Mis tiernos Tatitos |
En este mundo moderno se
han inventado días para todo: día del amigo, día del abuelo, día del padre, día
de la madre, día de la secretaria. En fin. Un día para cada cosa y para cada
persona. Por supuesto que tienen fines absolutamente comerciales: así lo
indican las propagandas de todo tipo que circulan alrededor de cada fecha.
Mañana -20 de julio- es EL DÍA DEL AMIGO.
Mi facebook ya comenzó a inundarse con distintos
mensajes. Los hay de todo tipo. Desde los más cursis hasta los más graciosos.
Yo agradezco los saludos, aunque me
gustaría que esas demostraciones de afecto fueran personalizadas. Es decir, que
los abrazos y besos virtuales fueran de carne y hueso. Con crujidos incluidos-
por la edad o por la efusividad- todo vale.
Mis amistades no son
muchas. A través de los años, se ha hecho- sin que yo lo haya planificado-, una criba natural. Me van
quedando los buenos de verdad. Esos que ya fueron probados en las buenas y en
las malas- sobre todo en estas últimas- Lamentablemente, a medida que van
pasando los años, se me van yendo cada vez más rápidamente de este mundo. Otro
motivo por el cual me van quedando cada vez menos.
Hace unos días una amiga-
de esas incorruptibles- me preguntaba si alguna vez alguien me había hecho
tanto daño como para dejarlo de tratar para siempre. Y sí. Recordé –generalmente tengo buena memoria-
tres casos de hace muchísimos años: dos mujeres, y un hombre.
Con las mujeres: hubo desacuerdos serios en las maneras de pensar y
tomar decisiones, además de manifiestos
celos profesionales. En vista de esos desacuerdos-insalvables- ellas dejaron de
hablarme y armaron una campaña de maledicencia contra mi persona que me llevó a
tener discrepancias con otros. Las dos
se arrepintieron. Acepté las disculpas, las veo de vez en cuando, nos
saludamos, charlamos, pero no volvieron a ser aquellas “amigas del alma” que
alguna vez creí que eran. En la amistad, se quebró una delicadísima y frágil
pieza que no se puede reponer jamás: la confianza. En el caso del hombre,-que
fue bastante más que un amigo- fue allá
lejos y hace tiempo: en los albores de mi adolescencia. Creí ser querida,
apreciada, valorada, pero no fue así. De la misma manera, después de más de
cincuenta años, en las vueltas de la vida, las redes sociales nos pusieron
nuevamente en contacto. Él me buscó y se encontró con mi blog. Ahí quedaron sus
comentarios. Volví a hablar con él, sé de sus andanzas, de su vida, de sus
avatares, pero no accedí a verlo, ni tengo interés tampoco. No le guardo rencor
a nadie, pero no puedo volver restablecer
un lazo que se cortó abrupta y violentamente. A mi edad, acepto las amistades
que me valoran en mi justa medida. Salgo únicamente con seres libres- y que sepan comprender mis
rarezas-. Lo dice Rosa Montero y yo lo apruebo: “tener una pareja significa
tener a alguien con quien compartir tus rarezas.”
Por eso, a las amistades
que me quedan les digo- junto con Fito Paez-:
"Ya ves el tiempo pasó, la vida se nos vino encima. Tratame bien."
"Ya ves el tiempo pasó, la vida se nos vino encima. Tratame bien."
Me lo
merezco. Y vos sabés que sí. Gracias.
Pinchá si querés escuchar el tema.
Fito Paez -imagen tomada de Internet- |
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