La partera Élida Tabárez es la primera a la derecha. Si alguien reconoce a los otros integrantes de la foto, les agradezco que me lo hagan saber. |
En estos tiempos que
corren cuando vemos con alarma que se mueren niños recién nacidos por
inadecuada atención, por llevarlos y traerlos de Artigas a Salto, de Salto a
Montevideo, y que no se les haga un análisis exhaustivo para detectar si están
quebrados o qué, me acordé- siempre me
acuerdo- de la tarea de mi madre y mi madrina, que se desempeñaban como
parteras en un tiempo en que no había ni remotamente todos los recursos
que-supuestamente- tenemos ahora.
En esa época, a mediados del siglo pasado, las parteras no eran universitarias sino
personas que habían recibido una preparación especial en la Facultad de
Medicina- a cargo de médicos o especialistas- para asistir a las embarazadas. Cumplían funciones en la Maternidad de un
hospital y –además- tenían en la casa de cada una, un consultorio equipado con
una cama con cuna adosada, donde se atendía a las señoras que venían a “tener
familia”. Como comprenderán, a mí nunca me pudieron hacer el cuento de que a
los bebés los traía la cigüeña desde París. Desde bien temprano me había dado
cuenta de que a los niños, los parían las mujeres sufriendo intensos dolores hasta que sus alaridos eran sustituidos por
los vagidos del niño recién nacido.
Era la época en que los bebes se fajaban y
quedaban convertidos en unos extraños
chorizos de lana con ojos.
"El recién nacido" de George de le Tour- La otra mujer ¿Será una doula? Se puede apreciar al niño absolutamente fajado-incluso brazos y manos- |
Se les ponía una primera batita de tela muy suave,
más la ropa adecuada según la estación. También se usaba un “ombliguero”-para cuidar
el recién cortado ombligo hasta que se caía, después un pañal de tela blanca,-no
existían aún los desechables- , además los fajaban con vendas hasta la tiesura. A continuación se
les envolvía en un rebozo grueso, si era invierno, o en un rebozo liviano si
era verano. Había que tener gran cuidado para manipularlo, y sobre todo no
había que presionarle de ningún modo la cabecita, que tenía aún la mollera
blanda. Cuando estaba convenientemente equipado, usualmente el niño dejaba de
llorar. Increíblemente.
Virgen con niño totalmente fajado- Velázquez- |
Las parteras, como mi
madre y mi tía (en realidad era mi madrina, pero siempre fue considerada por mi
madre como una hermana y para mí fue mi tía del alma) tuvieron según
los lugares y las épocas, diferentes nombres. Mis amigos españoles me dijeron
que allá las llaman “comadronas”, una amiga peruana las llama “obstetrices”.
Recuerdo que acá, en el campo, también se las llamaba “comadronas” y en
algunos casos, “madamas”. La palabra “madama” es bastante ambigua porque también se denominaban
así a las que regenteaban un prostíbulo.
Lo cierto es que mi madre y mi tía, no regentearon nunca ninguno. Aunque eso
creyeran- y dijeran- las vecinas de La Paz, Canelones, localidad donde fui a
vivir -obligada por la repentina muerte de mi madre- con mi padre y su nueva familia. Pese a
su pacífico nombre, el sitio estaba repleto de una desproporcionada
cantidad de víboras humanas. A cual más chusma y más hija de puta. Yo aprendí a
defenderme con uñas y dientes de la maledicencia,
pero muchas veces triunfaba, porque las sierpes propagaban los rumores que se
les ocurrían, y generalmente, dejaban el prestigio de mi madre, - y, por lo tanto, el
mío propio- por el piso, por eso, cuando podía, les huía como a la peste.
En la actualidad, a las
antiguas parteras, obstetrices, madamas o comadronas, se las llama “doulas”. Mi
madre y mi tía aunque no eran universitarias,-como ya dije- habían sido preparadas por los propios ginecólogos para que fueran sus
colaboradoras y eran- realmente “doulas” porque asistían a las mujeres en todo el proceso, e incluso, muchas
parturientas se quedaban como
“pensionistas” hasta sentirse
fuertes y sin las presiones de la
atención a un recién nacido que cuando tiene lo que se llama “el sueño
cambiado” duerme de día y berrea toda la noche. Allí estaba la “doula” que lo
levantaba, lo acunaba y le hablaba o cantaba hasta que se calmaba. Ambas, mi madre y mi tía
eran especialistas en la materia. Y yo también aprendí. Por lo menos, mi
hermana menor, a quien cambié, cuidé, arropé, di biberón y paseé, no quería
dormir con nadie más-para gran consternación de la otra hermana que quería el
privilegio de escuchar la radio a la hora de la siesta-. Pero no. Juanita sólo
se dormía conmigo. “Charlábamos”-más bien era yo la que le hablaba mientras
ella me respondía con gorgoritos- le cantaba las canciones que pasaban en la
radio, y se dormía pacíficamente. Yo siempre he creído, que al haber ayudado a
atender a tantos bebes que nacían en mi
casa o en la de mi tía- yo vivía entre
una casa y la otra- adquirí una
predisposición especial para cuidar niños con muy
buen resultado. No siempre es así. He visto a más de una madre malhumorada e
impaciente cuando el muchachito berrea en la cuna solicitando mimos- tan
necesarios como la alimentación-. No todas las
mujeres tienen inclinación para prodigar cuidados ni para la maternidad. Es más bien una imposición
social. Pero ese es un tema para
desarrollar en otro momento.
Según
la definición que encontré en Internet,-en el diccionario aún no figura- una doula es: “una asistente sin titulación
oficial que proporciona apoyo físico y emocional a las mujeres durante el
embarazo, el parto y el posparto”. Estas prácticas antiguas daban y -están
volviendo a dar- una gran confianza a
las parturientas durante ese período tan
especial. No importa cuántos hijos tengan, con cada parto viene un nuevo mundo a descifrar. Y el nuevo ser forma parte
de ese otro universo. Cada niño es distinto, y hay que aprender qué cosas le
gustan, qué otras no, y qué hacer cuando quiere jugar-por ejemplo- y el ser
humano a su cargo, quiere –y debe- dormir.
Curiosamente, por esas
extrañas vicisitudes del destino, mi hermana menor Juanita- la que yo cuidaba
de bebita- está haciendo,muy feliz, el curso de preparación para doula. Ella es titulada
como enfermera y como Licenciada en Enfermería
o nurse- según la denominación anterior-, y siempre tuvo predisposición por todo lo relacionado con la neonatología.
Digo, “curiosamente” porque Juanita no es hija de mi madre-compartimos el
padre, pero somos de madres distintas-. En realidad, si vamos a lo genético la
que tendría que haberme preparado para “doula” soy yo. En cambio, mi
inclinación-que nunca supe de quién o de dónde la saqué- me llevó para el lado de las letras.
Con el nuevo nombre de
doula renació, entonces, una beneficiosa tradición de asistencia. En un mundo tan miserable, tan caótico, tan violento,
realmente me enorgullezco por haber tenido- y tener- familiares cercanos con
esa extraordinaria vocación para el bien y la solidaridad.
Que linda entrada Alfa, la verdad, no tenía idea que les llamaban "doulas". En Argentina, al menos por mi zona, las llamamos parteras. Cuando yo naci, mi madre fue atendida por una partera, una muy prestigiosa, como correspondía. Pero cuando yo tuve mis hijos era como que estaba un poco pasado de moda, todas ibamos al ginecologo, solo haciamos los "ejercicios" con la partera, pero el protagonista en nuestros partos era en ginecólogo. Ahora he visto, a través de algunas jovenes conocidas, que las parteras han recobrado su protagonismo. Voy a importar a Argentinam la denominación doulas !!!! jjajaja. Beso.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Laura. Efectivamente las prácticas fueron cambiando. También por acá, las parteras habían pasado de moda y se requería la asistencia de un ginecólogo, que frecuentemente, para ir más rápido, "cortaba" abajo a la parturienta para apresurar el parto. El niño nacía bien. La madre quedaba "rota" y no podía ni sentarse ni orinar, sin dolor por unos cuantos días. Durante otro lapso de tiempo se había "descartado" el amamantamiento-se decía que desfiguraba los senos. Ahora se volvió- se "recordó" que la leche materna es insustituible durante los primeros tiempos porque tiene todo lo necesario para alimentar y mantener bien al bebe. En fin. Los tiempos cambian. Ahora se volvió a las práctica antiguas. Ojalá que no se vuelva a dejar lo que ya se sabía-de manera ancestral- que "hacía bien" tanto al niño como a la madre. Llevate nomás el término"doulas"- por acá está circulando con éxito. Beso
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