Marta y yo en el "hippie day" |
Hace unos días le comentaba a una amiga algunas de las propuestas que aprendí a implementar en el UAS. Observé que me miraba con incredulidad y-por supuesto- tenía sus motivos porque en el Uruguay no se ha dado nunca nada parecido. Enseñar en el UAS durante veinte años me obligó a usar mucho la imaginación y a adquirir una notoria flexibilidad, porque mis “jefes” –directores americanos- podían solicitar que para enseñar español diera por ejemplo: clases de cocina. Sí. Así como lo leen: clases de cocina. ¿Por qué? Porque el programa americano no tiene la rigidez académica de los uruguayos. El Directorio está compuesto por padres y pueden pedir que se den clases de esto o de lo otro y, si hay viento a favor, el profesor tiene que implementarlas. A como dé lugar. Reglamentariamente se necesitan X cantidad de créditos para graduarse, supongamos que en español sean 3 créditos mínimos, pero después de obtener ese mínimo, desplegando habilidad se puede lograr que el alumno se entusiasme y continúe hasta lograr un excelente dominio del segundo idioma. Algo “apetecible”, podía ser, por ejemplo, obtener “posición adelantada” al ir al College. Para eso se daba el programa Advanced Placement, que significa precisamente “colocación avanzada”. El alumno cursaba el año, y se presentaba a los exámenes internacionales que eran corregidos por un grupo de profesores en los Estados Unidos. Si obtenía buenas calificaciones, podía “acortar” los años de estudio. Así como lo oyen. Sencillo y práctico. Por supuesto que hay materias reglamentarias y que hay que obtener los créditos suficientes en ellas, pero también existe la opción de “complementar” lo reglamentario con créditos obtenidos en diversas “materias optativas”: fotografía, anuario, baile, o ¿por qué no? “cocina en español”. ¿Di alguna vez clases de cocina en español? ¡Sí! ¡Por supuesto! ¿En dónde? ¡En la cafetería! También escribí el currículo, porque dentro de la flexibilidad programática se le da al docente la posibilidad de "presentar" su propio esquema de enseñanza. Por eso mencioné al comienzo el uso de la imaginación y la flexibilidad. ¿Qué texto usé para “armarlo”? En primer lugar, el utilísimo Manual del Instituto Crandon que no solo tiene deliciosas recetas, sino consejos útiles. No le tuve miedo a la propuesta. Yo cociné desde niña, porque en las casas donde viví, todas las mujeres cocinaban. Se consideraba una deshonra no saber hacerlo. Mi abuela postiza, la tana Lucía, decía con sorna cuando se enteraba de que tal o cual primita no frecuentaba la cocina: “¡No sabe ni hacer un huevo frito!”. Y, agregaba: “¡Pobre el que se case con ella!” Crecí en esa “escuela”, de mujeres cocineras. Además, como ya lo he confesado varias veces, cocinar –para mí- es una actividad terapéutica.
En el UAS, además de la flexibilidad curricular que les estoy comentando, también realizábamos actividades que únicamente conocí en esa institución, por ejemplo: “La semana del Espíritu” ( "Spirit Week" ). Era organizada por la asociación estudiantil y consistía en que durante una semana-sin descuidar nada de lo académico- había que “vestirse” cada día según los requerimientos que “marcara”el consejo estudiantil. Si durante un día “tocaba” “pijama day” había que vestirse con “ropa de dormir”: camisón, pijama, gorro de dormir y pantuflas. (Para esa ocasión recuerdo que me puse ruleros y crema en la cara.). Recuerdo otra vez -memorable- que habían marcado “twins” –gemelos- y había que ir vestido igual a otro. Yo fui la “gemela” de la profesora de Arte, y antes del comienzo del horario escolar, nos paseamos por los corredores del viejo colegio, del brazo, con la misma ropa: blusa blanca, pantalones negros y vinchas iguales en la cabeza. Frecuentemente, las situaciones eran divertidas y nos brindaban la oportunidad de acercarnos a los estudiantes, sin el “almidón del engolamiento acartonado”. (Que espero no haber tenido nunca…)
Cuando le comentaba estas actividades a mi amiga, vi en su cara la completa incredulidad,-creo que pensó que estaba loca, porque ella es una profesora uruguaya que siempre enseñó nuestros rigidísimos programas-, por eso , decidí escribir esta crónica y buscar alguna fotografía testimonial. La encontré y es la que ustedes pueden ver al principio. La consigna del día había sido: “Hippie”. Marta Guadalupe-bibliotecaria del UAS- y yo acatamos “la orden” y nos pusimos atuendos acordes a los requerimientos. Actualmente, estoy en contacto con ella, que está felizmente casada con un inglés, –a estas alturas ya hace tiempo que es “súbdita” británica-. Cuando le mandé la foto quedó gratamente sorprendida, porque no recordaba la ocasión. (Yo tampoco. No tuve la precaución de ponerle la fecha.) De todas maneras, que quede como testimonio de “una época dorada”. Para mí lo fue; y es posible que lo haya sido también para muchas personas más.
Alfa!!!!!!!!
ResponderEliminarMe emocioné... Te vi bellísima, fresca, alegre simpática. Como yo soy un viejo histriónico (lo descubrí hace poco)te confieso: Que mujer tan bella es Alfa.
Es o era?
No importa, Alfa:Lo que fuimos,somos. Y lo que no fuimos, no somos. Te quiero mucho y me agrada muchísimo recibir tus noticias, con o sin blog.
Queridísima Alfa! He visto tu último post! el del Hippi day...Te veo bellíssima!! alegre con cara luminosa, llena de vida...No se si eres así o si fuiste así. No imporpta. Todos somos lo que fuimos y no somos lo que no fuimos. Me encantó conocerte en ese aspecto. Y por supuesto leer lo que escribiste. Te estoy de verdad sumamente agradecido por recordarte de mi... en esta època de mi vida. Todo es interesante si todo lo seguimos viendo con la mirada soprendida del niño ue descrubre siempre cosas nuevas.
ResponderEliminarGracias por tu emotivo comentario, Aldino. Ni mi amiga Marta,- la bibliotecaria- ni yo pudimos "situar" el año de esta foto Many years ago-como se dice en inglés-, fuimos así.Estamos muy sonrientes porque nos divertía disfrazarnos.
ResponderEliminarCuando a mi padre le decían que yo era "linda", él indefectiblemente contestaba: " No. Linda no es, es "vistosa"." jajajajajajajajaja