¡Ay, ay, ay, ya empezamos con los aprontes! |
-Buenos días, ¿habla Fulana de tal?
-
Sí, soy Fulana de tal.
-Me llamo María Inés, y le quiero acercar un material
informativo sobre un seguro así y asá.
-Gracias pero ya tengo todo lo que necesito.
- Sra. No tiene ningún compromiso, es simplemente un
material informativo por si a Ud. le interesa….
-No. No me interesa. Con lo que el Estado me saca con
los impuestos no me queda disponibilidad para pagar más nada.
-¿Está segura, señora? Mire que quizás…
-No quizás nada. No me interesa nada. Le dije ya varias
veces que no. ¡No me llame más!
-¡Sra.! ¡Es mi trabajo!
-¿Su trabajo es molestarme en las horas en las que
estoy atareada en mi casa?
-¡No Sra.! ¡Yo la llamo para ofrecerle…!
- Srta. ¿Ud. entiende español o no?
-Sí entiendo pero….
-Muy bien. Le dije que no, que no tengo interés en
recibir ninguna información. No quiero comprar nada. Y si quisiera, buscaría la
información necesaria. Adiós.
¡Plunk! (ruido del teléfono cortado con rabia)
***
El diálogo que acabo
de transcribir-palabras más, palabras menos- lo sostuve más de una vez con una
pesada que llama dos por tres con idéntica persistencia.
Sí. Soy dura para contestar. Tuve una nefasta experiencia con un seguro que me
encajaron por teléfono cuando con mi
esposo -gravísimo- cometí el espantoso error de decir que sí para sacármelos de
encima. Esa vez me enteré del seguro que
“había contratado por teléfono”-en una “invasión” tan persistente como esta
otra- porque después de fallecido mi esposo, quise poner “la casa en orden”,
familiarizándome, por ejemplo, con las cuentas que nunca antes había llevado.
Una de las primeras medidas que tomé fue cancelar tarjetas de crédito/débito
que no necesitaba o que no quería usar más. Así, al querer cerrar una,
“tropecé” con ese “seguro”. Y tuve que pagar un año entero de servicios, porque
tenían mi voz grabada con mi aprobación. ¿Cuándo dije que sí? ¿Por qué dije que
sí? Honestamente, no me acuerdo. Estaba absolutamente dedicada a tratar de
darle a mi esposo el mayor confort posible en su dura despedida de la
vida. No sé ni lo que contesté ni cuándo. Por esa razón, ahora soy drástica y bruta. No hay otra manera de sacarse de
encima a estas cretinas preparadas para
joder. ¿Tienen ese trabajo porque no hay otro? Lo lamento. Pero yo no tengo
ningún motivo para aceptar sus ofertas,
no las pedí, no las necesito, no las quiero. Y lo recalco. Por las dudas. En eso,
estoy de acuerdo con Mujica: hay que ser
sobrio, austero en las compras y – muy cuidadoso- sobre todo con las tarjetas
de crédito que ofrecen a troche y moche “sin cargo por dos años” para
engancharte más y mejor.
Si estoy trabajando
cuando llaman, no atiendo el teléfono. Amigos y familiares saben que pueden
dejarme el mensaje, yo los llamo apenas puedo. Además con el invento de las
redes sociales, nos comunicamos con bastante frecuencia por esos medios.
¡Otra perspectiva de los preparativos ! |
Pero la insistencia
telefónica no es la única. También vienen al edificio, tocan el timbre en todos
los apartamentos con las ofertas más inverosímiles que se puedan esperar.
Además de eso están
la TV y la radio, que no solo tienen unas tandas extensas sino que-además- los
propios conductores cortan la más interesante de las entrevistas con este tipo
de interrupción:
-¿Problemas de visión?
-¡Sí, tuve! Pero los solucioné con Óptica El Vidriecito
donde encontré los mejores lentes a un precio absolutamente imbatible. Vaya a
Óptica El Vidriecito etc.
Lógicamente después no tienen ni la más pálida
idea del tema que estaban desarrollando con el entrevistado y tampoco cómo
retomarlo.
En esta época ya
empezó la publicidad “campaña de fin de año” destinada-toda ella- a desplumar a
cuanto ser vivo pulule por los Shoppings y aledaños.
¡Sí Señora! ¡Ya
empezó. Eche un vistazo y observe cómo
se está preparando el tablado de exhibición del árbol navideño- o lo que sea-
que colocarán-como todos los años- en el
centro del Punta Carretas.
¡Sí, señora, ya empezó "la movida" ¿Por qué no me cree? |
En cualquier
momento largarán las campanas al vuelo y moriremos absolutamente aplastados por
avisos de todo tipo. ¡Sálvese quien pueda! ¡Y todavía no finalizó octubre!