Meryl Streep como la rocquera Ricki en la peluquería (Imagen tomada de Internet) |
Meryl Streep en la peli
“Ricki and The Flash” asume el papel de una madre que abandonó a su familia
para seguir su sueño rockanrolero. Un tema similar fue planteado en “Directo al
Corazón” donde tuvimos la oportunidad de ver a Al Pacino haciendo el
papel de un viejo rockero que deja de lado toda su vida de aparente éxito para
encontrar el sentido de su vida. No es el caso de Ricki. Toca en un boliche con
su banda “The Flash” y en ese ambiente, su música es aceptada y aplaudida, pero no le ha dado ni siquiera, un
nivel económico medianamente aceptable ya que durante el día trabaja de cajera
en un supermercado. Además, es mujer y
el planteo viene –precisamente- porque tampoco ha sido para nada una madre
tradicional ya que sus hijos fueron
criados por el padre y su segunda mujer.
Ricki señala irónicamente ese difícil y nunca bien aceptado papel
de “mujer emancipada rockanrolera”. Esa discriminación no se produce cuando el
rockanrolero es un hombre. Más o menos dice así:
“( Mick Jagger) tiene siete hijos con cuatro mujeres distintas. No los crió él, sino un
batallón de niñeras, pero siendo mujer del rock, no te vayas a olvidar de un cumpleaños
porque te crucifican.”.
Tuvo dos hijos y una hija. Es esta última la que produce el
cortocircuito: es abandonada por su marido; entonces el padre llama a Ricki para informarle el lamentable estado
en el que se encuentra. Y ella acude, con su guitarra, su campera de cuero, sus
botas, su pelo largo-como se usaba en los 70: con un costado con trencitas- y todo su aspecto de rockera vieja. Sin un
mango. Es él el que se encarga de pagarle hasta el auto que la conduce a la
casa. Allí Ricki se deslumbra con todo lo que ve: la mansión fastuosa, -
evidentemente montada para impresionar-.
La – o las- heladeras- desbordando
de alimentos de todo tipo. Además, por
todos lados, se exhibe todo lo que
brinda un buen poder adquisitivo. Sin embargo, pese a todo eso, la hija se ha
querido suicidar, y la rockera vieja deja paso a la madre. Y es la madre la que se ocupa
de que la muchacha se bañe, se corte el pelo, coma, y en fin, vuelva de una u
otra manera a la vida. Es una película con estereotipos. Eso sí. Tenemos el
papel de Meryl Streep- como la rockanrolera que dejó todo para perseguir el
sueño de hacer y vivir de su música; el papel tradicional de ama de casa-que
asumió la segunda- y que desempeña a la perfección a juzgar por los suculentos
desayunos que produce-; el papel tradicional de “padre proveedor”, de excelente
nivel económico que ha dado todo el confort posible a la familia; y los tres hijos con sus
diversidades. Incluso uno de ellos, gay declarado. Una situación que su madre
ignoraba también, por haber estado ausente de sus vidas. Son estereotipos. Pero
la película se deja ver y oír, porque Meryl canta y lo hace bien. Es
estupenda la versión que hace de la canción de Bruce Springsteen: “My love will
not let you down” (Mi amor no te dejará caer) Y no. El amor no deja caer nunca.
Cuando la rockera deja paso a la madre, tampoco. Aunque no
sea la madre ama de casa, la que cocina, la que lava, la que plancha, la que va
a buscar a la escuela, esta madre rocanrolera también tiene su lugar en el
mundo. Y lo tiene porque aún así como es, quiere a sus hijos, los comprende,
los “apapacha” y ellos se dejan. Porque
una madre siempre se valora, sea como sea.
Pienso que un filme no necesariamente tiene que ser
dramático, también puede ser como este, sin grandes pretensiones, pero con un
argumento convincente que agrade.
No es una película para ganar un Oscar, pero-como la de Al
Pacino- se deja ver con interés, tiene buena música, buena actuación y
entretiene.
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