El Macho Alfa con su harén |
El título “Manual del
Macho Alfa” se refiere al documental del joven cineasta uruguayo
Guillermo Kloetzer, que se estrenó hace pocos días en Montevideo.
Aunque el “macho Alfa” se
llama igual que yo, no tiene nada que ver conmigo. Me parece.
Cuando era niña, tenía un vecino en el barrio
Cordón-donde vivía con mi madre divorciada- que me saludaba con un -“¡Cómo te va ALFA ROMEO!” Yo lo corregía una y otra vez pero nunca lograba convencerlo de que mi
nombre no era “Alfa Romeo”, sino Alfa
Segovia. Él se reía a carcajadas. Ya hace muchísimos años que entendí la broma.
De todas maneras, a veces me pregunto: ¿No habría sido mejor que fuera una
“Alfa Romeo” de gran fortaleza, de potente rugido, con buena carrocería,
innumerables luces y diversas prestaciones?
Fui a ver el documental en
la Cinemateca 18. Subí las incómodas escaleras. La boletería es una mesita en
el medio del local. El interior estaba
helado. Tiene unos aparatos de aire acondicionado en los pasillos pero no
estaban prendidos. Me quedé con el gabán y la bufanda puestos como si estuviera
a la intemperie. No había mucha gente. Es probable que las películas
documentales no sean atractivas. A mí me interesó. No es un documental de la National Geographic porque está pensado y
elaborado de manera mucho más descontracturada. Lo de “Manual” se debe a que
paso a paso, con sus correspondientes páginas con dibujos, - tal cual si fuera
un manual de aprendizaje-, se sigue la
vida de unos animales marinos, mientras la voz en “off” de César Troncoso va dándonos
con gracia- cuando se le entiende,
claro- la información pertinente.
A los dos lobitos marinos
que la cámara va a seguir desde el nacimiento –junto a los espectadores- les
ponen nombres griegos: Adonis- en clara alusión al dios de la belleza y
Hefesto, -el dios griego artesano y contrahecho-. (Los griegos amaban la
perfección y la mesura, por eso, nunca exhibieron penes enormes ni senos como
los de Moria Casán.) En el documental no se le ven los penes ni a los lobos ni
a los elefantes marinos, aunque sí se muestran los testículos, y hay escenas de violencia como cuando un
elefante pasa por las armas a una loba- más pequeña- que no resiste con vida el
ataque sexual. Se lo presenta como un violador.
Los elefantes marinos son más grandes que los lobos marinos -y se nota- |
Pero también se documenta la
presencia de una hembra que es mezcla de
ambas especies. Fértil, porque tuvo un cachorro. Será investigada y
–probablemente- forme parte de los híbridos raros que hay en el mundo. Un
hallazgo “la pelirroja” de Guillermo K. (Esa
denominación de “la pelirroja” forma parte del monólogo descontracturado a
cargo de Troncoso.)
Los lobos marinos no
“nacen” machos Alfa. Desde temprano
aprenden que “la lucha es cruel y es mucha”-como dice el tango de Discépolo-. A medida que van creciendo tienen que ir
afirmando sus condiciones para llegar a ser
un “Alfa” en una lucha tenaz por ser los mejores. ¿El premio? Tener un
harén.
Se trató de comparar la situación de los animales con la de los
seres humanos. Hay escenas en la playa donde especímenes masculinos se exhiben
con intenciones de seducir. Y se ve ese juego de que sí pero que ahora no, y
que quizás y que tal vez y que puede
ser, pero esperá. En realidad, a mí me parece que frecuentemente, son ellas, es decir, nosotras,
las que “seleccionamos” al objeto de nuestros desvelos. Incluso en la
literatura, o en el cine-estoy recordando Ana Karenina- que es un ejemplo de
novela y de película- aunque “aparentemente” es Wronsky el que lleva la
delantera lo hace con estas palabras que no dejan ningún lugar a dudas de que
ella lo corresponde:
“- Usted quiere saber por qué estoy aquí ¿verdad?-dijo Wronsky
mirándola fijamente-. Pues bien, eso lo sabe usted tan bien como yo: estoy aquí
porque está usted. No he tenido más remedio que venir.”
Keira Knightley y Aaron Taylor Johnson en una escena conmovedora de la película Me encantó la fotografía del seductor bombón de chocolate blanco. |
Cuando yo era joven, no era común que una
mujer “encarara” a un hombre. Se usaba más bien comerlo con los ojos, hasta que
el susodicho se daba por aludido. Actualmente, si hay atracción, ambos sexos
van al ataque- aunque no se genere ningún compromiso de índole afectiva- en un
alegre “touch and go”* sin compromiso. El humor PUEDE constituirse en una excelente táctica de seducción.
El sexo-para los seres humanos- no es únicamente buscado para
reproducirse, sino que constituye –por sí solo- una grata fuente de placer.
Los animales, -en este
caso, los lobos marinos- se guían por el instinto: las madres tienen un único
cachorro al que alimentan hasta que
puede valerse por sí mismo, y después lo dejan para atender a otro recién
nacido. No dejan mamar a otro que no sea suyo, al contrario, lo corren. Madre e
hijo se reconocen por el sentido del
olfato, y se llaman mutuamente distinguiéndose de todos los otros. Son madres exclusivas,-durante el tiempo absolutamente necesario-
y se niegan a ser “madres de leche” porque la lucha por la sobrevivencia es muy difícil. No pueden alimentar a todos, a
ellas mismas les cuesta conseguir la alimentación necesaria para sí mismas. El
cachorro tiene que tener fortaleza para sobrevivir, y va a triunfar si logra
alimentarse en forma eficaz. Incluso, a veces,
tiene que transformarse en un astuto ladrón de leche, cuando su madre no
está. Únicamente si desarrolla estupendas condiciones se convertirá en un
“macho Alfa”. Si tiene mala suerte y queda huérfano, sucumbe. Si la madre lo
alimenta el tiempo suficiente, después del destete, tendrá que ser muy hábil
para obtener la alimentación necesaria para ser poderoso e imponerse a otros
machos en la pelea,-donde la supremacía se resuelve a tarascones- y también
tendrá que ser muy despabilado para conquistar hembras. Las lobitas tienen que
estar en celo, de lo contrario no se dejan
hacer nada de nada. Además, va a tener que pelear con otros prestigiosos lobos, para lograr favores.
Una tierna escena entre madre e hijo-pero no será para siempre- pronto el lobito tendrá que valerse por sí mismo. |
Parte del documental-aclaro
que no todo- se filmó en el escenario de
la Isla de Lobos, frente a Punta del Este, pero los lobos y elefantes marinos, no
van a divertirse al Casino, ni a los
fiestas ni a los centros nocturnos. En lo que son más parecidos los hombres es en la aspiración a tener
su propio harén. Desde ese punto
de vista, conozco a más de uno al que le gustaría ser considerado “un macho
alfa”. Sin embargo, por estos lares, la
mayoría tiene que conformarse con una única hembra gastadora y rompehuevos, no
siempre dispuesta a satisfacer sus apetitos sexuales. Muchas sufren de dolor de
cabeza crónico-una de las mejores excusas que se conocen para decir que no-
Si quiere saber si los solteros tienen su playa exclusiva, si las lobitas dicen que no, y cómo vaya y vea el documental. Es entretenido. A
Troncoso se le entiende a veces sí y a veces no, usted haga el esfuerzo y si no
lo entiende, deduzca.