jueves, 18 de septiembre de 2014

"DOULA"- NUEVO NOMBRE PARA UN VIEJO OFICIO-

La partera Élida Tabárez es la primera a la derecha.
Si alguien reconoce a  los otros integrantes de la
foto, les agradezco que me lo hagan saber. 
En estos tiempos que corren cuando vemos con alarma que se mueren niños recién nacidos por inadecuada atención, por llevarlos y traerlos de Artigas a Salto, de Salto a Montevideo, y que no se les haga un análisis exhaustivo para detectar si están quebrados o qué,  me acordé- siempre me acuerdo- de la tarea de mi madre y mi madrina, que se desempeñaban como parteras en un tiempo en que no había ni remotamente todos los recursos que-supuestamente- tenemos ahora.
 En esa época, a mediados del siglo pasado,  las parteras no eran universitarias sino personas que habían recibido una preparación especial en la Facultad de Medicina- a cargo de médicos o especialistas-  para asistir a las embarazadas.  Cumplían funciones en la Maternidad de un hospital y –además- tenían en la casa de cada una, un consultorio equipado con una cama con cuna adosada, donde se atendía a las señoras que venían a “tener familia”. Como comprenderán, a mí nunca me pudieron hacer el cuento de que a los bebés los traía la cigüeña desde París. Desde bien temprano me había dado cuenta de que a los niños, los parían las mujeres sufriendo intensos dolores  hasta que sus alaridos eran sustituidos por los vagidos del niño recién nacido.

 Era la época en que los bebes se fajaban y quedaban convertidos en  unos extraños chorizos de lana con ojos.
"El recién nacido" de  George de le Tour-
La otra mujer  ¿Será una doula?
Se puede apreciar al niño absolutamente fajado-incluso brazos y manos- 


 Se les ponía una primera batita de tela muy suave, más la ropa adecuada según la estación.  También se usaba un “ombliguero”-para cuidar el recién cortado ombligo hasta que se caía, después un pañal de tela blanca,-no existían aún los desechables- , además los fajaban  con vendas hasta la tiesura. A continuación se les envolvía en un rebozo grueso, si era invierno, o en un rebozo liviano si era verano. Había que tener gran cuidado para manipularlo, y sobre todo no había que presionarle de ningún modo la cabecita, que tenía aún la mollera blanda. Cuando estaba convenientemente equipado, usualmente el niño dejaba de llorar. Increíblemente.
Virgen con niño totalmente fajado- Velázquez- 

Las parteras, como mi madre y mi tía (en realidad era mi madrina, pero siempre fue considerada por mi madre como una hermana y para mí fue mi tía del alma)  tuvieron según los lugares y las épocas, diferentes nombres. Mis amigos españoles me dijeron que allá las llaman “comadronas”, una amiga peruana las llama  “obstetrices”.  Recuerdo que acá, en el campo, también se las llamaba “comadronas” y en algunos casos, “madamas”. La palabra “madama” es  bastante ambigua porque también se denominaban  así a las que regenteaban un prostíbulo. Lo cierto es que mi madre y mi tía, no regentearon nunca ninguno. Aunque eso creyeran- y dijeran- las vecinas de La Paz, Canelones, localidad donde fui a vivir -obligada por la repentina muerte de mi madre-  con mi padre y su nueva familia. Pese a su  pacífico nombre, el sitio  estaba repleto de una desproporcionada cantidad de víboras humanas. A cual más chusma y más hija de puta. Yo aprendí a defenderme con uñas y dientes  de la maledicencia, pero muchas veces triunfaba, porque las sierpes propagaban los rumores que se les ocurrían,  y generalmente,  dejaban  el prestigio de mi madre, - y, por lo tanto, el mío propio-  por el piso, por eso,  cuando podía, les huía como a la peste.
En la actualidad, a las antiguas parteras, obstetrices, madamas o comadronas, se las llama “doulas”. Mi madre y mi tía aunque no eran universitarias,-como ya dije-  habían sido preparadas por  los propios ginecólogos para que fueran sus colaboradoras y eran- realmente “doulas” porque asistían a las mujeres en  todo el proceso, e incluso, muchas parturientas  se quedaban como “pensionistas” hasta  sentirse fuertes  y sin las presiones de la atención a un recién nacido que cuando tiene lo que se llama “el sueño cambiado” duerme de día y berrea toda la noche. Allí estaba la “doula” que lo levantaba, lo acunaba y le hablaba o cantaba  hasta que se calmaba. Ambas, mi madre y mi tía eran especialistas en la materia. Y yo también aprendí. Por lo menos, mi hermana menor, a quien cambié,  cuidé, arropé, di biberón y paseé, no quería dormir con nadie más-para gran consternación de la otra hermana que quería el privilegio de escuchar la radio a la hora de la siesta-. Pero no. Juanita sólo se dormía conmigo. “Charlábamos”-más bien era yo la que le hablaba mientras ella me respondía con gorgoritos- le cantaba las canciones que pasaban en la radio, y se dormía pacíficamente. Yo siempre he creído, que al haber ayudado a atender a  tantos bebes que nacían en mi casa o en la de  mi tía- yo vivía entre una casa y la otra- adquirí una  predisposición especial para cuidar  niños con muy buen resultado. No siempre es así. He visto a más de una madre malhumorada e impaciente cuando el muchachito berrea en la cuna solicitando mimos- tan necesarios como la alimentación-. No todas las  mujeres tienen inclinación para prodigar cuidados ni para la maternidad. Es más bien una imposición social.  Pero ese es un tema para desarrollar en otro momento. 
  Según la definición que encontré en Internet,-en el diccionario aún no figura- una doula es: “una asistente sin titulación oficial que proporciona apoyo físico y emocional a las mujeres durante el embarazo, el parto y el posparto”. Estas prácticas antiguas daban y -están volviendo a dar- una gran  confianza a las parturientas  durante ese período tan especial. No importa cuántos hijos tengan, con cada parto viene un nuevo  mundo a descifrar. Y el nuevo ser forma parte de ese otro universo. Cada niño es distinto, y hay que aprender qué cosas le gustan, qué otras no, y qué hacer cuando quiere jugar-por ejemplo- y el ser humano a su cargo, quiere –y debe- dormir.
Curiosamente, por esas extrañas vicisitudes del destino, mi hermana menor Juanita- la que yo cuidaba de bebita- está haciendo,muy feliz, el curso de preparación para doula. Ella es titulada como enfermera y como Licenciada en Enfermería  o nurse- según la denominación anterior-, y siempre tuvo  predisposición por  todo lo relacionado con la neonatología. Digo, “curiosamente” porque Juanita no es hija de mi madre-compartimos el padre, pero somos de madres distintas-. En realidad, si vamos a lo genético la que tendría que haberme preparado para “doula” soy yo. En cambio, mi inclinación-que nunca supe de quién o de dónde la saqué-  me llevó para el lado de las letras.

Con el nuevo nombre de doula  renació, entonces,  una beneficiosa tradición de asistencia. En un mundo tan miserable, tan caótico, tan violento, realmente me enorgullezco por haber tenido- y tener- familiares cercanos con esa extraordinaria vocación para el bien y la solidaridad.





2 comentarios:

  1. Que linda entrada Alfa, la verdad, no tenía idea que les llamaban "doulas". En Argentina, al menos por mi zona, las llamamos parteras. Cuando yo naci, mi madre fue atendida por una partera, una muy prestigiosa, como correspondía. Pero cuando yo tuve mis hijos era como que estaba un poco pasado de moda, todas ibamos al ginecologo, solo haciamos los "ejercicios" con la partera, pero el protagonista en nuestros partos era en ginecólogo. Ahora he visto, a través de algunas jovenes conocidas, que las parteras han recobrado su protagonismo. Voy a importar a Argentinam la denominación doulas !!!! jjajaja. Beso.

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  2. Gracias por tu comentario, Laura. Efectivamente las prácticas fueron cambiando. También por acá, las parteras habían pasado de moda y se requería la asistencia de un ginecólogo, que frecuentemente, para ir más rápido, "cortaba" abajo a la parturienta para apresurar el parto. El niño nacía bien. La madre quedaba "rota" y no podía ni sentarse ni orinar, sin dolor por unos cuantos días. Durante otro lapso de tiempo se había "descartado" el amamantamiento-se decía que desfiguraba los senos. Ahora se volvió- se "recordó" que la leche materna es insustituible durante los primeros tiempos porque tiene todo lo necesario para alimentar y mantener bien al bebe. En fin. Los tiempos cambian. Ahora se volvió a las práctica antiguas. Ojalá que no se vuelva a dejar lo que ya se sabía-de manera ancestral- que "hacía bien" tanto al niño como a la madre. Llevate nomás el término"doulas"- por acá está circulando con éxito. Beso

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