Para que no crean que miento.Aquí está el folleto. |
En 1993 viajé por primera vez a Nueva York a hacer un curso del Programa Advanced Placement, el que enseñé hasta mis últimos años en el UAS. En un local de información turística, encontré los más insólitos folletos con referencias de todo lo que una persona extranjera podría necesitar en el entorno. Desde paseos por el río, lugares para visitar, restaurantes con mapas indicadores para llegar, barrios, recorridos del ómnibus turístico, horarios, de todo, como en botica. Recuerdo que hubo uno que me resultó el más singular: How to use a New York City taxi?
Explicaba en una forma muy sencilla los requerimientos para conseguir un taxi en la ciudad, y detalles del servicio que brindaban los “yellow cars”. Tan simple como pararse en medio de una cuadra, levantar la mano, y decir la palabra mágica ¡TAXI! ante una avalancha de autos amarillos que se deslizaban raudamente. No tuve necesidad de ver ninguna película de Woody Allen para encontrarme con los pintorescos conductores de turbante que -en un inglés más o menos como el mío-, repetían las indicaciones que yo les daba a los efectos de no equivocarse y llevarme al lugar indicado. De forma similar se podía acceder al servicio por línea telefónica y en forma casi inmediata. Los pedí varias veces desde la Fordham University. Por añadidura, son comodísimos. Mis colegas locatarias me habían dado instrucciones, incluso, de cuánto se les dejaba de “tip” (propina): un dólar. (No se aflijan, era el dólar de 1993.)
Ese viaje, mi primero a los Estados Unidos, fue muy instructivo. Conocí de cerca un primer mundo organizado. Era consciente de que la organización era una de sus características porque ya llevaba unos años trabajando en el UAS y me había adaptado a: tener el calendario-adelantado- del semestre siguiente con las clases tentativas, lista de los eventos a los que tenía que asistir con planificación previa, labores extras a mi condición docente que debía cumplir también como requerimiento de mi condición de full-time, y una cantidad de meticulosos detalles sobre las más diversas responsabilidades. Por lo menos en esa época, no se dejaba NADA librado al azar; yo me adapté tanto a trabajar en ese mundo que ahora, cuando voy a una reunión “en Uruguay” todavía conservo la costumbre de “llegar en hora” para total consternación de los que la están preparando, que casi siempre, por no decir siempre, están en: "veremos".
Este recuerdo de mis primeras andanzas en “Yanquilandia”-como le llamaban-con un no sé qué de “acidez”, algunas de mis amistades - viene a colación porque para mí fue un enorme impacto poder comprobar que se podía lograr una organización que facilitara la existencia. Tanta fue mi estupefacción que hasta guardé parte de la folletería que más me sorprendió.
¡Ahí tienen, como prueba fidedigna, la foto del folleto con las indicaciones para tomar un taxi en New York!
En Montevideo, conseguir un taxi se ha convertido en un avatar insospechadamente complicado. Si usted está apurado es absolutamente absurdo que pierda la calma ante la fila descomunal que se hace en cualquier parada. Ellos llegan, cansinos, con ritmo de ferretería antigua, uno por uno, cuando se les canta. No cuando usted los precisa. Además, si están en el horario cercano al cambio de turno, que Dios lo libre y lo guarde, como decía mi tía. Si lo intenta por teléfono, desde su casa, el resultado es también desastroso. No le sirve de nada perder la calma. Puede llamar a todas las centrales de radio taxi, las que tienen GPS y control satelital y las que no. De todas maneras, en todas ellas, si consigue línea-tarea de las más arduas- como está todo tan automatizado, una ceceosa voz metálica le responderá que están buscando “el móvil mázzz zeeercano a su domizilio”; esperará diez o quince minutos aturdido por una música que le taladrará los oídos sin piedad. Cuando ya atolondrado, comprenda que nadie le mandará nada, podrá volver a insistir con el número de otra central, que antes le hablará/explicará/ contará-voz metálica mediante- todas las ventajas que hay en llamar a esa y no otra, pero tampoco le mandará el taxi anhelado.
Es probable que usted consiga un móvil, después de varios intentos a todas las centrales de radio taxi y más de media hora de insistencia. Un bonito detalle: cuando llegue a la puerta de su edificio, verá, sorprendido, que en lugar de UNO le enviaron DOS; el que solicitó y confirmó que viene con el número correspondiente, y el que le mandó la otra compañía que registró su dirección, pero que no le contestó que le enviaba tal o cual móvil en tantos minutos. Tendrá una bonita y educada charla con ambos tacheros. Deberá despachar al que fue enviado sin aviso. Recibirá unas cuantas lunfardas maldiciones. En el otro móvil, viajará comprimido porque la mampara está colocada bien atrás, para la total comodidad del conductor, no para la suya. Además llegará tarde a su cita con el médico. ¡TAXI!”
Comentario a taxi de ALFA
ResponderEliminarBellisimo! Estupendo!!! Casi diría que es uno de los mejores que he leído de ti en este blog. Muy suelto el post y muy bien descriptivo de las tiranías que asechan a NOSOTROS.
Quizás un tantinin exagerado? Que te importa? En realidad hay que considerar que tu eres un artista. El artista no copia. Ve la realidad, bella o fea que sea según su punto de vista, y la transforma con su emoción. La interpreta. El artista crea, no es un fotógrafo que pone su cámara espía como si fuera el Ojo del Gran Hermano y se rasca las orejas si le pican esperando que algo suceda. El marcar o acentuar y quizás hasta en parte inventar es nada más que el toque del maestro, para dar resalte a su lienzo. Y con esos toques tuyos, me tocaste a mí, jajaja. Porque volé a una situación muy similar que se me ha dado últimamente en Roma. No sé lo que pasa en otras ciudades de este orbe sin urbes ni urbanidad , ni tampoco me interesa ya. Pero en general, Alfa, esa agresividad, eso no pararle a nadie, esa desorganización afecta ya no solamente al gremio de los taxistas (los peores son los franceses que si no les sueltas la propina que esperan te mandan muy francesamente “a la merde”),sino a todo los demás, Si, todo los demás. No es exageración. Pero ahondar en esas consideración ésula de esta pequeña nota mía que es únicamente para felicitarte a ti de lo escrito y aprovechar ( siempre trato de aprovecharme de algo) para darte un gran abrazo con beso anexo y desearte felices Fiestas. Y que las pase bien, aun que hoy en día, en este orbe sin urbanidad ya no sabemos lo que se festeja. Ya es el bochinche en sí, el bochinche sin causa.
Ciao.
COMENTARIO DE ALDO MACOR A TAXI DE ALFA
ResponderEliminarBellísimo! Estupendo!!! Casi diría que es uno de los mejores que he leído de ti en este blog. Muy suelto el post y muy bien descriptivo de las tiranías que asechan a NOSOTROS.
Quizás un tantinin exagerado? Que te importa? En realidad hay que considerar que tu eres un artista. El artista no copia. Ve la realidad, bella o fea que sea según su punto de vista, y la transforma con su emoción. La interpreta. El artista crea, no es un fotógrafo que pone su cámara espía como si fuera el Ojo del Gran Hermano y se rasca las orejas si le pican esperando que algo suceda. El marcar o acentuar y quizás hasta en parte inventar es nada más que el toque del maestro, para dar resalte a su lienzo. Y con esos toques tuyos, me tocaste a mí, jajaja. Porque volé a una situación muy similar que se me ha dado últimamente en Roma. No sé lo que pasa en otras ciudades de este orbe sin urbes ni urbanidad , ni tampoco me interesa ya. Pero en general, Alfa, esa agresividad, eso no pararle a nadie, esa desorganización afecta ya no solamente al gremio de los taxistas (los peores son los franceses que si no les sueltas la propina que esperan te mandan muy francesamente “a la merde”), sino a todo los demás, Si, todo los demás. No es exageración. Pero ahondar en esas consideración ésula de esta pequeña nota mía que es únicamente para felicitarte a ti de lo escrito y aprovechar ( siempre trato de aprovecharme de algo) para darte un gran abrazo con beso anexo y desearte felices Fiestas. Y que las pase bien, aun que hoy en día, en este orbe sin urbanidad ya no sabemos lo que se festeja. Ya es el bochinche en sí, el bochinche sin causa.
Aldino:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Tienes razón. La urbanidad no existe más. Ha sido sustituida por mensajitos grabados:
" A los efectos de mejorar nuestros servicios, esta conversación puede ser grabada. Está en la lista de espera con el número 10. Todos nuestros operadores están ocupados. Será atendida en el turno correspondiente. Aguarde, por favor." jajajajajajajajajajajajajajajajajaja
jajaj, siempre un placer leerte Alfa. Si pudieramos conjugar la organización yanqui con el desquicio latinoamericano, dejariamos de ser nosotros !Creo !
ResponderEliminarAlfa, leerte es saber que tú verás así el mundo. Está precioso pero soy descendiente de italianos, gallegos, vascos y hasta de indios (según me dijeron mis abuelos)... Y no respeto el tiempo (ya lo sufriste en carne propia) No te enojes... Pero contrariamente a ti, encuentro siempre un taxi. En Italia, allá abajo, Cosenza, cuando llegamos sólo había un señor en un auto (taxista él) y fue nuestro amigo mientras estuvimos, conocimos más gracias a él. Donde vivo, cerca de Mdeo. tengo la Parada de Taxis de amigos... En fin, que a lo mejor los cronopios son los que tienen ese problema... Con mucho humor! Un abrazo.
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