El o la casete-se fue tan rápidamente que el género quedó ambiguo- conserva hasta el precio en pesos uruguayos |
Hace un tiempo, comenté
con alguien, algunos episodios de un
pasado común, esa especie de “burbuja” de nuestra primera juventud en la que
caminamos juntos durante un tiempo. Lo cierto es que muchas de nuestras
memorias no coinciden, por algún misterio que no logro descifrar, parece que se extraviaron en los avatares de la existencia una
buena cantidad de pormenores. Yo conservo "mi burbuja" propia de memorias y tengo derecho a ella, incluso, la puedo modificar, y contarla como se me cante. Para eso es mía y de nadie más. En realidad, en eso consiste buena parte de la literatura: contamos/narramos/escribimos para seguir adelante. Es nuestra manera de permanecer un poco más.
Es evidente que nuestra memoria es selectiva. Tiene recovecos donde se pierden detalles y, en cambio,
se ganan otros.
También me ha pasado algo
similar al reencontrarme con antiguas compañeras de la escuela, del liceo, o de la universidad con las que dejamos
de vernos durante muchísimos años. Si bien vivimos la misma época, fuimos a la
misma escuela, o liceo, concurrimos a las mismas clases, tuvimos los mismos
profesores, fuimos a los mismos bailes y tuvimos los mismos novios (Sí. hubo algún “Don Juan” que tenía la idea de que “en
la variación estaba el gusto”) aún así, cada una atesoró una “burbuja” propia y coincide poco, o casi nada con la de
otra. ¿Me dejó a mí y salía contigo, o salía con las dos al mismo tiempo? Salía con las dos al mismo tiempo. No. No creo. Sí. Creelo porque es así.
En las memorias entran
también los lugares, los paseos, los libros,
las películas, y-además- la música que escuchábamos. Indudablemente, hubo
varios grupos que marcaron nuestra juventud, como “Los Iracundos”- en primer
lugar, porque eran de Paysandú y-además- cantaban en español, lo que nos
facilitaba mucho más aprender las letras- y, en mi caso, todo el rock
argentino- porque cantaban en español y porque sus letras y músicas eran
sumamente pegadizas- Mientras estudiaba inglés me fui aficionando a escuchar canciones en ese idioma para practicar la comprensión auditiva. Lo hago hasta ahora. Sobre todo, cuando los cantantes tienen buena pronunciación.
Aprovechando la tarde soleada después que se fue una amiga que
vino a almorzar, emprendí una limpieza de mis casetes- antiguallas que aún conservo-. (Aunque yo uso el masculino el género quedó ambiguo, y no creo que se modifique porque ya prácticamente pasaron al olvido). Tengo-también- un reproductor doble-vean la foto- que supo ser una novedad en la década del 80 del siglo pasado.
Aunque no lo crean ¡aún funciona! y no lo hace del todo mal. Supo ser toda una revelación en la década del 80 del siglo pasado. Con doble "casetero" y todo. |
Mi(s) “walkman(s)”, y el “discman” murieron, pero
éste, más o menos funciona aún. Seleccioné uno de Frank Sinatra que le gustaba mucho a mi esposo, y lo
puse. En una primera instancia, me hizo acordar al texto que escribió uno de
mis periodistas predilectos- del cual tengo que escribir en cualquier momento-
Gay Talese. El texto en cuestión se llama “Frank Sinatra está resfriado” y se
encuentra en Internet. Es una joyita literaria del periodismo. Se los aseguro.
Gay nunca pudo obtener una entrevista con Frank Sinatra que según todo lo que
se cuenta no era lo que se dice “accesible” para los periodistas, por lo cual,
escribió la crónica, sin entrevistarlo a él, pero sí a unos cuantos que lo
rodeaban, logrando así una pieza literaria muy singular. No me quiero ir por las ramas:
el asunto es que el casete de Frank, sonaba horrorosamente- realmente, como si
estuviera resfriado, y,-además- en cámara lenta. Me acordé que cuando se
“atoraban” los casetes, una posible solución era hacerlos ir para atrás y para
adelante, varias veces, para que la cinta se “desempastara”. ¡ Y funcionó! Pude
escuchar a Frank cantando naturalmente como lo hacía en su mejor época. Y
después seguí con otros, seleccionando lo que quería escuchar, haciéndolos ir
para atrás y para adelante, dándolos vuelta, volviéndolos a poner….. Fue una muy agradable manera de estimular la
memoria con lo que supo ser toda una “novedad” y que ahora, ya, relegados a la
categoría de “antigüedad” - muy pocos- saben apreciar.