Russell Crowe: el festejo del agua -vida encontrada ( Imagen tomada de Internet) ( Si quiere ver el trailer haga clic en la imagen) |
Es increíble la cantidad
de confusiones que se pueden crear al tratar de dar un nombre “comercial” a una
película. No es la primera vez que esto ocurre, pero, en este caso, como se
trata del estreno como director de Russell Crowe voy a quebrar una lanza para
defender el título original del filme: The
Water Diviner- en inglés-.
Para traducir correctamente este título, hay
posibilidades. Una es “zahorí”- que es más o menos sinónimo de “adivino”, pero
la más apropiada posiblemente sea: “rabdomante”. Lógicamente, no sería un
título atractivo, por el desconocimiento del significado de la palabra, -aunque
podría haberse explicado-. El título de “Camino a Estambul”, le dio más
posibilidades taquilleras por la fama que tiene la telenovela turca “Las mil y
una noches” por estas latitudes. (Dicho
sea de paso, “Las mil y una noches” es el libro que les leía a sus hijos-) Pero, realmente, la película gira en torno a
la habilidad del protagonista para encontrar agua en las profundidades de la
tierra, merced a un conocimiento
especial, que no poseen todas las personas. Los rabdomantes son los que dominan
ese arte, tan antiguo como el mundo. Y lo llamo arte porque en zonas áridas, la
vida depende de lograr que de esa tierra aparentemente sin nada de vegetación,
surja un hilo de agua que dé la posibilidad de sobrevivencia. Algunos
descreídos, señalan que los rabdomantes son unos cuenteros. Yo creo en ellos,
porque conocí uno en Treinta y Tres. La apariencia era la de un gaucho más,
delgado, de alpargatas, apareció un día por la chacra de la tía Elena, con sus varitas. Era un verano
de una sequía inusual y el pozo habitual estaba casi seco. La tía lo mandó
llamar para encontrar otro lugar para cavar y hacer un pozo nuevo. El agua, es primordial para la vida. Sin ella,
no sobrevive nada ni nadie. El hombre llegó, y se puso a la tarea, y, con sus milagrosas varillas, la encontró. Por
eso, hay que creer o reventar.
Desde el principio, en el
filme, se ve al protagonista en su búsqueda, con unos palitos en sus manos,
hasta que una inclinación que percibe, le anuncia que ahí es el lugar correcto
para cavar. También va a buscar a los
hijos que le llevó la guerra. Ahí sí, va a Estambul, porque los hijos se
perdieron en la batalla de Gallipoli, Turquía en 1915. Esa es la situación
espacio-temporal-, pero “el hombre del agua”, o “el hijo del agua”, -así
también se les llama a los rabdomantes- el que fabrica molinos, inicia su peregrinaje, cuatro años después. La idea de la búsqueda
de la vida, recorre toda la película. Véanla bajo esta óptica que les comento.
Después me dicen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario