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Aldo y Gabriela foto tomada de Internet |
En realidad, la
documental que vi se llama “La flor de
la vida”, aunque yo la hubiera llamado:
“La flor de la edad”. Está basada principalmente en la historia de Aldo y
Gabriella, dos octogenarios- horrorosa
palabra que señala la década de los ochenta años de edad-. Vivieron juntos
cuarenta y ocho años; después Gabriella lo dejó. Optó por vivir separada de
Aldo. La película es una rotunda queja
sobre la vejez y los deterioros que ocasiona. Los momentos felices aparecen para señalar el paso del tiempo, pero no se detienen
demasiado en lo bueno. Únicamente son pantallazos. Incluso, en el tráiler, Aldo
dice algo así como: “mira qué cuerpazo que tenía, ahora ya no tengo nada de
eso”. (Sinceramente, Aldito, perdoname, pero
sería como si yo pretendiera tener las medidas de mis años juveniles, cuando me postulé para
Miss Primavera, ahora, que ya pasé los setenta pirulos).
A Aldo Macor lo
conocí por su actividad de bloguero: Su blog se llama: “Me ne frego”. Algo como:
“No me importa”. También puede ser algo así como “a mi qué”. (Yo te veo
encogerte de hombros y todo.) Aldo tiene
múltiples historias centradas en su persona y en sus actividades. Él mismo dice-en
la película- que es un ególatra; yo no
miento cuando afirmo lo mismo. En realidad, todas las personas que hemos tratado con artistas,
-yo he tratado más con escritores por mi
actividad- sabemos, sin lugar a dudas,
que el artista es un egoísta supremo: un
maravilloso pavo real que muestra constantemente la belleza de su plumaje. Admíralo siempre. No te atrevas jamás a decirle
que ha perdido la belleza de sus plumas, -es decir las ventajas de sus años mozos- porque nunca
estará dispuesto a admitírtelo y te odiará irremediablemente para siempre. Y
hasta te dejará de hablar y de escribir. Si por alguna causa, tu sinceridad te
lleva a decirle que prefieres a los
hombres jóvenes y con el aspecto de
Keanu Reeves, te mandará de cabeza al infierno más ardiente. ¡Cómo le vas a decir
eso a él, que fue un dios de la belleza!
En la documental
Aldo y Gabriella son los protagonistas, pero, como las cineastas convocaron a
personas mayores de ochenta, no son los
únicos que aparecen. Una de las figuras más conocidas es Cristina Morán, nuestra
amable locutora de radio y televisión,
protagonista de aquellos “Domingos continuados” que fueron tan exitosos.
También a ella le llegó la vejez. Es una de las que dice que envejecer es muy
duro, o muy cruel.
Es muy cierto que envejecer conlleva cambios físicos
y espirituales. Hay que aprender a convivir
con ellos y no pretender ser unos pendejos cuando ya somos seres que han
pasado los años mozos. Eso no quiere decir que nos apoltronemos y que busquemos
que los demás hagan todo por nosotros. De ninguna manera. Simplemente significa
que debemos acompasarnos al paso de los años. Yo ya me di cuenta de que no
puedo bailar más twist, rock o salsa,
como antes, pero ¿qué tal un tanguito?
Es más que posible que mis huesos no
resistan la dura rutina de la gimnasia aeróbica, pero hay otros ejercicios que
se pueden practicar hasta edades provectas sin que nos tengamos que romper los ligamentos o algún hueso. Yo practico
taichí hace años; sus movimientos lentos y armoniosos favorecen el bienestar físico y espiritual y también
contribuyen a la coordinación mental, porque hacer bien las figuras requiere
práctica constante y como es en grupo,
aporta también los beneficios de lo social.
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Taichi: Posición de latigazo simple |
En la película
se les preguntó a los veteranos si habían dejado algo por hacer. Yo también me
lo he preguntado. De acuerdo a como se me dio la existencia, no creo que
hubiera podido cambiar nada. En plan de fantasear sí.
Como fantasía o
utopía- es decir como irrealizable porque no se me dio-.
¿Qué me hubiera
gustado ser?
Redactora. Escritora.
¿Por qué no lo
fui? Porque tuve que trabajar para ganarme la vida y aunque lo intenté nunca
pude conseguir ningún empleo que se relacionara con las letras. Finalmente,
opté por la docencia, aunque no fue mi primera elección. De todos modos, desde
el momento en que asumí que eso era lo
que tenía que hacer para dejar de trabajar en oficinas, me concienticé de que lo tenía que
hacer lo mejor que pudiera. Me iba en ello la vida. Sin lugar a dudas. Y lo
hice. Sin más cuestionamientos. Ahora, ya veterana y retirada, tengo este blog
donde despunto mis ganas de escribir y de expresarme.
Aldo también
hizo algo así, aunque siempre buscando sobresalir. Tiene su blog “Me ne frego”,
pero por medio de él, por medio de la
pintura, por medio de la escultura, quiere el reconocimiento de su talento.
También quiere personas para conversar porque está solo. Sus amigos se fueron
muriendo. Dice que le quedan dos. Yo me
pregunto y te pregunto Aldito, ¿Por qué
no cultivas amistades más jóvenes? Siempre
aportan un renovado aire de frescura. Incluso hay países que alientan a vivir con personas de diferentes edades porque se sirven los unos a los otros. Los
jóvenes consiguen un lugar para vivir
mientras estudian y a su vez, los viejos obtienen compañía.
Ya conté con
algunos toques de ficción, que cuando
era muy joven gané una coronita de lata
como Miss Fotografía en un concurso de Miss Primavera donde la reina electa fue
una con aspecto de Marina Vlady, con
unas redondeces muy contundentes que yo
estaba muy lejos de tener.
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Marina Vlady (foto tomada de Internet) |
De todos modos, el prestigio de la coronita de lata me trajo también un novio alto, buen mozo, de pelo encrespado
y de ojos castaños que era el Adonis de Las Piedras. No me duró mucho, pero mientras
tanto, fui muy feliz. Y eso es lo que cuenta.
La verdad es que
a medida que transcurre la vida hay que ingeniárselas para cosechar pedacitos de felicidad. En fin. Si no puedo conquistar a Keanu, ( Aldito: vos sabés que me encantaría ¿no?) al menos tengo que
alimentar a toda costa, la capacidad de soñar. Y, como
decía Rosencof- ( que ya es un
octogenario divino como vos también-): “¡Que nunca falte!”
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Mauricio Rosencof: "Que nunca falte"
(foto tomada de Internet) |