martes, 7 de octubre de 2014

DEL BUEN PERIODISMO

Gay Talese por Band Shakbone
De vez en cuando, leo  periodismo literario, escrito por esos admirables maestros en el difícil arte de perseguir la información sin importar las distancias ni las circunstancias y trasladarlos en buena prosa al papel.  No me refiero a los  tiempos actuales-época de la inmediatez, del “todo ya”,  donde un simple rastreo por google nos pone en contacto con el mundo- sino a las décadas precedentes donde todo era a pedal y rastrear lo que se quería saber exigía esfuerzos inauditos porque  había que luchar mucho para conseguir la información confiable o fidedigna.
Hay que destacar, que en esos años, sin Internet y sin  Google, no era posible conseguir datos simplemente dando  unos teclazos.  Los verdaderos periodistas de esas épocas se dedicaron a buscar, indagar, investigar, empecinadamente, las más insólitas circunstancias de los seres humanos. Hicieron suya la máxima indicación que nos daban a las que  queríamos/ íbamos a ser escritoras. Sí. No se asombren,  desde niña quise  ser escritora o –por lo menos- periodista. La Licenciatura de Letras la inicié con la  secreta esperanza  de dedicarme algún día a escribir. No lo pude hacer-hasta ahora- porque la  vida  se me fue presentando variopinta y atravesada- no de acuerdo  a lo que yo quería sino a lo que los avatares de la existencia me deparaban-, y no fueron nunca los que a mí me hubieran gustado. Cada vez que intenté vivir de la escritura- redactora publicitaria, periodista, novelista, cuentista; les aseguro que lo intenté varias veces-  se me presentaba alguna otra alternativa menos riesgosa para ganarme la vida-porque me la tuve que ganar desde muy temprano- y los vericuetos de la existencia me fueron derivando hacia otro destino que fue  el profesorado. Reitero: no era lo que quería hacer porque era muy tímida, y, por lo tanto, muy insegura para hablar en público, pero cuando empecé se me dio tan bien que al final me dediqué a dar clases  y las ínfulas de escritora se me fueron pasando. Pero eso  sí. Estudié periodismo- entre tantas otras cosas con títulos y titulillos que obtuve y fui acumulando y que  cuelgan en mi lambriz  frente al escritorio-. De esos primeros pininos recuerdo aquel viejo asunto de las preguntas con W (en inglés) y una premisa-que  mucho después averigüé que era de William Maxwell Aitken-   que me sigue pareciendo válida hasta ahora:

“Si un perro muerde a un hombre no es noticia, pero si  un hombre muerde a un perro, eso sí que es noticia.”

Es cierto. La noticia no es lo común y corriente, sino lo insólito, lo que se sale de lo “normal”, y, por eso, el  buen periodista debe encontrar  “lo otro”-como decía Felisberto Hernández.

OTRA MANERA DE MIRAR, OTRA MANERA DE CONTAR: Gay Talese
Gay Talese, nació en Ocean City, Nueva Jersey, es  hijo de padres de ascendencia itálica que se dedicaban a la costura, se le considera un periodista singular y es famoso a nivel mundial por su particular estilo de mirar y contar. Sin lugar a dudas,  buscó siempre, por todos lados, a los  “hombres que mordieran a los perros”.   Es decir, se dedicó a hacer lo que otros no hacían. Por ejemplo, escribió  sobre “los perdedores” o “fracasados”- por lo tanto, tomó las historias desde un ángulo que no era el habitual. Así leemos su exhaustiva investigación sobre la jugadora  china de fútbol femenino Liu Ying que falló el penal del Mundial del año 1999 donde resultó vencedor el equipo de los Estados Unidos. A tanto llegó la meticulosidad de Talese que se pagó él mismo el viaje a China durante seis meses para entrevistar a Liu, a la madre, familiares, entrenador, compañeras y yo creo que si hubiera encontrado a un perro chino  que hablara inglés, lo habría tenido en cuenta también.

Dos libros imperdibles de Gay Talese 

Escribió varios libros, entre ellos, “La mujer de tu prójimo” y “Vida de un escritor”. Verdaderas obras de arte de la narración.
Del segundo libro mencionado saqué esta cita-que me encantó- donde cuenta  cómo trabaja:
A menudo me sumerjo al mismo tiempo en dos o tres temas que no tienen relación, y paso de uno a otro cuando siento que estoy empantanado y creo que es mejor dejar a un lado lo que estoy haciendo y retomarlo en algún momento del futuro. En 1974 comencé a describir muchas escenas y situaciones de las que había sido testigo en distintos restaurantes, pero todo el conjunto parecía demasiado fragmentado y difuso. Así que concentré mi atención en otro tema que tenía en consideración y finalmente en 1979, logré llevarlo hasta el final. Fue La mujer de tu prójimo, uno de los cuatro libros que comencé y completé entre otros libros que no terminé. Mi curiosidad me lleva en distintas direcciones, pero hasta que no invierto gran cantidad de tiempo- meses, años- no tengo la certeza de que el tema elegido sea capaz de mantener mi interés. Algunas veces arrojo a la basura varios borradores de lo que he escrito, mientras que otras los conservo, los archivo, los vuelvo a leer uno o dos años después, los reescribo y tal vez vuelvo a archivarlos, o decido que después de todo no valen la pena, así que los rompo y me deshago de ellos para siempre. “(página 112)

LO INSÓLITO
En estos tiempos que corren, cuando nos  enteramos que aún quedan lugares en el planeta donde  a las mujeres se les cercena el clítoris,  cuesta creer que estemos metidos de pleno en el siglo XXI. En realidad, con esa brutal ablación, lo  que se les mutila a las mujeres es-nada más y nada menos- que la capacidad de experimentar goce sexual. “El timbre”, como le llama una mexicana amiga mía al clítoris, no tiene ninguna otra función. No sirve ni para la reproducción ni para la micción. Está por ahí arriba, -No. En el ombligo no. Busque con paciencia señor, vea alguna lámina o postal donde pueda ubicarlo, por favor. Mírese algún videíto de Youtube que -por  ahora- circulan sin censura. No sea lelo. No quede como un pasmado. Avívese. Si no lo hace vendrá otro que satisfará a su amigovia, señora o lo que sea, de eso no le quepan dudas. (Por supuesto, los cercenadores hijos de puta le temen a eso). Y si no me cree, léase alguna versión de “Las mil y una noches” donde verá que los sultanes, le  dejaban “el timbre”  a alguna de sus favoritas-tampoco la pavada, vio- pero castraban a los esclavos, y también les cercenaban la lengua-  otro órgano  que bien usado puede llevar al éxtasis-. ¿Que cuando leí Las mil y una noches? ¡Uhhhh!  ¡Hace muchos muuuuuuchos años! Estaba –también- en la biblioteca de mi madre. Ahora, tengo una versión más completa).
Lo cierto es que la amputación del “botón mágico” no es  nueva en Occidente. Hubo médicos que la practicaron a las que –supuestamente- sufrían de histeria. Lisa y llanamente: se trataba de mujeres insatisfechas sexualmente cuyos “nervios” estallaban por ese descontento. Por supuesto, que la operación daba resultado porque “muerto el perro se acaba la rabia”. También Freud se equivocó.  El orgasmo clitoridiano o clitoriano- de las dos formas lo llaman-  no es –para nada- “infantil”. (Que me perdone el  maestro, pero las “niñas” no experimentan orgasmos porque no están aún preparadas para tenerlos). En las mujeres adultas, el clítoris responde  a un buen estímulo. En la vagina, únicamente por “extensión” se va a sentir placer, porque –lamentablemente- no tiene la misma cantidad de terminaciones nerviosas que tiene el clítoris que tiene montones y  es todo  un campeón. Mucho más que un pene, aunque  les cueste admitirlo a ellos. Insisto, entonces,-con absoluto conocimiento de causa-: a las mujeres se les cercena el clítoris para impedirles el goce sexual. El botoncito en cuestión, una especie de “penecito” arrepentido, (¡Ay si me agarra Freud!) solo cumple con esa función. Que no es poca cosa.  Y punto.
¿A qué se debe este preámbulo? A uno de los temas que trató Gay Talese en su libro “Vida de un escritor”.
Porque a las mujeres se las mutila aún hoy en  día para que no gocen. (Ni solas, ni acompañadas- sepamos y digamos de una vez por todas, que el clítoris acepta gustoso la masturbación…. Por aquello de: “si no hay pan, buenas son tortas”).  De vez en cuando, sale algún artículo de protesta, (contra la mutilación y también  contra la masturbación)  pero –hasta el momento- no ha bastado para detener los atropellos. (Aclaro que con “atropellos” me refiero a la mutilación-únicamente-)  En cambio, si  una mujer, se defiende de un marido violador, se arma un escándalo de padre y señor mío.
Ese fue el  famoso caso de John y Lorena Bobbit que ocurrió el 23 de junio de 1993 en Manassas, Virginia, Estados Unidos.

John y Lorena Bobbit de jóvenes- imágenes sacadas de Internet -

Gay Talese lo presenta así: (el subrayado es mío):

“Entre la gente sobre la que había estado leyendo en la prensa durante el verano anterior había una pareja de individuos que fueron identificados por la revista Time como “la pareja más desavenida de América” John y Lorena Bobbit, cuya incompatibilidad alcanzó proporciones épicas a comienzos de una mañana de junio de 1993 cuando, después de que John pasara la noche bebiendo y supuestamente violara a Lorena al llegar a casa, ella se vengó levantándose de la cama, yendo a la cocina a buscar un cuchillo y rebanándole la mayor parte del pene mientras él dormía. Como estaba interesado en el tema ya mencionado de los fracasados, y teniendo en cuenta que pocas personas representaban el tema con la distinción de este ex infante de marina de Estados Unidos de veintiséis años- quien, después de perder su miembro masculino durante dos horas, quizás había perdido también para siempre el placer de su uso cabal a pesar de los ingentes esfuerzos que hicieron los cirujanos para reimplantárselo- estaba ansioso por reunirme con John Bobbit antes de tratar de entrevistar a su impetuosa esposa de veinticuatro años. Pero mi interés por ella aumentó después de que supe que, aunque había nacido en Ecuador y había sido criada en Venezuela, Lorena Bobbit (cuyo apellido de soltera era Gallo) afirmaba que parte de las raíces de su familia estaban en el Sur de Italia.”

John Bobbit y su ex-esposa Lorena Gallo- imágenes más actuales sacadas de Internet 


A este insólito caso de cercenamiento masculino, Talese le dedicó los capítulos 22, 23, 24, 25, 26 y 27 de su libro. No los voy a aburrir con las minucias de los pormenores. Solo señalo que el libro vale la pena leerlo completo. Sin embargo, me tomé una  libertad para dejarlos pensando. Subrayé tres palabras: “supuestamente”-  adverbio que trasmite la idea de que el propio Gay Talese, dudó de que –realmente- John hubiera violado a su esposa- es decir, que  la hubiera obligado a mantener relaciones sexuales sin su consentimiento- la segunda palabra es “fracasados”- corroboro con ella, ese gusto especial del buen periodista  por buscar al “hombre que muerde al perro”.  Y la tercera, es  la que califica a Lorena de “impetuosa”.  Evidentemente  es todo un juicio valorativo. No sé si se le escapó, si es error de la traducción,  o si lo escribió así, convencido. Lo cierto es que no he visto ningún artículo- de Talese o de algún otro buen periodista-  que haya hecho una buena investigación  sobre  la mutilación femenina. Por lo menos, yo no lo he leído señor Talese,  y ya que le gustó el tema de los fracasados, no estaría mal que se  hiciera una investigación-como esas exhaustivas que usted realiza- sobre el cercenamiento femenino, ya que se ocupó-y preocupó- tanto por el  de John Bobbit.












2 comentarios:

  1. Genial Alfa !!! Siempre me pregunto como es posible que con el poder que tenemos las mujeres, permitamos que eso les ocurra a otras mujeres, tenemos mujeres presidentas, primeras ministras, directoras de empresas, intelectuales, pero a nadie parece ocurrirsele, no se, boicotear a esos países. Por desgracia ( para ellas) casi todos sus paises son productores de petroleo, por lo tanto eso seguramente está por encima de ese "botoncito".
    Respecto a tu enfoque de más arriba, acerca de la labor de los periodistas, siempre me maravilló eso de indagar, buscar más allá de lo visible, aunque no se si yo hubiera servido para eso.
    Muy buena tu relación de los distintos temas . Saludossssss

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  2. ¡Gracias Laura! A mí lo que más me consterna es comprobar que esos buenos periodistas-como indudablemente lo es Gay Talese, son capaces de escandalizarse y seguir un caso como el de John y Lorena, pero no hacen lo mismo frente al atropello de la mutilación femenina. Que conste que no es que apruebe la mutilación masculina. El pene también ha sido y es un objeto de adoración y está bien que lo siga siendo, pero -al mismo tiempo- deberían darle su lugar al "botoncito" femenino, que al fin y al cabo, tiene sus derechos también.

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