Carné para el recuerdo |
En el mundo de las casualidades
que no existen, pasan cosas insólitas. En el colegio norteamericano donde
trabajé mis últimos veinte años, hubo un joven gerente administrativo muy
cuidadoso con los recursos económicos. No había que gastar más de lo necesario de ninguna manera.
Por eso, decidió que el carné de salud que se le exigía a todo el personal
fuera práctico y al toque y-por supuesto- bien barato. Entonces le salió al
paso, como de medida, una médica que
hacía todo “a domicilio”. Cuando digo todo es todo. Venía a la empresa, y, uno
por uno, en fila india, nos revisaba, nos sacaba sangre, nos tomaba la presión,
nos hacía un cuestionario, y después con la misma eficiencia, nos tomaba una
foto con una polaroid y nos imprimía el lindo carnecito que puse al comienzo.
Bien rapidito. Cuando me tocó el interrogatorio
me extrañó un poco su consejo para combatir la hipertensión: “que no me empastillara más”. Simplemente que comiera un diente de ajo en ayunas, y
tomara un licuado de limón y perejil dos
o tres veces por día. Como buena caída
de la cuna que soy no objeté nada. Pensé
que sería partidaria de la medicina natural. Una médica merece respeto. (Ese
respeto que se siente por los que saben lo que nosotros ignoramos. ¿Ta?) Nada para
quejarse. No había que perder horas de trabajo, venía con un equipo que
colaboraba en todo momento, y los carnés salían como pan caliente.
Pero, había un programa de TV que
se llamaba Zona Urbana- que actualmente es Santo y Seña- que se encargaba, y aún
lo hace, de sacar caretas.
Esa misma noche, el programa
denunció a la doctora que emitía carnés de salud. Tenía título de médica, pero
ninguna autorización para hacer los carnés que únicamente se gestionaban en
Salud Pública, o en unas pocas instituciones habilitadas. Sus carnés eran truchos.
Más de uno se julepeó. Nos había
extraído sangre ¿En qué condiciones estarían las agujas? ¿Qué habría hecho con
la sangre extraída? Y —obviamente— al gerente le salió el tiro por la culata porque
después tuvo que armar listas para mandarnos a los lugares habilitados.
¿Y a mí? A mí me vinieron cinco
ataques juntos. Pero de risa.
Hoy encontré el recuerdo con el
carnecito. Toda una monada de viveza criolla.
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