lunes, 29 de septiembre de 2014

MEMORIAS


El o  la casete-se fue tan rápidamente que  el género quedó ambiguo-
  conserva hasta el precio en pesos uruguayos 


Hace un tiempo, comenté con alguien,  algunos episodios de un pasado común, esa especie de “burbuja” de nuestra primera juventud en la que caminamos juntos durante un tiempo. Lo cierto es que muchas de nuestras memorias no coinciden, por algún misterio que no logro descifrar, parece que se extraviaron en los avatares de la existencia una buena cantidad de pormenores. Yo conservo  "mi burbuja" propia de memorias y tengo derecho a ella, incluso, la puedo  modificar, y contarla como se me cante. Para eso es mía y de nadie más. En realidad, en eso consiste buena parte de la literatura: contamos/narramos/escribimos para seguir adelante. Es nuestra manera de permanecer un poco más. 
Es evidente que  nuestra memoria es selectiva. Tiene  recovecos donde se pierden detalles y, en cambio,  se ganan otros.
También me ha pasado algo similar al reencontrarme con antiguas compañeras de la  escuela, del  liceo, o de la universidad con las que dejamos de vernos durante muchísimos años. Si bien vivimos la misma época, fuimos a la misma escuela, o liceo, concurrimos a las mismas clases, tuvimos los mismos profesores, fuimos a los mismos bailes y tuvimos los mismos novios (Sí. hubo  algún “Don Juan” que tenía la idea de que “en la variación estaba el gusto”) aún así,   cada una atesoró una  “burbuja”  propia y coincide poco, o casi nada con la de otra. ¿Me dejó a mí y salía contigo, o salía con las dos al mismo tiempo? Salía con las dos al mismo tiempo. No. No creo. Sí. Creelo porque es así. 
En las memorias entran también los lugares, los paseos,  los libros, las películas, y-además- la música que escuchábamos. Indudablemente, hubo varios grupos que marcaron nuestra juventud, como “Los Iracundos”- en primer lugar, porque eran de Paysandú y-además- cantaban en español, lo que nos facilitaba mucho más aprender las letras- y, en mi caso, todo el rock argentino- porque cantaban en español y porque sus letras y músicas eran sumamente pegadizas- Mientras estudiaba inglés me fui aficionando a escuchar canciones en ese idioma para practicar la comprensión auditiva. Lo hago hasta ahora. Sobre todo, cuando los cantantes tienen buena pronunciación. 
Aprovechando la tarde soleada después que se fue una amiga que vino a almorzar, emprendí una limpieza de mis casetes- antiguallas  que aún conservo-. (Aunque yo uso el masculino el género quedó ambiguo, y no creo  que se modifique porque ya prácticamente pasaron al olvido).  Tengo-también- un reproductor doble-vean la foto- que supo ser una  novedad en la década del 80 del siglo pasado.
Aunque no lo crean ¡aún funciona! y no lo hace del todo mal. Supo ser toda una
revelación en la década del 80 del siglo pasado. Con doble "casetero" y todo. 

 Mi(s) “walkman(s)”, y el “discman” murieron, pero éste, más o menos funciona aún. Seleccioné  uno de Frank Sinatra que le gustaba mucho a mi esposo, y lo puse. En una primera instancia, me hizo acordar al texto que escribió uno de mis periodistas predilectos- del cual tengo que escribir en cualquier momento- Gay Talese. El texto en cuestión se llama “Frank Sinatra está resfriado” y se encuentra en Internet. Es una joyita literaria del periodismo. Se los aseguro. Gay nunca pudo obtener una entrevista con Frank Sinatra que según todo lo que se cuenta no era lo que se dice “accesible” para los periodistas, por lo cual, escribió la crónica, sin entrevistarlo a él, pero sí a unos cuantos que lo rodeaban, logrando así una pieza literaria  muy singular. No me quiero ir por las ramas: el asunto es que el casete de Frank, sonaba horrorosamente- realmente, como si estuviera resfriado, y,-además- en cámara lenta. Me acordé que cuando se “atoraban” los casetes, una posible solución era hacerlos ir para atrás y para adelante, varias veces, para que la cinta se “desempastara”. ¡ Y funcionó! Pude escuchar a Frank cantando naturalmente como lo hacía en su mejor época. Y después seguí con otros, seleccionando lo que quería escuchar, haciéndolos ir para atrás y para adelante, dándolos vuelta, volviéndolos a poner….. Fue  una muy agradable manera de estimular la memoria con lo que supo ser toda una “novedad” y que ahora, ya, relegados a la categoría de “antigüedad” - muy pocos- saben apreciar.




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