto V lo había preparado con total dedicación. Primero porque me gustaba mucho y por eso, quería trasmitir mi sentir a los estudiantes y segundo porque iba a recibir la  visita de mi profesor de Didáctica. El grupo de práctica que me tocó ese año, no era de “Letras” sino un “Científico” pero los chicos me habían tomado tanto cariño que vinieron a la clase que yo tenía que dar con el texto leído y con preguntas para hacerme. No me puedo acordar cómo empecé, porque los nervios me hacían temblar como una vara verde, más que Paolo y Francesca azotados por el viento huracanado. Poco a poco me fui serenando y logré captar la  atención estudiantil con el aspecto sentimental del episodio. Como todos sabían ya, por la información previa,  Paolo y Francesca, su cuñada, estaban condenados por adúlteros.   El texto los presenta leyendo un libro-se muestra muy claramente cómo  la literatura puede ser una fuente de inspiración porque lo que se lee puede hacerse carne- donde un amante besa a su amada. Sin embargo, me esmeré para  que pudieran sentir que pese a lo terrible del pecado, estaban condenados juntos y que la que respondía a las interrogantes de Dante era Francesca.  (Paolo simplemente lloraba).
Cuando Dante pregunta: “¿Cómo y por qué os permitió el amor  que conocieseis los turbios deseos?” También procuré que entendieran  que ese calificativo de  “turbios” era un  sinónimo de “pecado mortal”. La “marca” del  amor adúltero.
Y ya que hablamos de nostalgia,  también se puede apreciar cómo  Francesca la manifiesta al recordar el momento en que su marido los encuentra in fraganti con Paolo. El recuerdo de “la felicidad en tiempo de miseria” se refiere al momento del beso. Este es uno de los  momentos culminantes de la escena, cuando Francesca  le dice a Dante:

“Nessum maggior dolore che ricordarsi del tempo felice ne la miseria” (…)
No hay mayor dolor que acordarse del tiempo feliz en la miseria”.

Mi  clase iba marchando  sobre ruedas, los chicos estaban interesadísimos, preguntaban y hacían buenas intervenciones. Ya habíamos visto las imágenes de las aves, los estorninos, las grullas y las palomas, la forma en que son presentadas, la gentileza de Francesca al contestar y todas las sutilezas que pude extraer en esa clase tan temblorosa como la pasión de los amantes.
Paolo y Francesca acuden al llamado de Dante "cual palomas llamadas por el deseo" 


Todo lo que dice Francesca es destacable, pero hay un  comienzo  esencial.
En el último verso-hay un sutil detalle que enfaticé con mayúsculas porque una magnífica  profesora que tuve en el liceo Manuel Rosé de las Piedras-Isobel Rubbo-me lo había hecho apreciar: Si bien la gentileza está presente en esta dama, el castigo, el vendaval, el huracán, o como se lo quiera llamar, se detiene para ellos – no para todos los pecadores-  debemos recordar que hay un profundo concepto didáctico en todo el texto, y que Dante-guiado por Virgilio- también es un aprendiz, así como también lo somos nosotros, sus lectores:

Di quel che udire e che parlar vi piace,
           Di lo que quieres oír y hablar
 noi udiremo e parleremo a voi,  
                 Te oiremos y hablaremos a ti
 mentre che 'l vento, come fa, ci tace.   
Mientras que el viento, como ahora se NOS calla.                       


Es como si en el Infierno se hubiera creado una “burbuja” de  quietud momentánea para que Dante, acompañado por Virgilio, pudiera enterarse de los pormenores de ese pecado capital cometido por Paolo y Francesca.
Por supuesto que yo,  preparada como una dama antigua para ser pintada,  me  había llevado unos tercetos en italiano para  que apreciaran  con el sabor del idioma original la idea del “temblor amoroso”-que me sigue pareciendo estupendamente expresado- , y la delicadísima reticencia final:
Quando leggemmo il disïato riso
esser basciato da cotanto amante,
questi, che mai da me non fia diviso,
la bocca mi basciò tutto tremante.
Galeotto fu ’l libro e chi lo scrisse:
quel giorno più non vi leggemmo avante».
En español sería algo así:
“Cuando leímos que la deseada risa fue besada por el amante/ éste que de mí no se separará jamás/ la boca me besó tembloroso (o temblando). El libro era de Galeotto y fue quien lo escribió/ Y después de aquel día ya no leímos más”.
Cuando ya estaba casi culminando la hora de clase, cuando a mí me parecía que todo había sido explicado y disfrutado,  cuando ya se había entendido que la reticencia:  “desde aquel día ya no leímos más”, se podía interpretar como que el amor había sido interrumpido por la muerte,  cuando habían captado que  Paolo Malatesta y Francesca da Polenta (da Rimini) - los “de verdad”  “los de la crónica policial” habían trascendido por obra y gracia de la poesía, una jovencita me dijo que me quería hacer una pregunta sobre “algo que no había entendido del canto III”. Y yo, que siempre fui pánfila por naturaleza le dije que la hiciera.

Recuerden que eran mis primeros balbuceos docentes. Tengan  en cuenta-además- que siempre fui muy tímida y por eso, tenía que hacer unos tremendos esfuerzos para dar clases. No  tenía aún-ni remotamente-  el “fogueo” que dan los años de trayectoria.

Dante y Virgilio frente a la inscripción de  la puerta del Infierno. William Blake 


En el canto III aparece, -sin que se diga si es un personaje-, unos tercetos escritos en primera persona-como si fuera la puerta la que hablara- que anuncia a los condenados el  irremediable castigo eterno:


(…) “per me si va nella cittá dolente,     (…) por mi se va a la ciudad doliente
Per me si va nell’ eterno dolore,           Por mí se va al eterno dolor
Per me si va tra la persuta gente”        Por mí se va a  la perdida gente
                                     
    
Giustizia, mosse il mio alto Fattore:         La Justicia movió a mi alto Hacedor
Feceme la divina potestate,                    Me hizo la divina potestad
La somma sapieza e’ il primo amore”       La suma sabiduría y el primer amor

Dinanzi a me non fuor cose create           Antes que yo nada fue creado
Se non etterno, el io etterna duro.           Si no lo eterno y yo eterna permanezco
.Lasciate ogni speranza, voi ch’ entrare”   Dejad toda esperanza, vosotros los que
                                                         entráis.

¿Cuál era la duda de la jovencita?

Yo estaba más o menos preparada  para contestar alguna pregunta como esta:

¿Cómo se llama  el recurso de la repetición en el primer terceto?

También podía volver a explicar los conceptos de “ciudad doliente”, “eterno dolor”  “perdida gente”, “alto Hacedor” “suma sabiduría” y “primer amor”, pero lo que no supe  responder,- yo que había andado de la mano de Virgilio y Dante por el Infierno-,  fue una pregunta de índole “realista” que me aturulló por completo:


¿Cómo hacían los pecadores que no sabían italiano  para saber lo que “decía” la puerta del Infierno?

No. No se rían. No supe contestar. Me olvidé por completo del  concepto de “alegoría”-ni siquiera me acordé de los “carros alegóricos”- que tanto me gustaban en carnaval- y  tampoco me salió ni siquiera la palabra “ficción”.

Del bochorno con la estudiante me salvó el timbre. Pero mi profesora guía, y mi profesor de Didáctica, no podían creer que no hubiera sabido contestar una pregunta tan “simple”. 

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