Casas de retiro en las serranías de Minas |
Hace años, en una materia obligatoria en la Universidad
Católica, que se llamaba primeramente:
“Teología” y luego “Fenomenología de la Religión” aprendí o -reaprendí en
algunos casos-, ciertos principios de diversas religiones o manifestaciones
filosóficas, entre ellas el budismo. En general, lo que he notado, sin ser practicante
de ninguna religión en particular, es que hay unas cuantas manifestaciones
conceptuales que son similares en casi todas ellas.
En el ascenso se hace alguna parada para observar las casas de retiro |
Se sabe que la
felicidad no la produce la acumulación
de riqueza, -aunque digamos en broma que
es mucho más cómodo subir una cuesta con un Mercedes Benz que en una bicicleta-. Sin embargo, estamos al corriente
de que no todos los seres que tienen grandes
posesiones materiales son felices, porque habitualmente, viven obsesionados por
hacer más y más dinero y sobre todo, dejan el alma para tener más cosas y ostentar más que los demás. Yo veo a muchas
mujeres manejando unas rutilantes camionetas cuatro por cuatro, pero con un
gesto de acritud en el semblante tan
espantoso que me hace pensar que nunca jamás experimentaron la sensación de la
plenitud de la vida.
Pema Gompo presidiendo la fila de visitantes |
Cuando hice el cursillo “El Arte de Vivir”, una de las
instructoras nos contó que un día habían
salido a la calle y paraban a las personas pidiéndoles una sonrisa. Algunas los
miraban como si fueran locos, otras sonreían sin saber porqué y se iban con la
sonrisa pintada en los labios. Parece una locura, pero no lo es. Una sonrisa
cambia la actitud con la que salimos a la calle y puede cambiar-también- un
estado de ánimo. Ese que nos caracteriza a muchos uruguayos: “el enchufe”, que
es el estar todo el día conectados con la bronca y salir a la calle con ella a
cuestas para tirársela arriba a cualquier desgraciado que se nos cruce. Eso se
ve muchísimo en todas partes. No es positivo, no promueve la felicidad ni mucho
menos el entendimiento con los otros. Y, según la mayoría de las religiones y
filosofías, hay que buscar y consolidar el amor de los unos por los otros.
El templo budista a la llegada |
El budismo sostiene que no es una religión sino una doctrina
filosófica, un modo de vivir con desapego, en un lugar que propicie la
meditación y donde se pueda aprender a reducir los estados mentales negativos
para sustituirlos por otros armoniosos. Es al fin de cuentas, una doctrina filosófica antigua, un proceso
educativo, y un adiestramiento
espiritual.
Tengo en la memoria, películas que tratan de esos seres que-según
sus creencias- en diferentes
reencarnaciones, son los elegidos para continuar con la labor de propagar el
bien.
En el templo budista de Minas, nos recibió en el camino, el
instructor autorizado para Hispanoamérica, cuyo nombre es Pema Gompo. (No creo que sea su
nombre original, sino el asignado para su práctica budista. Bien sabemos que en
muchas doctrinas se propicia el cambio de nombre de acuerdo a determinadas
características.)
Él fue el encargado de darnos la charla informativa y de
contestar las preguntas de los visitantes.
Hubo momentos en que no lo oí porque usó un micrófono que no
funcionó la mayor parte del tiempo, así que algunas cosas las capté y otras no. De todas maneras, lo más novedoso -para
mí- fue el templo en Minas, no tanto las
explicaciones.
No está permitido tomar fotos en el interior del templo, por
esa razón no tengo ninguna. Sólo
fotografié el entorno, la llegada y el templo desde el exterior.
Las preguntas que se le plantearon al instructor fueron más que nada
inquietudes existenciales: la muerte temprana de los niños, el sufrimiento, las enfermedades, la
pobreza, el dolor en general. Lo explican por
la reencarnación y la búsqueda de perfección espiritual vida tras vida.
De nosotros depende el lograrla, y la actitud con la cual asumamos nuestra
existencia, es la que nos orientará por el buen camino y hará que lo sigamos
sin perdernos en vericuetos.
Aunque ellos son vegetarianos, en nuestro almuerzo hubo trozos de carne asada,
con tartas de verduras y ensaladas. De
postre, nos dieron flan con dulce de
leche. Me pareció muy acertado que no nos obligaran a seguir sus costumbres
alimenticias. Yo detesto las prohibiciones en todos los aspectos, pero más
que nada en la alimentación y las acepto a regañadientes únicamente por
prescripción médica. No beben alcohol y no lo ofrecieron tampoco. Nos dieron
jugo de frutas, café y té.
El paseo me pareció interesante, están organizados para
recibir público, y tienen hasta una pequeña tienda de venta de objetos.
Muchas religiones y filosofías preconizan la vida ascética,
la lectura de libros sagrados, la alimentación vegetariana, no dañar el
entorno, y, procurar ser mejores personas haciendo el bien al prójimo. Lo difícil es lograrlo.
Ya lo saben. Tenemos templo budista en Minas. Se pueden
anotar para ir por un día para conocerlo o, si se sienten
inspirados, para hacer unas
jornadas de retiros espirituales. Si los alientan las buenas intenciones, puede
ser positivo como labor espiritual. La búsqueda de la felicidad nos alienta a
todos, y –según ellos- se logra en la
ayuda que le brindemos al prójimo. El desapego- que se aprende- puede hacer un
enorme bien espiritual. No necesitamos tanto para vivir, se puede vivir con
menos y dar más.
Y es cierto. Podríamos
y deberíamos ser mejores.
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