Paolo y Francesca de Louis Rubio |
Para comenzar esta crónica repito el comienzo de una de mis crónicas
anteriores:
La etimología de la palabra
nostalgia tiene implícita la idea de sufrimiento, porque significa “deseo
doloroso de regresar”. La RAE menciona
como primera definición: “pena de verse
ausente de la patria o de los deudos o amigos”, y en segunda acepción:
“tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida”.
En este famoso fin de semana largo donde se celebra “La
Noche de la Nostalgia” pensé que podía ser una buena idea recordar-
que en su sentido etimológico significa
“volver a pasar por el corazón”, porque de eso también se trata la nostalgia- mis primeros tiempos de docente en ciernes, cuando aún no había obtenido el título y procuraba vencer mi timidez para dar clases.
La llamada “Divina Comedia” de
Dante Alighieri, fue uno de los primeros textos que tuve que abordar en una
práctica docente de Literatura. Inolvidable el texto y las circunstancias. A
raíz de mi timidez, solía preparar las clases con absoluto esmero, buscando en
bibliotecas- obviamente Internet no
existía- todo el material posible para sentirme segura. Con mucho sacrificio
logré comprarme la Divina Comedia bilingüe, para comentar en clase algún
terceto en su idioma original.
El episodio de Paolo y Francesca del canto V lo había preparado con
total dedicación. Primero porque me gustaba mucho y por eso, quería trasmitir
mi sentir a los estudiantes y segundo porque iba a recibir la visita de mi profesor de Didáctica. El grupo
de práctica que me tocó ese año, no era de “Letras” sino un “Científico” pero
los chicos me habían tomado tanto cariño que vinieron a la clase que yo tenía
que dar con el texto leído y con preguntas para hacerme. No me puedo acordar
cómo empecé, porque los nervios me hacían temblar como una vara verde, más que
Paolo y Francesca azotados por el viento huracanado. Poco a poco me fui
serenando y logré captar la atención estudiantil
con el aspecto sentimental del episodio. Como todos sabían ya, por la
información previa, Paolo y Francesca,
su cuñada, estaban condenados por adúlteros. El
texto los presenta leyendo un libro-se muestra muy claramente cómo la literatura puede ser una fuente de
inspiración porque lo que se lee puede hacerse carne- donde un amante besa a su
amada. Sin embargo, me esmeré para que
pudieran sentir que pese a lo terrible del pecado, estaban condenados juntos y
que la que respondía a las interrogantes de Dante era Francesca. (Paolo simplemente lloraba).
Cuando Dante pregunta: “¿Cómo y por qué os permitió el amor que conocieseis los turbios deseos?” También
procuré que entendieran que ese
calificativo de “turbios” era un sinónimo de “pecado mortal”. La “marca” del amor adúltero.
Y ya que hablamos de nostalgia, también se puede apreciar cómo Francesca la manifiesta al recordar el momento
en que su marido los encuentra in fraganti con Paolo. El recuerdo de “la
felicidad en tiempo de miseria” se refiere al momento del beso. Este es uno de
los momentos culminantes de la escena,
cuando Francesca le dice a Dante:
“Nessum maggior
dolore che ricordarsi del tempo felice ne la miseria” (…)
“No hay mayor dolor que acordarse del tiempo
feliz en la miseria”.
Mi clase iba marchando sobre ruedas, los chicos estaban
interesadísimos, preguntaban y hacían buenas intervenciones. Ya habíamos visto
las imágenes de las aves, los estorninos, las grullas y las palomas, la forma
en que son presentadas, la gentileza de Francesca al contestar y todas las
sutilezas que pude extraer en esa clase tan temblorosa como la pasión de los
amantes.
Paolo y Francesca acuden al llamado de Dante "cual palomas llamadas por el deseo" |
Todo lo que dice Francesca es destacable, pero hay un comienzo esencial.
En el último verso-hay un sutil detalle que enfaticé con mayúsculas
porque una magnífica profesora que tuve
en el liceo Manuel Rosé de las Piedras-Isobel Rubbo-me lo había hecho apreciar:
Si bien la gentileza está presente en esta dama, el castigo, el vendaval, el
huracán, o como se lo quiera llamar, se detiene para ellos – no para todos los pecadores- debemos recordar que hay un profundo
concepto didáctico en todo el texto, y que Dante-guiado por Virgilio- también
es un aprendiz, así como también lo somos nosotros, sus lectores:
Di quel che udire e che parlar vi piace,
Di lo que quieres oír y hablar
noi udiremo e
parleremo a voi,
Te oiremos y hablaremos a ti
mentre che 'l
vento, come fa, ci tace.
Mientras que el
viento, como ahora se NOS calla.
Es como si en el Infierno se hubiera creado una “burbuja” de quietud momentánea para que Dante, acompañado
por Virgilio, pudiera enterarse de los pormenores de ese pecado capital cometido
por Paolo y Francesca.
Por supuesto que yo, preparada
como una dama antigua para ser pintada, me había llevado unos tercetos en italiano para que apreciaran con el sabor del idioma original la idea del “temblor
amoroso”-que me sigue pareciendo estupendamente expresado- , y la delicadísima
reticencia final:
Quando leggemmo il disïato riso
esser basciato da cotanto amante,
questi, che mai da me non fia diviso,
esser basciato da cotanto amante,
questi, che mai da me non fia diviso,
la bocca mi basciò tutto tremante.
Galeotto fu ’l libro e chi lo scrisse:
quel giorno più non vi leggemmo avante».
Galeotto fu ’l libro e chi lo scrisse:
quel giorno più non vi leggemmo avante».
En español sería algo así:
“Cuando leímos que la deseada risa fue besada por el amante/ éste que
de mí no se separará jamás/ la boca me besó tembloroso (o temblando). El libro
era de Galeotto y fue quien lo escribió/ Y después de aquel día ya no leímos
más”.
Cuando ya estaba casi culminando la hora de clase, cuando a mí me
parecía que todo había sido explicado y disfrutado, cuando ya se había entendido que la reticencia: “desde aquel día ya no leímos más”, se podía interpretar como que el amor
había sido interrumpido por la muerte, cuando habían captado que Paolo Malatesta y Francesca da Polenta (da
Rimini) - los “de verdad” “los de la
crónica policial” habían trascendido por obra y gracia de la poesía, una
jovencita me dijo que me quería hacer una pregunta sobre “algo que no había
entendido del canto III”. Y yo, que siempre fui pánfila por naturaleza le dije
que la hiciera.
Recuerden que eran mis primeros balbuceos docentes. Tengan en cuenta-además- que siempre fui muy tímida y
por eso, tenía que hacer unos tremendos esfuerzos para dar clases. No tenía aún-ni remotamente- el “fogueo” que dan los años de trayectoria.
Dante y Virgilio frente a la inscripción de la puerta del Infierno. William Blake |
En el canto III aparece, -sin que se diga si es un personaje-, unos
tercetos
escritos en primera persona-como si fuera la puerta la que hablara- que anuncia
a los condenados el irremediable castigo
eterno:
(…)
“per me si va nella cittá dolente, (…)
por mi se va a la ciudad doliente
Per
me si va nell’ eterno dolore,
Por mí se va al eterno dolor
Per
me si va tra la persuta gente” Por
mí se va a la perdida gente
Giustizia,
mosse il mio alto Fattore: La
Justicia movió a mi alto Hacedor
Feceme
la divina potestate,
Me hizo la divina potestad
La
somma sapieza e’ il primo amore” La
suma sabiduría y el primer amor
Dinanzi
a me non fuor cose create Antes
que yo nada fue creado
Se
non etterno, el io etterna duro.
Si no lo eterno y yo eterna permanezco
.Lasciate
ogni speranza, voi ch’ entrare” Dejad
toda esperanza, vosotros los que
entráis.
¿Cuál
era la duda de la jovencita?
Yo
estaba más o menos preparada para contestar
alguna pregunta como esta:
¿Cómo
se llama el recurso de la repetición en
el primer terceto?
También
podía volver a explicar los conceptos de “ciudad doliente”, “eterno dolor” “perdida gente”, “alto Hacedor” “suma
sabiduría” y “primer amor”, pero lo que no supe
responder,- yo que había andado de la mano de Virgilio y Dante por el
Infierno-, fue una pregunta de índole
“realista” que me aturulló por completo:
¿Cómo hacían los pecadores que no sabían
italiano para saber lo que “decía” la
puerta del Infierno?
No.
No se rían. No supe contestar. Me olvidé por completo del concepto de “alegoría”-ni siquiera me acordé
de los “carros alegóricos”- que tanto me gustaban en carnaval- y tampoco me salió ni siquiera la palabra
“ficción”.
Del
bochorno con la estudiante me salvó el timbre. Pero mi profesora guía, y mi
profesor de Didáctica, no podían creer que no hubiera sabido contestar una
pregunta tan “simple”.
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